Lutes se embarca en un proyecto arriesgado, dejando a un lado el manido y sugerente estilo de novela gráfica, que ha triunfado en los últimos tiempos con miras más comerciales y estéticas, hacia otro tono más clásico, primando la narración a la hora de afrontar esta trilogía. No hay excentricidades en el clasicismo de la historia, solo buen hacer y sutiles descripciones (como cuando en off se "escucha" como la radio anuncia el extremo invierno de ese año mientras la imagen nos muestra como algunos arboles han sido arrancados para hacer leña). Los dibujos buscan la fidelidad, tanto como el uso de fotografías antiguas para mostrar la capital alemana tal como era y el inestimable trabajo de documentación para relatar los hechos que acaecían en Alemania; la canción del cabaret, la simbólica muerte de Rosa Luxemburgo, la manifestación del primero de mayo, etc
En este primer tomo, el autor dota el protagonismo principal a un periodista y a una mujer en búsqueda de su camino en una trama donde giran diversos personajes entrecruzándose en unos casos o por separado en otros. Varios de estos personajes tienen un aporte testimonial, como la familia judía y que seguramente cobre más protagonismo en los siguiente tomos. La pareja principal apenas eleva algo el interés del lector, son personajes con mayor poder interior y con sus inquietudes personales, desligándose en cierto modo, recordando el oficio de periodista del protagonista masculino Kurt Severing, de los pasos que se van dando en la sociedad alemana,
En el aspecto histórico, Lutes nos muestra a una Alemania herida en su orgullo por la derrota en la primera Gran Guerra, junto al humillante pacto de rendición a través de una sociedad polarizada en los extremos ideológicos, en un continuo ascenso que deriva en conflictos y enfrentamientos.
Agradezco el tono clásico y humano que Lutes abarca en este primer tomo a la historia y a los personajes, pero más bien parece una larga presentación de los protagonistas, sus inquietudes y sus relaciones, en una sociedad condenada por los errores del pasado y el revanchismo de las naciones vecinas. Apenas ocurre nada digno de mención, salvo la cotidianidad de una sociedad dolida que pide avanzar hasta el siguiente día. Lo mejor sin duda, es la madre que se afilia al partido comunista con el fin de obtener un trabajo y una vivienda comunitaria para sacar adelante a sus dos hijas. Una historia de supervivencia, emotiva y trágica.
"Ciudad de piedras" culmina con un buen final que espero sea el preludio del aumento de la intensidad de una época poco tratada en diferentes ámbitos y de suma importancia para comprender unos hechos tan relevantes del siglo XX y de la humanidad en general.