Los recuerdos infantiles son siempre fuente de inspiración para cualquier autor, y del mismo modo se utilizan desde una perpectiva distinta para describir períodos históricos relevantes. Como en esta novela, Misiones nocturnas del escritor checo Jáchym Topol, quien recoge la invasión, por parte de las tropas del pacto de Varsovia, en 1968 sobre la república social de Checoslovaquía. Un movimiento militar que en resumidas cuentas venía a atajar las libertadas que se estaban gestando desde del gobierno encabezado por Alexander Dubček, políticas que buscaban deliberadamente una apertura que permitiese una mejora económica del país. Baste recordar que por aquel entonces todavía se libraba la guerra fría entre las dos grandes potencias de las siglas y la URSS no podía permitirse el lujo de que se le agitara el corral.
Dejando ya de lado el ligero acercamiento a la hemeroteca toca centrarse, todo lo que se pueda, sobre el libro de Topol y recuperar la idea inicial de los recuerdos. Porque Topol era hijo de un disidente, como el protagonista de la novela, con quien comparte la necesidad que tuvo de esconderse en un pueblo por las acciones del padre. Algo de autobiografía debe de haber aunque ignoro hasta que punto. El protagonismo recae en el joven Ondra, que es llevado junto a su hermano pequeño al pueblo natal de su progenitor en un inicio algo abrupto donde chocamos con el inicio de la ocupación militar. En esta pequeña localidad, el lector puede llegar a desesperar por el simple hecho de perderse entre las cantinelas que ocurren y la dificil prosa del escritor. La referencia infantil nos lleva hacia otras preocupaciones más dadas a esa edad, mientras que la invasión es vista casi de lado, como cuando a los niños se les manda a paseo por los mayores para que estos pueden deliberar sin la inoportuna presencia de los niños. El lector pues se larga junto a los muchachos a la calle, a descubrir como se desenvuelven los hermanos capitalinos frente a las pandillas locales, indagar los estrechos lazos del sexo opuesto e internarse en los bosques, donde abundan los recuerdos y las miserias de los pueblerinos, así como las leyendas que alimentan los cuentos populares.
Cabe destacar ese punto de vista tan inocente que en ocasiones hace perdernos algo de lo que ocurre, un efecto similar a cuando uno era más joven e intuía que algo pasaba a su alrededor, pero que no lograba pasar más allá de lo elemental y perdiendo seguramente información realmente importante. Topol logra recuperar esa sensación, donde sabemos que esta ocurriendo la invasión, que hay secretas que buscan al padre de los polluelos y que parte de la población oculta tantas penurias, odios y desencuentros como cualquier sociedad cerrada.
Casi toda la novela esta capitalizada por las aventuras de Ondra hacia su propia transformación como adulto, pruebas tales como superar su ingreso en la pandilla o ejercer de hermano mayor para intentar proteger al menor. Por otro lado la novela contiene algunos desahogos, como cuando retrocede en el tiempo para explicar la carencia materna o la cesión del protagonismo en otros personajes más adultos, que en ocasiones encauzan la trama paralela de la invasión, tan amenazante y distante como una sombra que nunca llega. Lamentablemente a veces se enreda tanto que uno pierde el hilo hasta desconocer que personaje lleva la narración y sentir la extraña sensación de haberme saltado o perdido alguna página que ayudase a encontrarle el sentido.
De nuevo las lagrimas. No paran de caer. Tengo un lago entero por dentro.
Jáchym Topol
Ed Lengua de trapo
31 de octubre de 2014
24 de octubre de 2014
La noche de los muertos vivientes
La gracia de esta película reside en su importancia como referente histórico hacia todo un subgenero del terror, el cine hecho sobre los muertos vivientes, más conocidos popularmente como zombies. Porque películas sobre zombies ya se habían realizado con anterioridad, pero La noche de los muertos vivientes, de George Romero, cosechó tal éxito que supuso las bases de una nueva variante dentro del genero, más cercano al terror mismo y con algo de gore para dotarle de mayor salsa al asunto. A pesar de los años la cinta conserva las claves que ha marcado tendencia en obras posteriores, algo así como un esquema troncal donde las variaciones siguientes vendrán dadas por otros autores con sus propias historias. Esta película, en cuestión, marca el territorio a otras producciones de corte similar.
La historia arranca cuando una pareja de hermanos son atacados por un extraño individuo en un cementerio. Tras una leve lucha la chica consigue refugiarse en una casa de campo donde se le une posteriormente otra persona que huye de los extraños atacantes. Nuevos personajes aparecen mientras los zombies comienzan a cercar la vivienda para intensificar los problemas de los asediados. Por aquí ya van desfilando algunas lineas de actuación de cualquier obra con muertos vivientes. Un simple listado como, por ejemplo, el ataque de estos seres frente a la incredulidad reinante de los personajes, la peculiar curiosidad que despiertan esos andares lentos, la inevitable huida hacia una supuesto refugio al percatarse del peligro y el consiguiente atrincheramiento de los personajes que todavía sobreviven a los mordiscos.
Esta tendencia humana de agruparse para afrontar juntos los peligros externos se configura como una base lógica hacia nuestra conducta social de buscar respuestas o ayuda en otras personas. En el cine y para este tipo de genero, es la llave maestra para dotar de sentido a la obra gracias a la tradicional fórmula de enfrentamientos, alianzas, recelos y toda clase de sentimientos que acapara el ser humano. A mayor número de personajes mayores problemas a solucionar, caracterizado normalmente en dos bandos enfrentados con sus correspondientes líderes, Ben y el señor Cooper en la cinta de Romero. Ambos personajes dejan bien clara su postura al comienzo, donde la tiranía de la razón la impone el arma de mayor calibre y el resto de personajes se ven obligados a tomar partido por las ideas de uno frente al otro. Al problema humano de la supervivencia, de los alimentos y de la preocupación por sus familiares se unen los zombies, que a estos les trae sin cuidado tanta palabrería y orden salvo para devorar cualquier ser vivo. Curiosamente estos muertos vivientes también tienden a asociarse en manadas.
Una vez superados ciertos baches surgen las preguntas. ¿Qué ocurre y porqué estas personas se han transformado en monstruos? Naturalmente toda persona busca esa respuesta en los medios de que se disponga, radio y televisión preferentemente aunque Internet baraja nuevas opciones más actuales. Los personajes quieren saber y desean ser rescatados por la caballería. Sin embargo siempre hay algo que falla y tienen que ser los protagonistas mismos quienes tengan que valerse para buscar ayuda externa o moverse hacia otros refugios más seguros. La tensión se dispara mientras los protagonistas ejecutan sus planes para huir, acabar con los zombies o evitar la trampa del rival de turno.
La noche de los muertos vivientes ha envejecido correctamente para tratarse de una cinta de genero y con más de cuarenta años desde su estreno. De hecho en 1998 y con motivo del 30º aniversario se rodaron secuencias extras para incluirlas en la original. Como en la mayoría de los casos este añadido sobra al no aportar nada reseñable al original que vio la luz en 1968.
La noche de los muertos vivientes de George A. Romero
1968
Films sans Frontières |
"Vienen por ti Barbra" - Films sans Frontières |
Una vez superados ciertos baches surgen las preguntas. ¿Qué ocurre y porqué estas personas se han transformado en monstruos? Naturalmente toda persona busca esa respuesta en los medios de que se disponga, radio y televisión preferentemente aunque Internet baraja nuevas opciones más actuales. Los personajes quieren saber y desean ser rescatados por la caballería. Sin embargo siempre hay algo que falla y tienen que ser los protagonistas mismos quienes tengan que valerse para buscar ayuda externa o moverse hacia otros refugios más seguros. La tensión se dispara mientras los protagonistas ejecutan sus planes para huir, acabar con los zombies o evitar la trampa del rival de turno.
George A. Romero - Photo Rex |
La noche de los muertos vivientes de George A. Romero
1968
10 de octubre de 2014
Drácula, de Bram Stoker
En esta novela se encuentra el germen de uno de los mitos más atractivos de la cultura popular. El monstruo ideado por Stoker, supera con creces a otras figuras fantásticas del terror que surgieron en el decimonónico siglo XIX, transformándose con el tiempo en un icono capaz de acaparar cualquier actividad relacionada con el espectáculo y las artes. Literatura, cine y televisión han modelado el género del vampiro hasta la saciedad, en mil y unas cuantas más de cientas de adaptaciones que tampoco vienen al caso exponerlas en esta entrada. Pues bastante conocidas son las diferentes versiones que han llegado al público a lo largo de tantos años. Incluidas aquellas que bien pudiéramos eliminar. Pero lo importante de esta entrada es la novela de Stoker, cuya obra ya obtuvo el éxito en su momento y aun hoy conserva un notable poder de fascinación sobre los lectores.
En principio parece lastrar el conocimiento de la historia. Y el recuerdo de la brillante adaptación cinematográfica de F.F. Coppola en la memoria tampoco ayuda. Sin embargo Drácula se merece algo más que una nueva o primera lectura, ya que significa conocer la semilla del, seguramente, más famoso monstruo creado por la mente humana. Y aunque Stoker no fuera el creador de la leyenda de los chupasangres, si que tiene el honor de ser la figura que catapultó a los vampiros hacia la fama.
La sinopsis de la historia es bien conocida. El conde Drácula recibe la visita del joven Jonathan Harker para ultimar los flecos de la adquisición de una propiedad en Londres a su nombre, la ciudad hacia donde se dirige para extender su peculiar dominio de las sombras.
Para empezar voy a atreverme a incluir un pero, el pequeño matiz que normalmente encuentro en diversas obras y que por bocazas nunca puedo dejar de exponerlas. En esta ocasión me repatea la excesiva melosidad entre los personajes principales, porque una cosa son los buenos hábitos y la elegante educación de los ingleses, y otra muy distinta el baboseo continuo de las buenas palabras que proliferan en estos perfectos caballeros. Esta letanía se propaga en exceso por las páginas del libro en continuos halagos que retienen los diálogos en una repetitiva fórmula donde los personajes podrían presumir de no necesitar abuela alguna. Ya se elevan a las nubes ellos sólitos.
Afortunadamente las virtudes del relato son muchas y variadas, por encima incluso de mis manías personales. En primer lugar, la estructura de narración que escoge Stoker, a través de los diarios personales de los protagonistas. Al principio choca esta manera de relato personal, donde se pierde la referencia de un protagonista que sobresalga sobre el resto y sirva de guía al lector. Al inicio este aspecto recae en los fragmentos del diario de Harker mientras dura su estancia en Transilvania. Tan atractivo como misterioso por introducirnos en la misma guarida del vampiro.
Después de la fascinante aventura de Harker, la narración adquiere el formato citado, al introducir los distintos diarios de los protagonistas y saltando constantemente de uno a otro donde se frena algo la magia del inicio. También la correspondencia, los telegramas y alguna que otra noticia que aparece en los periódicos complementan la estructura del resto de la novela. Este continuo salto de narrador va adquiriendo la importancia necesaria, según van pasando las páginas, hasta transformarse en un conjunto de experiencias que bien pudiera jugar con la perspectiva de ser una realidad descrita por sus protagonistas y expuesta al mundo a través de sus escritos. De todo el material que se recoge me gusta destacar la bitácora del capitán del navío que usa el conde Drácula para llegar hasta Inglaterra. Sobrecogedor todo el trayecto que padece la tripulación ante un fenómeno tan inquietante y terrorífico.
Si el conde Drácula es ya un personaje fascinante, su antagonista principal debe por lo menos sumarse a la fiesta con alguna que otra excentricidad. Así es como sobresale el doctor Van Helsing sobre el resto de varones, pues la fémina Mina Harker también sobrevuela por encima de los hombres. De Van Helsing queda su verborrea y los extraños métodos de curación que derivan en la duda por el resto de protagonistas, sobre todo de su amigo y alumno, el doctor Seward, quien representa la necesaria incredulidad humana hacia los métodos empleados por su maestro ante los fantásticos sucesos que ocurren. Stoker destaca en esta segunda parte al exponer gradualmente las inquietudes terrenales ante lo desconocido. La prolongada enfermedad del personaje de Lucy alimenta la tensión del relato a través de los múltiples esfuerzos de los protagonistas en acordonar la estancia de la enferma y su fragilidad interna al sufrir continuas derrotas. Pasan las páginas y el interés no decae gracias al cumulo de incidencias y a la habilidad del escritor de exponerlas con el cuidado necesario de no caer en la repetición.
El tercer acto describe la variación de la caza al conocer exactamente los protagonistas el peligro y la veracidad del monstruo que pulula por Londres. Y el conde pasa a ser buscado como la presa de aquellos a los que arrebató a la mujer amada. Y éste, no contento con una marcha a por la segunda, encendiendo los ánimos de sus oponentes y de los lectores hacia el carnal modo de obrar del conde por satisfacer sus deseos. Pasiones bien entendidas hacia el enfermizo ser que busca siempre cuellos femeninos para prolongar su estancia en la tierra. Brillante hasta el final, el autor contemporiza los tiempos para desarrollar toda su aventura con los traspiés y la emoción necesaria para terminar de conquistar al lector con su soberbio trabajo.
Drácula
Bram Stoker
Ed. El País aventuras. Grupo Anaya, 2004
En principio parece lastrar el conocimiento de la historia. Y el recuerdo de la brillante adaptación cinematográfica de F.F. Coppola en la memoria tampoco ayuda. Sin embargo Drácula se merece algo más que una nueva o primera lectura, ya que significa conocer la semilla del, seguramente, más famoso monstruo creado por la mente humana. Y aunque Stoker no fuera el creador de la leyenda de los chupasangres, si que tiene el honor de ser la figura que catapultó a los vampiros hacia la fama.
La sinopsis de la historia es bien conocida. El conde Drácula recibe la visita del joven Jonathan Harker para ultimar los flecos de la adquisición de una propiedad en Londres a su nombre, la ciudad hacia donde se dirige para extender su peculiar dominio de las sombras.
Para empezar voy a atreverme a incluir un pero, el pequeño matiz que normalmente encuentro en diversas obras y que por bocazas nunca puedo dejar de exponerlas. En esta ocasión me repatea la excesiva melosidad entre los personajes principales, porque una cosa son los buenos hábitos y la elegante educación de los ingleses, y otra muy distinta el baboseo continuo de las buenas palabras que proliferan en estos perfectos caballeros. Esta letanía se propaga en exceso por las páginas del libro en continuos halagos que retienen los diálogos en una repetitiva fórmula donde los personajes podrían presumir de no necesitar abuela alguna. Ya se elevan a las nubes ellos sólitos.
Afortunadamente las virtudes del relato son muchas y variadas, por encima incluso de mis manías personales. En primer lugar, la estructura de narración que escoge Stoker, a través de los diarios personales de los protagonistas. Al principio choca esta manera de relato personal, donde se pierde la referencia de un protagonista que sobresalga sobre el resto y sirva de guía al lector. Al inicio este aspecto recae en los fragmentos del diario de Harker mientras dura su estancia en Transilvania. Tan atractivo como misterioso por introducirnos en la misma guarida del vampiro.
Después de la fascinante aventura de Harker, la narración adquiere el formato citado, al introducir los distintos diarios de los protagonistas y saltando constantemente de uno a otro donde se frena algo la magia del inicio. También la correspondencia, los telegramas y alguna que otra noticia que aparece en los periódicos complementan la estructura del resto de la novela. Este continuo salto de narrador va adquiriendo la importancia necesaria, según van pasando las páginas, hasta transformarse en un conjunto de experiencias que bien pudiera jugar con la perspectiva de ser una realidad descrita por sus protagonistas y expuesta al mundo a través de sus escritos. De todo el material que se recoge me gusta destacar la bitácora del capitán del navío que usa el conde Drácula para llegar hasta Inglaterra. Sobrecogedor todo el trayecto que padece la tripulación ante un fenómeno tan inquietante y terrorífico.
Si el conde Drácula es ya un personaje fascinante, su antagonista principal debe por lo menos sumarse a la fiesta con alguna que otra excentricidad. Así es como sobresale el doctor Van Helsing sobre el resto de varones, pues la fémina Mina Harker también sobrevuela por encima de los hombres. De Van Helsing queda su verborrea y los extraños métodos de curación que derivan en la duda por el resto de protagonistas, sobre todo de su amigo y alumno, el doctor Seward, quien representa la necesaria incredulidad humana hacia los métodos empleados por su maestro ante los fantásticos sucesos que ocurren. Stoker destaca en esta segunda parte al exponer gradualmente las inquietudes terrenales ante lo desconocido. La prolongada enfermedad del personaje de Lucy alimenta la tensión del relato a través de los múltiples esfuerzos de los protagonistas en acordonar la estancia de la enferma y su fragilidad interna al sufrir continuas derrotas. Pasan las páginas y el interés no decae gracias al cumulo de incidencias y a la habilidad del escritor de exponerlas con el cuidado necesario de no caer en la repetición.
El tercer acto describe la variación de la caza al conocer exactamente los protagonistas el peligro y la veracidad del monstruo que pulula por Londres. Y el conde pasa a ser buscado como la presa de aquellos a los que arrebató a la mujer amada. Y éste, no contento con una marcha a por la segunda, encendiendo los ánimos de sus oponentes y de los lectores hacia el carnal modo de obrar del conde por satisfacer sus deseos. Pasiones bien entendidas hacia el enfermizo ser que busca siempre cuellos femeninos para prolongar su estancia en la tierra. Brillante hasta el final, el autor contemporiza los tiempos para desarrollar toda su aventura con los traspiés y la emoción necesaria para terminar de conquistar al lector con su soberbio trabajo.
Drácula
Bram Stoker
Ed. El País aventuras. Grupo Anaya, 2004
3 de octubre de 2014
VIII Maratón de Zaragoza
He dudado, he sufrido pero también he disfrutado a lo largo de cuarenta y dos mil ciento noventa y cinco metros. Objetivo personal cumplido, al recorrer la mítica distancia en Zaragoza el pasado domingo 28 de septiembre. Una ciudad y un debut que recordaré siempre como el punto final de ese viaje deportivo de poder completar una maratón. Y porque ha sido un recorrido largo, con numerosos baches de por medio, pero afortunadamente el desenlace ha tenido un final feliz.
La decisión de esta medio locura la tomé en 2013, incluso recuerdo como el 16 de junio salí a correr todo convencido de que faltaban nueves meses para la maratón de Barcelona. Porque la ciudad condal fue siempre mi primera opción, al residir mi hermana y mi cuñado en un municipio cercano. La idea era cumplir con la visita de rigor y aprovechar la estancia para apuntarme a la maratón. Pero como en octubre decidieron regresar al centro de la península por el nacimiento de su hijo, la carrera de Barcelona quedo en suspenso. El reto quedo aparcado hasta que planeé mis intenciones en un supuesto calendario deportivo para 2014. Murcia y Valencia pasaron a ser mis favoritas por ser a finales de año, y con el margen suficiente para poder prepararme lo suficiente. Sin embargo fueron pasando los meses y tras algunas carreras noté cierto cansancio mental por la obligación de realizar varios entrenos semanales. Una nueva visita al calendario de pruebas maratonianas situaba a Zaragoza en septiembre y a Bilbao en octubre. Más cercana la prueba de la capital maña y con el aliciente de conocer algo una ciudad donde nunca había estado. El única problema fueron los entrenamientos veraniegos, donde tocó madrugar en más de una ocasión para poder realizar algunas tiradas más largas. Este es un breve resumen de los vaivenes que ha dado la elección de correr mi primera maratón. Ya que la preparación también debería incluirse por la constancia de mantener los múltiples entrenamientos y las horas arrebatadas a la familia para poder cumplir el sueño de cruzar esa meta final.
Alrededor de las 8 de la mañana cruzaba el puente de Piedra para llegar a la explanada de la Basílica del Pilar. El magnífico punto de salida y llegada de la carrera, en pleno corazón de la ciudad. Y lo cierto es que me encontraba bastante tranquilo en esos momentos pese al esfuerzo que se avecinaba, solo empiezo a notar cierto cosquilleo cuando el speaker llama a filas y busco un hueco en la salida. Con la catedral de la Seo y la Basílica, como privilegiadas
espectadoras, me da por pensar en santiguarme ante el reto que estoy a punto de afrontar. Sin embargo compruebo que la ayuda divina se encuentra en los elementos, como el cielo encapotado y una temperatura ideal que evita tanto el frío como el calor para poder desarrollar una carrera de larga distancia. Arrancamos al son de las palmas y enfilamos el primer km cruzando el río Ebro. Mi objetivo, al margen de acabar, es el globo de las cuatro horas, cuya portadora ha salido algo más adelante. Con tranquilidad recorremos los primeros kms por amplias calles para volver a cruzar el Ebro donde se enfila el paseo de Echegaray y Caballero para cumplir con los primeros 5Ks en una ida y vuelta por esta calle donde nos cruzamos con los corredores que van a disputarse la victoria.
Salimos del centro de la ciudad por grandes avenidas mientras intento observar y empaparme de los lugares por donde pasamos. En este tránsito, consigo entrar en el numeroso grupo del globo de las cuatro horas, y como somos tantos voy ocupando la parte trasera del mismo. La carrera se encamina hacia el parque Grande de José Antonio Labordeta. Dentro de este amplio espacio recorremos varios kms, pasando por el 10 y posteriormente por el 15. Llega el momento cómico, cuando perdemos la referencia visual cuando el globo explota al chocar contra las ramas de los árboles. Queda pues fijarse en las personas que componen esta grupeta donde van apareciendo y desapareciendo los corredores tras los pasos de los kms. En esta ida y vuelta por el parque, suelo perder la estela del grupo al pasar por los avituallamientos donde existe cierto colapso, así que me propongo dejarme caer algo hacia atrás para poder avituallarme sin temor a tropezarme con nadie. Me noto bastante completo mientras vuelvo a reincorporarme al grupo, seguimos trotando junto al paseo del Canal que me recuerda a otro canal visualmente hermoso, el de Castilla. Sin embargo en el km 20 se me agudiza un dolor por debajo del gemelo izquierdo y que
amenaza con extenderse hacia arriba. Me da miedo pensar en que se me suba la bola cuando todavía queda tanto por recorrer. No queda otra que aflojar y soltarse del grupo con la esperanza de que pueda recuperarme más adelante. Encima he parado mi crono personal sin darme cuenta, con lo que me cabreo por el cumulo de incidencias contrarias. Paso por la media con un tiempo de 1:58:11 mientras veo al grupo irse a lo lejos, en ese instante cometo la estupidez de intentar volver a correr más rápido con la consecuencia natural de aumentar el dolor. Esta claro que a un ritmo inferior puedo continuar y así me lo planteo desde entonces. Además la providencia vuelve a ayudarme cuando en la larga calle de Miguel Servet me adelanta un corredor que viste la camiseta de la maratón de Atenas. Ya puede Nueva York ser la capital del mundo occidental y su maratón destino predilecto de runners, que para mí la historia va primero y Filípides anduvo antes por Grecia que por las Américas.
Alcanzo el km 25, segundo gel de la jornada y el dolor parece que no va a más en los siguientes kms. Me animo un poco y tras superar a un par de corredores en el 27, aparece una larga recta donde visualizo al grupo a una distancia lejana pero asequible. Ronda Hispanidad es el nombre de la amplia avenida. Voy algo mejor y parloteo con un compañero
de amarillo que se ha descolgado, me anima a continuar con el objetivo de unirme al grupo. Después supero a una chica de negro pero el grupo sigue en el horizonte, como un maldito espejismo que no logro alcanzar. Se me hace eterna esta larga recta hasta que un chico de Huesca me alcanza y me anima para ir juntos hasta el grupo. Un gozo no ir solo y poder intercambiar alguna que otra palabra con alguien. Como que ambos debutábamos en la distancia o que parte de la pierna le duele más a cada uno. Antes de llegar al 30 logramos acercarnos al grupo, pero nuevamente vuelvo a descolgarme porque a partir de estos kms la organización ha colocado a unos patinadores con reflex para calmar los dolores de los corredores. Me quedan 12 kms todavía y prefiero conservar el leve dolor de la pierna izquierda. Pequeño error porque a lo largo de los siguientes kms hay suficientes patinadores que no hubiera hecho falta detenerse. De todos modos aprovecho y repito la petición mientras vuelvo a perseguir al grupo. Menos mal que explotó el globo, sino soñaría con ese maldito plasticurri amarillo.
Los siguientes kms entran en una zona algo revirada, con algunas curvas y cambios de dirección donde noto el efecto tronco que voy adquiriendo. Inclinarse para coger una curva llega a chascar algo las piernas, menos mal que contamos con el apoyo de la gente en este concurrido barrio, además, vuelvo a incorporarme al grupete que ya ha perdido bastantes unidades. Imagino que algunas saltarían para adelante mientras que otras se habrán ido quedando para atrás. El compi de Huesca anda justo detrás de la liebre. Cuyo nombre responde a Estela San Pedro, la deportista que nos guía por el buen camino y nos va
animando a cada paso. Llega mi momento emotivo, cerca del km 36, al ver a mi familia esperando pacientemente en la acera mi paso por ese punto. Cris me dice que ya lo tengo mientras continuamos cerca del margen del río para atravesarlo nuevamente por el puente de Santiago y coger otra vez el paseo de Echegaray y Caballero. Empiezo a notar el cansancio acumulado y a sufrir en esta larga recta donde nuevamente nos cruzamos con quienes van por delante. El grupete se va deshaciendo mientras Estela sigue animando, por mi parte me coloco junto al oscense que me dice que va bien jodido. Le intento animar mientras solicita ayuda a los patinadores y finalmente me dice que tire para adelante donde continuo ahora al lado de Estela. Cuarenta kms después me coloco correctamente al lado de la liebre, cosas de un debutante.
Queda bien poco mientras enfilamos la calle San Vicente Paull, llenica de gente, donde apenas noto la leve subida, sin embargo después se dobla hacia una calle a derechas que está adoquinada¡¡¡. Por dios, que maligno pensamiento tuvo alguien en hacernos pasar por ese terreno tan irregular. Reduzco mi velocidad de manera considerable pues temo trastabillarme. Finalmente torcemos para bajar por fin hacia la plaza del Pilar, resuenan los ánimos de la gente y la cúpula de la Basílica cobra una enorme belleza al sobresalir entre las fachadas. Entro en la abarrotada plaza donde oigo una voz conocida y aunque me giro no logro ubicar su procedencia. Tampoco vi el cartel del km 42, así que ni idea de cuando llegaron los 195 metros restantes. Solo sé que una vez delante de la pancarta de meta vi el reloj y mi ego personal subió hasta arriba para poder anotar mentalmente esos momentos donde logré acabar mi primera maratón.
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Maratón Zaragoza
Video
La decisión de esta medio locura la tomé en 2013, incluso recuerdo como el 16 de junio salí a correr todo convencido de que faltaban nueves meses para la maratón de Barcelona. Porque la ciudad condal fue siempre mi primera opción, al residir mi hermana y mi cuñado en un municipio cercano. La idea era cumplir con la visita de rigor y aprovechar la estancia para apuntarme a la maratón. Pero como en octubre decidieron regresar al centro de la península por el nacimiento de su hijo, la carrera de Barcelona quedo en suspenso. El reto quedo aparcado hasta que planeé mis intenciones en un supuesto calendario deportivo para 2014. Murcia y Valencia pasaron a ser mis favoritas por ser a finales de año, y con el margen suficiente para poder prepararme lo suficiente. Sin embargo fueron pasando los meses y tras algunas carreras noté cierto cansancio mental por la obligación de realizar varios entrenos semanales. Una nueva visita al calendario de pruebas maratonianas situaba a Zaragoza en septiembre y a Bilbao en octubre. Más cercana la prueba de la capital maña y con el aliciente de conocer algo una ciudad donde nunca había estado. El única problema fueron los entrenamientos veraniegos, donde tocó madrugar en más de una ocasión para poder realizar algunas tiradas más largas. Este es un breve resumen de los vaivenes que ha dado la elección de correr mi primera maratón. Ya que la preparación también debería incluirse por la constancia de mantener los múltiples entrenamientos y las horas arrebatadas a la familia para poder cumplir el sueño de cruzar esa meta final.
La carrera
Alrededor de las 8 de la mañana cruzaba el puente de Piedra para llegar a la explanada de la Basílica del Pilar. El magnífico punto de salida y llegada de la carrera, en pleno corazón de la ciudad. Y lo cierto es que me encontraba bastante tranquilo en esos momentos pese al esfuerzo que se avecinaba, solo empiezo a notar cierto cosquilleo cuando el speaker llama a filas y busco un hueco en la salida. Con la catedral de la Seo y la Basílica, como privilegiadas
Km 4. Foto de Luis Vidal |
Salimos del centro de la ciudad por grandes avenidas mientras intento observar y empaparme de los lugares por donde pasamos. En este tránsito, consigo entrar en el numeroso grupo del globo de las cuatro horas, y como somos tantos voy ocupando la parte trasera del mismo. La carrera se encamina hacia el parque Grande de José Antonio Labordeta. Dentro de este amplio espacio recorremos varios kms, pasando por el 10 y posteriormente por el 15. Llega el momento cómico, cuando perdemos la referencia visual cuando el globo explota al chocar contra las ramas de los árboles. Queda pues fijarse en las personas que componen esta grupeta donde van apareciendo y desapareciendo los corredores tras los pasos de los kms. En esta ida y vuelta por el parque, suelo perder la estela del grupo al pasar por los avituallamientos donde existe cierto colapso, así que me propongo dejarme caer algo hacia atrás para poder avituallarme sin temor a tropezarme con nadie. Me noto bastante completo mientras vuelvo a reincorporarme al grupo, seguimos trotando junto al paseo del Canal que me recuerda a otro canal visualmente hermoso, el de Castilla. Sin embargo en el km 20 se me agudiza un dolor por debajo del gemelo izquierdo y que
Athens Classic Marathon |
Últimos metros. Foto de Ram6n |
Los siguientes kms entran en una zona algo revirada, con algunas curvas y cambios de dirección donde noto el efecto tronco que voy adquiriendo. Inclinarse para coger una curva llega a chascar algo las piernas, menos mal que contamos con el apoyo de la gente en este concurrido barrio, además, vuelvo a incorporarme al grupete que ya ha perdido bastantes unidades. Imagino que algunas saltarían para adelante mientras que otras se habrán ido quedando para atrás. El compi de Huesca anda justo detrás de la liebre. Cuyo nombre responde a Estela San Pedro, la deportista que nos guía por el buen camino y nos va
Llegada a meta |
Queda bien poco mientras enfilamos la calle San Vicente Paull, llenica de gente, donde apenas noto la leve subida, sin embargo después se dobla hacia una calle a derechas que está adoquinada¡¡¡. Por dios, que maligno pensamiento tuvo alguien en hacernos pasar por ese terreno tan irregular. Reduzco mi velocidad de manera considerable pues temo trastabillarme. Finalmente torcemos para bajar por fin hacia la plaza del Pilar, resuenan los ánimos de la gente y la cúpula de la Basílica cobra una enorme belleza al sobresalir entre las fachadas. Entro en la abarrotada plaza donde oigo una voz conocida y aunque me giro no logro ubicar su procedencia. Tampoco vi el cartel del km 42, así que ni idea de cuando llegaron los 195 metros restantes. Solo sé que una vez delante de la pancarta de meta vi el reloj y mi ego personal subió hasta arriba para poder anotar mentalmente esos momentos donde logré acabar mi primera maratón.
Patas arriba |
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