A principios de los 90 surgió un nuevo y exitoso personaje en el mundo del cómic, cuya referencia respondía al seductor nombre de Spawn. Una nueva figura enmascarada llamada a unirse al mundo de las viñetas, similar a los grandes clásicos de los superhéroes disfrazados de las décadas precedentes. Aunque aquí reviste una singularidad, ya que este nuevo invitado es en realidad un demonio enviado desde el mismo infierno. Un protagonismo acorde a la desatada violencia que acompañan las aventuras de este nuevo personaje, con el objetivo claro de dirigirse a un público más adulto, tanto en la imagen proyectada como al argumento que trata.
Su autor, Todd McFarlane, es un prestigioso dibujante que ya había despertado la admiración del gremio y del público gracias a la actualización que llevó sobre el icónico Spiderman a finales de los ochenta. Pero con el paso de los años, hubo intercambio de impresiones con los directivos de Marvel: unas diferencias vendidas siempre como creativas, aunque la verdad siempre sobresalgan los derechos de los personajes creados, es decir, la pasta. Así fue como McFarlane, y otros grandes autores, abandonaron Marvel y se embarcaron en sus propios proyectos personales bajo una editorial independiente que recogiese sus propias creaciones: Image Comics
Visualmente siempre queda bien - HBO |
El éxito de Spawn fue casi instantáneo al primer número publicado, con un enorme récord de ventas en tan poco tiempo, que ya se veían las buenas inversiones en un negocio que lo transformó en un fenómeno mundial. Una buena muestra del boom fue que en menos de cinco años se sacó adelante una adaptación cinematográfica, mientras la atrevida productora americana, HBO, también quiso contribuir a la fiesta del llamativo personaje al levantar una serie animada sobre los tebeos ya publicados. De la serie, expuesta en la citada plataforma de pago, se realizaron tres únicas temporadas. Con la salvedad importante de quedarse en el limbo, sin cerrar ni dar fin el trabajo argumental previo. Una reseña necesaria en estos tiempos por dejar colgado al personal. Un público que lastrará el déficit de quedarse sin conocer la deseada resolución final de una historia subordinada al avance de la publicación en papel.
La serie recoge desde el principio los puntos más interesantes de la historia expuesta en viñetas. Con una animación acorde al ostentoso título de novela gráfica, Spawn propone una trama enrevesada entre diversos personajes condenados a converger en algún punto determinado. Sin duda, el gancho del protagonista principal es el mayor reclamo a la hora de acercarse a la historia que propone McFarlane. Un personaje atormentado que intenta hallar respuestas a la nueva función que le ha otorgado el destino y cómo sus actos andan encaminados a tomar decisiones que tomará por propias. Ayuda en este caso la aportación incrédula, chulesca y violenta que arrastra el personaje principal frente al continuo deseo de pillar a su exesposa por banda. Otra cosa bien distinta es que decida intervenir en los trapicheos que suelen darse en los callejones donde intenta ocultarse a llorar su desgraciada cara chamuscada. Sin quererlo, su pasado le persigue hasta las mismas cloacas en las que busca esconderse de la realidad, unos actos arbitrarios que pondrán bajo su pista las oscuras causas de sus viejos compañeros y los extraños asesinatos que se acumulan en los callejones donde se ocultan los perdidos de la sociedad.
Se me ha caído la lentilla - HBO |
HBO, 1997-99