Bosco a uno de enero de dos mil diecinueve |
De momento debería centrarme en el blog y en las fastuosas celebraciones que merecen alcanzar las cuarenta primaveras frente a la pequeña década bloguera. Para empezar toca pasar revista y hacer autocrítica por el descenso de publicaciones, pues este curso de 2018 parece una mala copia del 16. Capón personal por caer en la desidia y sobrevivir, cual Robinson, a base de sobras que cumplen el mero expediente mensual. Nuevamente la literatura acude al rescate del blog, al encabezar el número de entradas y con la vista orientada hacia el horizonte, ya que en breve abordaré el centenar de opiniones dedicadas a las letras. Para conmemorar tal cifra redonda debería descorchar alguna litrona y festejar como se merece tal clasificación. Seguramente haga una especie de lista, donde resalte las obras dignas de marcar huella, en este humilde lector, como propósito para 2019. Cabe destacar nuevas adquisiciones de mi particular colección Reno y la lectura de algunas de sus obras a lo largo del año. Una colección que supera ya el centenar de ejemplares.
Portada cuarentona - Periódico El País |
Otras escasas entradas desglosan la caótica intención de abarcar óperas primas y series perdidas. Tan pocas (3+2) que me planteo qué diablos habré estado haciendo a lo largo del 18 para sumar tal triste número. La memoria empieza a dar síntomas de perdida de retención, pues tiene pinta de haber perdido alegremente el tiempo en cosas poco provechosas. El tiempo, ese espacio de libertad anda limitado por las diferentes obligaciones, y ha hecho mella sobre todo en los paseos por el monte, pendiente únicamente del azar para poder escaquearme entre arroyos, bosques y leyendas. Obviamente queda la retahíla de la tentación, con el lascivo deseo de volver a perderme por los oscuros mundos de la naturaleza, persiguiendo el paso del Maligno por los contornos del Guadarrama.
Para acabar una breve referencia al mundo raner. Para el 31 ando inscrito en la San Silvestre del municipio de Galapagar, cuya edición coincide con la simbólica talla grande. Por poco concluyo el año sin dorsal al pecho, aunque sea una extraña forma de etiquetarme la bobería de una moda pasada, y de la cual me agarro a base de planes sin cumplir. Quien sabe, tal vez logre una especie de retorno, o tal vez me dedique a perder el tiempo en otras modas relacionadas con los cuarentones. El caso es que aguardo la llegada del 2019 con ganas de pasármelo bien , ilusión, propósitos y otras intenciones bien aventuradas relacionada con la tontería de la efeméride.
Pd: Venga va. Me propongo superar las 40 entradas.