Hace cinco años me encontré un libro en un banco, abandonado a la intemperie del primero que pasase por su llamativa portada. Éste era miembro de una selecta colección de bolsillo (Colección Reno). Y en todo este tiempo posterior, me he liado a intentar completar el listado de la citada colección, seguramente sea inabarcable, y rematar con alguna que otra lectura de los libros acumulados ¿Los motivos? Pues tan simple como poder disfrutar de historias como, Donde los vientos duermen, de András László. Una verdadera sorpresa, que de inicio, no apuntaba tales maneras, seguramente porque pedía tiempo y paciencia para llegar a enganchar de tal modo, que notas cuando la lectura de la novela te atrapa y logra marcar huella. Un poso que permanece y entra directo a la memoria personal, ésa que queda para el recuerdo frente a otros libros que terminan siendo olvidables. Hacia ese distinguido lugar se dirige la historia creada por András László; un escritor singular de mediados del siglo XX, cuyo origen procedía del pasado imperio austro húngaro hasta errar por diferentes países europeos buscando poder asentar el culo.
Gracias a esta búsqueda, el escritor nos traslada al pasado de Kurt y las relaciones que mantuvo con diferentes mujeres en Italia, Francia y España. Un paso atrás que nos permite conocer mejor los movimientos de este pequeño vagabundo burgués y su marcada personalidad: inteligente, dura y atractiva de leer. Obviamente hay un enorme choque al constatar el enfrentamiento del pasado con el presente, sus encuentros personales y las cicatrices que dejaron sus pasos. Similares a los rescoldos de una sociedad marcada por las guerras recientes. El contexto de la historia con mayúsculas, también ayuda a situar la necesidad que hubo de buscar los reencuentros entre familiares y seres queridos. A pesar de la apariencia de ajetreo entre tanto viaje, László tiene la capacidad de embaucarnos con su narrativa entre los recurrentes saltos temporales que describan un pasado donde destaca la poderosa relación de los protagonistas implicados en cada ciudad, en cada país. Curiosamente, el escritor guarda cierto paralelismo con su novela por su índole a establecerse por diferentes países a lo largo de su vida, hasta que finalmente se asentó entre Francia y España según qué épocas del año. Un escritor a recuperar y a reivindicar a nivel europeo por la incapacidad de otorgarle un único pasaporte. Por otro lado anda la historia ficticia, la continua búsqueda liderada por Kurt, inamovible en su proyecto y obcecado en una empresa casi imposible: cumplir con el deseo de su hijo y de paso lograr reengancharse a una sociedad de la cual se apartó deliberadamente
-Tú también sabes reír.
-Mucho me temo que sólo sea una manera de enseñar los dientes.
Ed GP. 1968 Col Reno 257
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