En consonancia con el importante aniversario, el escritor Lorenzo Silva publicó Castellano. Un libro que rememora los actos más importantes de la guerra de las Comunidades, a la par que el propio Silva expone su parecer de los mismos. Conviene aclarar que no se trata en ningún caso de una novela histórica, el escritor describe su parecer en este caso y decide obviar la libertad creativa que suelen componer las narraciones históricas. Más bien, Castellano es un elaborado trabajo que mezcla el relato histórico (con apuntes narrativos, críticos e idealizados por el autor) con una visión paralela del sentido personal del escritor hacía sus orígenes y otros aspectos importantes de la historia castellana. Como el iniciático héroe Fernán González, el mitificado Cid o las conquistas de los soldados del reino de Castilla en el Nuevo Mundo recién descubierto.
La lectura del libro se hace bastante amena gracias al buen hacer de Lorenzo Silva, sobre todo en el apartado histórico, al simplificar y ficcionar, en parte, el relato de los actos más importantes y valorar diversos puntos de vista. Los motivos de los insurgentes frente a los leales al rey. Claramente hay tendencia a inclinarse por el movimiento comunero, en especial por el toledano Juan Padilla y su esposa María Pacheco. A esta última reivindica en los capítulos finales por alargar la resistencia a lo largo de 1522, en un claro acto de justicia sobre una mujer que mantuvo el coraje de mantenerse firme en sus ideales y, por supuesto, propios intereses. También es cierto que valora los puntos de vista de un monarca que andaba alejado de los intereses puntuales y locales de Castilla. Seguramente más preocupado en extender su poder sobre Europa y acrecentar un ego personal, o más bien mística, al auparse en el monarca escogido por Dios y que debe hacer frente a la expansión del imperio turco por oriente.
Un aspecto importante será observar cómo envejece Castellano. Por un lado, los capítulos meramente históricos quedaran ahí, bien resumidos y explicativos de los sucesos más interesantes. Sin embargo, la parte personal seguramente pueda perder fuelle. El interés de la búsqueda de la afinidad castellana de Lorenzo Silva es demasiado personal, una experiencia vital que recorre hacia sus antepasados salmantinos como a diferentes avatares de su vida en la ciudad condal. Además quedan los restos del covid y sus viajes a distintos lugares de Castilla junto a unas restricciones que a estas alturas del 22, quedan lejanas y hasta viejas pese a la cercanía temporal. Para ahondar mejor en la ambiciosa revolución de las ciudades castellanas, se recomienda explayarse en la tesis doctoral de Joseph Pérez: Los comuneros. La verdadera base del libreto de Silva y del que él mismo se siente deudor.
Pese al olvido general de la efeméride, conviene destacar la aportación de los comuneros como precursores de las grandes revoluciones liberales europeas, pioneros en estas lides junto al ejemplar paralelismo que impone Lorenzo Silva en su libro, al destacar la aportación de otras notables figuras de la historia castellana como nación embrionaria de España, como Francisco de Vitoria, la locura de la conquista americana de Pizarro o la ejemplar referencia del libro de los libros: Don Quijote de la Mancha. Castilla, quien te ha visto y quien te ve.
Lorenzo Silva