Hasta las páginas se deshacen por la zarina Katrina |
Jeramie Price tampoco se esfuerza mucho en crear la personalidad de su humilde heroína, al destacar básicamente cierto sentido común a la hora de actuar, junto a la clásica belleza física que deja prendado a toda clase de hombres. Así como acumular la paciencia necesaria para encandilar al propio zar. Un Pedro I descrito con la arrogancia propia de su condición real y decidido a ejercer sus agresivas políticas de cambio pese a la resistencia de sus enemigos políticos. A pesar de que el monarca destila cierto carácter hosco y una fuerza bruta acorde a su enorme físico, éste esconde algunas fisuras que Katrina sabrá suavizar; como los acertados cuidados cuando Pedro sufra algún que otro ataque epiléptico o saber entender el tormento mental que supone atender las guerras por el control político de Rusia
La novela circula principalmente entre la intimidad de la joven y la tozudez del monarca ruso por imponer las reformas que transformen la medieval sociedad rusa en una poderosa nación que la iguale a las potencias occidentales. Y nada mejor que las continuas guerras para extender su poder político y económico. Como por ejemplo, la fundación de una ciudad tan importante como (San) Petersburgo con el objetivo de convertirla en la capital del reino. Mientra Katrina acompaña al amante en los pasos más relevantes. Gracias a este notable período histórico y a la llamativa experiencia de Katrina, el autor contiene material suficiente para entretener al lector con algo de imaginación, unir los acontecimientos más importantes e hilvanar el paso de sus personajes por las diferentes pruebas a las que se someten por esas fechas históricas .
Sin embargo, Price opta por una correcta formula de exposición de los hechos históricos sin querer ahondar en demasía en los chanchullos cortesanos. Es una pena, porque explorar las posibilidades que ofrecen las disputas políticas son siempre un llamativo anzuelo para ampliar el texto, enriquecer personajes y exponer los diferentes puntos de vistas que estos adquieren. Como los planes del fanático religioso y futuro heredero Alexis, u otras conspiraciones que incluyan a nobles y poderes religiosos. Es cierto que Price expone tales entretenimientos pero sin la profundidad necesaria que pueda parecer un problema insalvable que aumente el interés del relato, salvo tal vez la guerra contra los turcos. Sin embargo el autor prefiere focalizar el protagonismo en Katrina y pasar de puntillas en algunos aspectos que hubieran enriquecido notablemente el conjunto del libro. Que Katrina sea el personaje principal no es motivo suficiente para ahondar en otras profundidades que también a ella le tocaba en algo. Por ahí andaba aunque fuera la concubina. Al menos queda el consuelo de que la novela histórica suele descubrir hechos realmente insólitos, como descubrir cómo una mujer llegó a convertirse en zarina tras ser un simple trofeo de guerra, del botín que corresponde al vencedor de las guerras de antaño.
Tenía los ojos abiertos, y ella los estuvo contemplando un buen rato para ver si parpadeaban. Pero no lo hicieron.
Katrina
Jeramie Price
GP, 1975
Col Reno, 111