Fue uno de los grandes personajes creados por el italiano Emilio Salgari y uno de los más populares entre sus lectores. Bajo el apodo del Corsario Negro, se encuentra un noble italiano que responde al nombre de Emilio de Roccanera, señor de Ventimiglia. Figura que ha cambiado la comodidad otorgada de nacimiento por la piratería. La causa de tan brusco cambio viene dada por una vil traición que acabó con la vida del hermano primogénito del protagonista. El culpable responde al flamenco nombre de Wam Guld, un astuto mercenario al servicio de la corona española cuyos méritos le han llevado a gobernar Maracaibo, una importante ciudad situada en Venezuela. Hasta aquellos lugares se desplaza el Corsario y el resto de sus hermanos, disfrazados de bucaneros de colores en búsqueda de venganza. Sin embargo, el malo de la función ha logrado cargarse a los otros dos hermanos, dejando al protagonista de la novela enrabietado y en soledad. Tal es su dolor, que llega jurar en arameo sobre las aguas del golfo acabar con su fatal enemigo y con todos los familiares que osen ostentar el apellido de Wan Guld. No está mal de partida tal deseo de venganza.
Por ahí arrancarían las aventuras de la novela, encuadrada en el clásico listado de joyas juveniles por su hábil registro de entretenimiento continuo a lo largo de los capítulos. Y aunque el protagonista acumule los habituales atributos de liderazgo, inteligencia y dominio de las armas, siempre es necesaria la ayuda de los leales compañeros en las múltiples peripecias a las que deben hacer frente. Con la estelar aparición de un vizcaíno, Carmaux, un hamburgués, Wan Stiller y un negro, Moko; intrépidos compañeros dispuestos a seguir los pasos de su capitán para llevar a buen puerto la aventura. Incluidos los habituales toques de humor que aportan los secundarios.
La aventura propuesta por Salgari anda dividida en dos bloques bien diferenciados entre ellos, separados a su vez por varios capítulos cuyo contenido albergan suficientes argumentos para enganchar al lector. Es parte de la gracia y característica de las novelas de aventuras, proponer numerosos vaivenes y dificultades donde los protagonistas andan siempre en la difícil tarea de seguir avanzando ante los obstáculos que surgen en cada episodio. Estos baches a superar, serán claves para entender ese entretenido enfoque que acumula acción, valentía y destreza, tanto en el momento de resolver entuertos como hacer uso de la violencia. Otra característica divertida que suelen compartir las novelas de aventuras que recorren diferentes lugares del mundo, son las habituales descripciones de la flora y fauna del lugar. Un recurso similar entre autores que debían echar mano constante de la enciclopedia adecuada para poner en boca del personaje de turno las descripciones y conocimientos más precisos. En esta ocasión vienen dadas por un simpático soldado catalán, que acompaña en parte de la aventura al Corsario.
Aunque la piratería suela representar una imagen bucólica y hasta amable en la actualidad por culpa de películas de renombre, conviene recordar los estragos que causó en diferentes partes del mundo una forma de vida sustentada en el pillaje, la esclavitud y el asesinato para poder lucrarse. Emilio Salgari también se apunta a idealizar las acciones de estos hombres, gracias al romanticismo que otorga la distancia de los siglos sobre los rudos hombres del mar. Y sin ningún rubor en exponer una serie de conductas que van desde el honor y el reconocimiento de sus acciones, como si fueran elogiables tales actos. Tal blanqueo no justifica ponerse en perspectiva del sumo interés que tenían diferentes potencias europeas en minar la explotación del continente americano por parte del imperio español, y sufragar a los mismos piratas para tal fin. En paralelo a la historia del Corsario, Salgari sitúa a famosos piratas de la época: El Olonés y Miguel el Vasco entre otros. Un apunte interesante, a pesar de mostrar a estos piratas desde un punto de vista bastante amable, fuera de la crueldad que requería una novela más realista. Del resultado del pillaje y de la destrucción que a su paso dejaron, Salgari apenas le dedica unas pocas líneas. Porque su interés radica en convertir a esos piratas en valientes y esforzados hombres con apreciables sentimientos. Algo demasiado noble para quien decide llamarse pirata, aunque el propósito final sea enmarcar al héroe de la función; un tipo llamado Corsario Negro y que a pesar del oficio escogido, pertenece a la vieja nobleza europea y que como buen caballero, ejerce a lo largo de las páginas. Esta importancia de subrayar una postura caballeresca viene a reconocer unos valores que tienden a resaltar la superioridad moral del héroe, como reconocer el valor de sus enemigos y hasta perdonarles la vida frente a una realidad que andaría lejos de tan nobles intenciones.
Pero el interés de la época de Salgari requería plantear la aventura desde una perspectiva alegre, sugerente y juvenil, como todo buen adolescente que se rebela ante las normas establecidas y piensa inútilmente que puede cambiar el mundo. Podría decirse que el protagonista de Salgari andaría fuera del encasillamiento clásico de pirata por sus acciones. Su único interés es cumplir con su juramento y acabar con su mortal enemigo. En realidad, es una característica habitual de los escritores de aventuras de finales del XIX, del mismo modo que ya hicieran Julio Verne o Karl May con sus protagonistas inmaculados. Una superioridad tan grande que abarca incluso a la moralidad, héroes impolutos que alcanzan un estatus superior gracias a sus acciones. El Corsario Negro es una entretenida novela que ha logrado superar el paso del tiempo sin apenas perder parte de su encanto. Un lectura bien avenida hacia el mero entretenimiento y alguna que otra sorpresa que podría haber dado pie a un complejidad interna del héroe en los títulos siguientes. Sin haberlos leído, está claro que Salgari optó por salvaguardar a su héroe de los demonios que podrían haberle corroído por dentro. Aunque eso sea parte de otra historia.
-¿Y por qué antes que nosotros?
-Señor, yo soy español -dijo el catalán con tono grave.
-Continua hablando.
-Espero que me permitáis morir al lado de mis camaradas y que no me obliguéis a luchar en vuestras filas contra el estandarte de España.
El Corsario Negro
Emilio Salgari, El País Aventuras, 2004