Se
abre la sesión, por primera vez, de la plataforma Disney+; y tras
realizar una hojeada general al contenido, el chico que todavía
perdura en un cuerpo de cuarenta y tantos, saca a relucir cierta
agitación por abrir la pestaña dedicada a Star Wars. En el
transcurso de los últimos años, se han ido añadiendo tantas
producciones audiovisuales que hacen palidecer la cuantiosa cantidad
por la que George Lucas se vendió en 2012. Y por ahí, uno observa
con nostalgia las llamadas películas originales, atrincheradas en un altar frente a las nuevas incorporaciones que tienden a ser una oleada de películas,
seriales y las habituales coñas de lego. Un servidor opta por tirar de
clasicismo y rebuscar viejas sensaciones con la serie dedicada a Obi
Wan Kenobi.
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Es de justicia reconocer que Ewan McGregor borda su papel - Disney |
A
lo largo de los cacareados estrenos de la última trilogía, la
interesada publicidad consumista iba anunciando nuevas aventuras (Rogue One)
o personalizaciones interesantes (Solo) dedicadas al lejano
universo. Pero la saturación y las críticas exacerbadas llevaron a
extender en el tiempo una opción más interesante. Porque alguna
cabeza pensante debió de presentar mejores números si tales
productos acababan siendo destinados a la plataforma del streaming;
mejor pasar por caja de manera periódica que frente a la esporádica
taquilla. Se potencia una marca propia y te quitas de en medio a intermediarios y exhibidores.
Seguramente,
la aventura de Kenobi ya estaría planteada o al menos tendría un
guion base para realizar su propia película. Finalmente, el
resultado ha sido una interesante propuesta de 6 episodios que
intenta conectar con los sucesos dados en La venganza de los Sith
con 10 años de diferencia. Tiempo suficiente para que el Imperio
haya dado muestras de su poder y dominación feudal a lo largo de las
galaxias, incluido los planetas que antaño eran llamados
del Borde Exterior, como Tattooine.
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Hay vida más allá - imagen del tweet de aullidos el 11/12/2020 |
A
pesar del lógico intento de aislamiento, siempre gotea algún
comentario, titular o tendencia globalizada del producto de moda.
Pese al ruido, el verdadero logro es evadirse de la opinión
generalizada a la espera de contrastar de manera particular la serie
protagonizada por Ewan McGregor.
Han pasado unos cuantos años y el
actor escoces vuelve a encarnar al maestro Jedi, Obi
Wan Kenobi, en una serie que
resulta conmovedora, básicamente por el significado que adquiere volver a
un universo conocido; entretenida, como no podía ser de otra manera
al tratarse de un producto de consumo y con una enorme lentitud a la
hora de desarrollarse. Una letanía que es un verdadero lastre en el
ecuador de la serie, para después exhibir la traca final en su
desenlace. En parte, era necesario tomarse las cosas con cierta calma,
sobre todo para exponer la situación de los conocidos protagonistas
tras la señalada década transcurrida.
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Molaaa - Disney |
El
planteamiento general coloca a McGregor como protagonista absoluto a
través del clásico ejercicio del viaje del héroe que termina en redención. Con la salvedad
de que ahora es un viejo guerrero derrotado por los acontecimientos
del pasado y del que pretende abandonar mientras se esconde tras el
nombre de Ben. Sin embargo, alguien conocido por todos no olvida, y suelta a sus perros
de presa para que den caza a Kenobi y al resto de Jedis
supervivientes tras la ejecución de la orden 66. Un grupo
especializado, denominado como Inquisidores, que andan tras los
pasos de cualquier perturbación que tenga que ver con la Fuerza. Aunque suene ridículo perseguir tales sensaciones. De estos cazadores, destaca
Reva (Moses Ingram) una ambiciosa y empedernida mujer cabreada que
busca elevarse con atrapar el premio gordo y ofrecer tal plato a
Vader. Es importante destacar al gran villano, el antiguo alumno que
busca continuamente resarcirse de su derrota de Mustafar. Porque su presencia eleva bastante el nivel global de una serie que también añade una historia paralela de venganza en la figura de Reva.
Las
claves se sobreentienden perfectamente, incluso hay base suficiente
que se utiliza correctamente a través de los conocidos flashback
para conectar con el pasado.
Sin embargo, la serie cojea, y mucho. Una cosa es el momento
fan, del que llegamos aceptar cualquier cosa mientras nos
despisten con colores, efectos o escenas espectaculares; y otra muy
distinta es ver como un producto audiovisual apenas logra alcanzar
alguna cota de calidad, o el escaso nervio para lograr tensar los
momentos de mayor acción. Sirva de ejemplo el rapto de una niña a
manos de unos mercenarios. Está tan mal ejecutado todo, que el
montador no logra salvar ningún resquicio de ese momento,
supuestamente angustioso e importante. Y así podría añadirse unas cuantas más.
El mayor responsable responde al nombre de Deborah Chow, cineasta
canadiense con un largo trasiego en la dirección de series
televisivas. O sea, que tenía rodaje y experiencia, incluido dirigir
algún capítulo de El Mandaloriano como prueba de acceso a este universo singular.
Pero el resultado final es el que es. Y un servidor lamenta la ocasión perdida, mientras medita cómo carajos puede un producto de este calibre permitirse interpretaciones flojas de gran parte del reparto. O consentir incorporar imágenes de relleno en cada capítulo, como hacían las series españolas cuando copaban el prime time nocturno. Chow ha fracasado pese a tener mimbres suficientes como para salir simplemente airosa. El final de la serie se eleva simplemente por volver a juntar a los protagonistas de las precuelas en un esperado duelo final. Ver a Vader y Kenobi en un nuevo duelo rellena cualquier cosa porque el contexto anterior logra copar el lado más fanático de los aficionados. Además de sacar tajada a la nostalgia de observar parte de la infancia de los mellizos Leia y Luke. El adulto de cuarenta y tantos se impone al mochuelo. Aunque no del todo. Siempre queda algo, y al clavo de Star Wars me seguiré aferrando.
Obi
Wan Kenobi
Disney +, 2022
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La ristra: