Primera foto de Aldara |
Me es bastante complicado expresar en palabras los sentimientos que afloran cuando uno tiene en sus brazos algo tan inofensivo y que además representa el culmen final de un viaje que por norma arranca nueve meses atrás. Lo único que se me ocurre es que nunca había cogido algo tan pequeño y con apenas unos minutos de vida. En cierto modo intento rememorar los momentos previos al alumbramiento, establecer un orden y plasmarlos con criterio en esta pequeña gran aventura que comenzó un sábado y que se extendió durante toda la madrugada hasta la espera del momento estelar. 8:45 horas del 22 de julio de 2012, momento el cual la matrona saco finalmente el cuerpo entero del bebé para posarlo en los brazos y el vientre de su madre. Dolores, inquietudes y miedos desaparecieron con el llanto de una niña que imponía su llegada al mundo ante la fascinación personal que es observar en vivo, todo el proceso del nacimiento de tú propia hija.
La palabra que siempre utilizo cuando me preguntan por mis sentimientos, es la de impresionante (RAE. adj. Que causa una gran impresión, especialmente de admiración o asombro) como breve resumen al largo proceso del alumbramiento, hospitalización mediante. De todas las sensaciones que uno va acumulando, esta sin duda es la de mayor impacto que he disfrutado, suena a tópico por recurrir al nacimiento de mi hija, pero lo cierto es que es una experiencia que todo padre debería vivir y estar allí. Es todo un orgullo pensar que en el futuro podré contarle a mi hija como fue el día de su nacimiento, como la matrona llamó mi atención para ver como apuntaba la cabeza para salir y como después la cabeza ya sobresalía...
Booooo¡¡¡ |
Gracias a este día me he dado cuenta del valor del género femenino, quien de verdad disfruta de un ser que crece en su interior, quien siente los movimientos en su barriga y quien finalmente da a luz a un nuevo ser vivo. A pesar del cansancio acumulado, de las horas sin dormir y del esfuerzo desgarrador del empuje final, las mujeres deben encima prestarse al cuidado de su retoño, del vientre al pecho y de ahí a la continua atención que requiere todo recién nacido. Aunque le ponga buena voluntad, la mujer sigue estando ahí y el sentimiento de madre se dispara hacia su cría, en una unión que se me escapa pero que observo a diario y disfruto al reflejarse en el rostro de Cristina.
Un salve en honor a todas las mujeres del mundo que sostienen a esta débil especie que es el hombre, sin duda el enclenque género que se creía superior. Va por ti Cristina, amiga, amante, compañera, confidente y ahora madre.
Pd.
Aun hoy me cuesta creer del todo la catalogación de padre. Y ahora llega el momento freak. Quien realmente me conozca sabe que sí, lo hice.