23 de abril de 2011

Santuario. La negrura como estimulo.

"Oiga usted, las personas que usan esta sala de espera tiene que coger el tren de vez en cuando".
Miss Reba. Santuario de W. Faulkner. Ed. Alfaguara.

La opción de la lectura de Santuario ha estado tutelado bajo los sabios caminos del azar. En esta ocasión nada estaba predeterminado en anotaciones, recomendaciones o libros regalados, sino que la elección de la novela de Faulkner se basó, únicamente, en plantarse en una biblioteca y dejarme llevar hasta el estante más cercano. Con la letra F etiquetada en sus baldas.

Es curioso además, que tras optar por la obra de un premio Nobel, el libro contenga una ligera sorpresa en forma de una pequeña colección de hojas colocadas en diversas páginas con el, supongo, único criterio de prensarlas y secarlas. Tampoco es algo como para dar saltos pero al menos reconozco que esta menudencia logró arrancarme una breve sonrisa en mi alargada rutina diaria. Ignoro el motivo original de esas hojas y el tiempo que estas okupas llevan ahí alojadas, incluso he decidido ampliar el catalogo de hojas e instalarlas en esa incestuosa morada de hojas con hojas.

Después del desparrame, tengo que centrarme en el verdadero protagonista de esta entrada, la novela Santuario del escritor norteamericano William Faulkner. En principio, tengo que admitir el temor que me producía enfrentarme a una obra que arrastra el sobrenombre de "clásico" y a la espesura que suele adherirse a estas novelas. Nada más lejos, y eso que Faulkner es capaz de conglomerar la citada espesura en un buen número de páginas a través de alargadas frases para describir una situación, un lugar o el desarrollo narrativo de los personajes. 

El escritor estadounidense propone una trama sencilla al mostrarnos en primer lugar a los personajes de la novela, con el rol que interpreta cada uno e interrelacionándolos hasta la ejecución de un crimen y como afecta este delito a sus decisiones posteriores. Esta presentación de Faulkner se muestra desde diferentes puntos de vista, saltando narrativamente de un lado a otro hasta el denso, y en ocasiones surrealista, encuentro en la vieja casa de Goodwin. En la vivienda ocurrirá el crimen, transformándose en un extraño punto de giro que rebota en la resolución de la novela.

La mencionada "espesura" destaca en algunos pasajes, donde el autor se regodea en la parsimoniosa descripción de los acontecimientos, el ejemplo más claro se da en la alocada y excesivamente descriptiva estancia de Temple en la vieja casa de Goodwin. Por contra, Faulkner regala a los lectores momentos sublimes de escritura, me encanta la parte en la que Gowan se emborracha continuamente y acaba dormitando con la cara destrozada, también me seduce el momento en que Miss Reba comparte con dos agudas gorronas el alcohol de su casa tras un entierro.

Investigando un poco sobre la obra de Faulkner, parece que Santuario fue una obra "comercial" que el autor escribió con el propósito de ganar algo de dinero en los difíciles años de la Gran Depresión, renegando incluso de está obra que cumplió su objetivo económico. William Faulkner supo que dar al público en su momento. Una historia escabrosa emparejada con personajes de dudosa moralidad y contraponiendo el peso de la narración en diferentes puntos de vista.

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Mientras agonizo, de William Faulkner

11 de abril de 2011

Higiene del asesino de Amélie Nothomb

En ocasiones me gustaría añadir a mis entradas algunas citas o referencias historicas, tan dadas en ciertas novelas o articulos periodísticos, pero me es bastante dificil memorizar citas de relieve u oportunas según el caso. Sin embargo, en una lectura obligada por circunstancias academicas, aprendí que no hay mayor memoria nemotécnica que anotarlo sobre el papel gracias a Unamuno y a su obra "Niebla", (si mi propio recuerdo no me engaña porque no llevé acabo la propia recomendación del protagonista de esa novela). En ese libro se enunciaba esta magistral forma de retener algo digno y evitar así su perdida. Así, he ido acumulando anotaciones tan diversas que nada tenían que ver unas con otras, libros por leer, grupos de música desconocidos por escuchar, películas, pintores y sus obras, ciudades y villas a visitar, personajes históricos...... curiosamente, dentro de este metodo, algunas notas caen en el olvido mientras que otras sobreviven a un extraño proceso de selección aleatorio o natural.


Uno de estos afortunados post it fue el articulo periodístico sobre la nueva novela de Amélie Nothomb,
"Ordeno y mando". Una escritora con renombre europeo y que yo desconocia su existencia. Con el tiempo me propuse subsanar esta laguna y decidí, en esta ocasión, no empezar por el tejado. Higiene del asesino fue la primera novela de Nothomb, publicado en el lejano año de 1992 y ha sido un más que agradable descubrimiento.

Prétextat Tach es un viejo escritor que ganó el premio Nobel de literatura y al que se le diagnóstica un extraño cancer que le condena a morir en apenas dos meses. En el poco tiempo que le queda, el viejo escritor concede una serie de entrevistas donde los periodistas serán víctimas de la verborrea del anciano y despreciados por la fuerza dialéctica del entrevistado. La higiene del asesino es una novela dialogada, basándose en el enfrentamiento dual entre dos personas encerradas en una sola habitación. Tiene un fuerte aire a teatro, al describirse la acción en la residencia del ancinano. Solamente con algunas muestras del pasado por parte del protagonista, la acción escapa del agobiante escenario central. Del mismo modo con la concentración de periodistas fuera de la vivienda del escritor.

La novela de Nothomb me ha sorprendido gratamente gracias a una estructura tan sencilla y que se sustenta con un poderoso manejo de los diálogos. El desafio entre un personaje notablemente pasado de rosca, el escritor Tach, ingeniosamente certero en sus conclusiones e igualmente contundente en menospreciar al contrario, se medirá en un duelo final, a un enemigo tan mordaz y cruel como el propio escritor, elevando la propuesta de Nothomb a un continuo choque entre dos cabezas pensantes para hilvanar un desenlace sorprendente a través de los recuerdos del anciano que transformará tanto a los propios personajes como al lector.

Entre tanta mención al pasado y citas dignas de ser recordadas he hallado una en la misma novela que merece perpetuarse sin necesidad de dejarla anotada en papel.


"El oceano es un olvido gigantesco en el que tan sólo navega un buque, que es la memoria."
                                                                                                               Prétextat Tach

1 de abril de 2011

Un maestro en Guadarrama

En los estantes de una biblioteca de Madrid, un mar de hojas se acumulan en diferentes tipografías y caracteres. Portadas grandes y tapas pequeñas son colocadas sin orden en tamaño, peso o color en los fondos destinados a la capital y su comunidad. Entre tanta palabra olvidada, se encontraba una pequeña perla con un título simple y reconocible por mi parte. "Guadarrama", apelativo de una villa que antaño se apropió del nombre de un río y de una sierra. El reducido tamaño del manuscrito incluye una enorme labor pedagógica por parte de su autor, Luis de León, maestro superior de finales del siglo XIX.

La "obrita" como el mismo autor la denomina, es un retrato de la sociedad guadarrameña de la época, preocupado por aplicar la enseñanza a los niños y dejar por escrito las costumbres de una población enclavada en el corazón de una cadena montañosa. El ejemplar es en realidad un encargo de don Manuel de Ayala, con el fin de complementar la instrucción de la juventud y conocimiento de los diversos municipios de la comunidad de Madrid de finales del XIX.

Podría enmarcar esta entrada con detalles de este período, comparar el antiguo Guadarrama con el coetáneo y complementarlo con las similitudes que podrían haber sido heredadas en la actualidad. Sin embargo prefiero rendir un sincero homenaje al autor de la obra, Luis de León, maestro superior del municipio y que recibió con agrado la tarea "..de ser útil a los niños, a quienes amamos entrañablemente, para que conozcan la parte histórica al par que geográfica de su pueblo..." Con humildad y esmero, el profesor disecciona la villa de 1891 a través de diversos apartados donde queda retratada la sociedad del momento: la historia, los limites territoriales, la naturaleza, su entorno, población, economía, costumbres, tradiciones, etc.

A través del relato se intuyen las dificultades que encontraba Luis de León para ejercer su trabajo. El salón de clase destinado a los niños, en el mismo  ayuntamiento, no cumplía con los requisitos pedagógicos necesarios y mucho menos la casa habitación destinada al educador. Las dificultades de ese período no ayudaban tampoco, el profesor las entendía perfectamente pero carece de la ayuda de algunos padres, a los que ni siquiera conoce por no presentarse nunca en la escuela. El noble propósito del maestro lucha frente a la apatía general de los muchachos y la ayuda que estos prestaban a la economía de las familias. El educador se lamenta de este hecho pese a la subvención del Gobierno de intentar elevar la enseñanza en la población española de la época.

Luis de León fue maestro en el Guadarrama de finales del XIX, antes que la corona perdiera las ultimas posesiones del Imperio. Un profesor preocupado por la enseñanza y comprometido con el municipio al enunciar las mejoras que debieran realizarse para el progreso del pueblo o costear de su propio bolsillo un altar a Nuestra Señora del Carmen.

Luis de León realizó el encargo que iba destinado a sus propios alumnos, "los niños deben empezar el estudio de la Historia por la de su pueblo", sin saber que su trabajo seria perenne en la historia de un municipio serrano 120 años después.