30 de octubre de 2024

Dune

Mi cabeza tiene un recuerdo difuso, lejano y perdido de la película ochentera dirigida por David Lynch. Pequeñas imágenes que encienden alguna neurona medio apagada al revisar, recientemente, un tráiler de la época y reconocer, por ejemplo, a Sting en el reparto. Cerca de 40 años después, el libro Dune recibe una nueva adaptación cinematográfica, repartida en dos partes de la mano de Dennis Villeneuve. Y en medio de este refrito personal, me encontré por casualidad un ejemplar de la novela tirada en la calle, con la portada bastante ajada y sin contra que la protegiese por la retaguardia, aunque sus hojas internas andan todavía intactas. Con estos designios del destino, me dio la ventolera por descubrir el novelón de Frank Herbert. Porque ésa es la sensación que produce tal lectura sobre la epopeya creada por este señor.

Las alabanzas hacia el autor ya estaban expuestas de manera pública hace tiempo, básicamente desde la primera publicación en 1965, con la colecta de diversos premios dedicados a obras de fantasía junto a las buenas referencias que dejaba a su paso entre crítica y público. Un éxito, que ha transformado a Dune en una saga literaria con diversas obras alrededor del triunfo inicial por parte del mismo Herbert, y posteriormente de su hijo tras el fallecimiento del padre en 1986. Aunque se agradece que la obra primigenia sea auto conclusiva. Una buena opción para que cualquiera escoja si adentrarse aún más en este universo o contentarse con una única lectura. En mi caso particular, está claro que tras las buenas sensaciones otorgadas por las letras de Herbert, continuaré con el resto de los libros.
El libro marchito y la navaja para dirimir problemas
Dune plantea un universo aparte, en una galaxia tan lejana en el tiempo que deriva hacia una sociedad futurista, regida de manera imperial y organizada a través de un sistema feudal que  reparte el gobierno por diversos planetas. La estructura política se mide por una serie de Grandes Casas ligadas a un apellido concreto, siendo Atreides y Harkonnen los encargados de protagonizar la novela. Y como en el medievo, los nobles regentes mantienen sus trajines y conspiraciones hasta el extremo de hacer sus conflictos la mar de entretenidos. La trama del texto propuesto por Herbert, subraya un complejo plan de derrumbe, pues el jefazo de todo, el Emperador Padishah Shaddam IV, ha decidido sustituir el control del planeta Arrakis, por parte de los Harkonnen, en favor de sus acérrimos enemigos: la familia Atreides. El cisma viene dado por la riqueza que acumula este planeta desértico. Pues sobre sus arenas, se produce la melange, una especia que llega a proporcionar poderes prescientes a sus consumidores y de vital importancia para el Imperio, pues es una jugosa manera de obtener beneficios con su explotación. El duque, Leto Atreides, asume el reto de sustituir a sus mortales enemigos en la explotación de la especia y del peligro que conlleva su recolección, pues unos gusanos gigantes dominan las arenas y acuden raudos a engullir cualquier sonido extraño sobre la superficie.

Pero tal suculento regalo suena a trampa, y lo mejor de todo, es que los implicados lo saben, gracias a una narración precisa de cómo elaborar un complejo complot político mientras Herbert introduce al lector en su particular creación. En un mundo fascinante y con múltiples vértices que sustentan una compleja sociedad creada por la mente del autor.  Van a la par y, aunque haya algunos fragmentos donde podemos perdernos, el contexto ayuda a ir asimilando cierto lenguaje, extraño de primeras, sobre la mística de un universo propio. Hay mucha palabrería dedicada al elaborado proceso de traiciones y sospechas entre diferentes personajes que abarcan buena parte de la lectura frente a la escasa acción, que siempre queda relegada a un segundo plano. Es algo que se hecha en falta ante el diálogo y el continuo recelo dado entre los protagonistas. El autor redunda en esa vertiente, al destacar una faceta mental donde constantemente se calculan palabras, gestos, acciones... el doble sentido sobrevuela cada párrafo con la misma peligrosidad que el manejo de los cuchillos, pues esta es la mejor manera de resolver los conflictos que tiene esta gente: cara a cara y la navaja de por medio.

Otra faceta importante tiene que ver con la loca devoción humana sobre la religión, con la peligrosa creencia de creer en designios majaderos prescritos por profetas, leyendas o simples destinos por cumplir por algún extraño escogido por lo que sea. Ignoro cuanta relación guarda Dune con el Islam, o con la posibilidad de esperar un supuesto Elegido que cambie el rumbo de las cosas. Y después de tanta parrafada, escribo el nombre del protagonista principal: Paul Atreides, el hijo del Duque y el supuesto mesías destinado a cambiar algo más que el mundo de Arrakis. Dentro de las páginas del, repito, novelón escrito por Frank Herbert está la respuesta. Y desde estas fechas de 2024, me convierto en un fedaykin convencido. Las recientes películas de Villeneuve ya han caído, mientras que ahora ando a la búsqueda de la obra de Lynch. Y como ya estoy casado de pensar que escribir, la mejor recomendación que se me ocurres es descubrir, de manera individual, la valía de Dune sin aventurar mayores comentarios.

... todo comienza con la dignidad con la cual tratamos a nuestros muertos. Dama Jessica.

Dune 
Frank Herbert
Ultramar Editores, 1984

2 de octubre de 2024

The Acolyte

Ha sida cancelada. Aunque ya se sabe desde mediados de agosto por los supuestos pobres resultados de los visionados de la serie en la plataforma correspondiente. Además de una buena colecta de críticas sobre la pobre calidad de la misma. Con especial hincapié por parte del fandom más acérrimo y del propio público en general. La crítica especializada ha sido, sin embargo, más benévola hacia el producto capitaneado por Leslye Headland. Más condescendientes hacia un producto que buscaba explorar nuevas historias sobre el universo de Star Wars, alejados de los acontecimientos previos al culebrón familiar de las películas originales y sus posteriores secuelas. Y tras el paso de los días, semanas ya, ando remoloneando con esta maldita entrada. Siendo incapaz de cerrar un texto sobre una serie que me ha dejado con ganas de más pese a las múltiples fallas que contiene la serie. Que son varias, aunque mi extremismo no alcanza un odio exacerbado del que se cree poseedor de su verdad absoluta.

Colorinchis - Disney+
La mía, tan particular como intranscendente, anda situada en la nostalgia de un universo que me tenía sujeto frente a la pantalla tiempo ha. Y por el mero hecho de descubrir una nueva historia, el niño de entonces revolotea sobre el adulto. Aunque éste último ponga cordura sobre un serial tristemente menor, del que apunta maneras pero comete una larga serie de fallos de toda clase: guion, interpretación, dirección y un largo etcétera de algo llamado coherencia. Esta claro que Disney tiene un problema a la hora de explotar una gallina que cada vez pone huevos menos dorados. 

La serie pretendía retroceder en el tiempo y extender la importancia de la República Galáctica en tiempos de paz y cómo se gestó el regreso sinuoso, lento e implacable de los Sith. Para ello contaban con un nuevo drama familiar protagonizada por unas hermanas gemelas (Osha y Mae) y cimentar, durante ocho episodios, un complot Jedi sobre un triste suceso que acabó en drama en el pasado, con las gemelas como precursoras del conflicto. A grandes rasgos, prevalece una idea general de cambiar las tornas, exponer ciertos males de los caballeros Jedi y de su organización, como si fuese necesario sacar los trapos sucios de los supuestos héroes galácticos con el fin de derribar un ideal que de pie a la teoría que ellos mismos participaron en su caída por la arrogancia de su ombliguismo. Siempre viene bien examinar ciertos mitos, humanizarlos si hace falta para rascar algún mal del que poder hilar una historia que pudiera ser interesante y demostrar, que tales héroes, también tenían sus defectos. Pero la historia propuesta por The Acolyte se sustenta en una especie de malentendido, un error que la soberbia Jedi convierte en fatal para un grupo de brujas empoderadas, y como éstos encierran su error a través del silencio. Aquí no ha pasado nada hasta que discurren años en el tiempo y una asesina comienza a ajustar cuentas. 

Vernestra y su padawan tolai - Disney+

El diverso elenco racial también ha sido motivo de controversia, ligado a estos tiempos de evitar ser tachados de racistas unos, vendidos al palabro woke otros. El caso es que me esperaba más, en general de todos, incluidos algunos secundarios con pinta de panolis como el padawan de Vernestra. Un Sith observa a ese aprendiz y sabe perfectamente que la decadencia está en la misma casa. Amanda Stenberg (Osha/Mae) capitaliza el protagonismo y el consabido drama familiar que intente sostener el hilo principal de la historia. El maestro Jedi, Sol (Lee Jung-jae) encabeza una investigación, en plan policial, sobre la asesina y los motivos que persigue con la ayuda de Osha. Lógicamente saldrán las cuentas pendientes del pasado, algunas sorpresas interesantes y un nuevo villano oscuro con casco molón. En eso siempre aciertan, porque Qimir (Manny Jacinto) rinde también con cuentas atrasadas de las cuales se apuntaban a una nueva temporada que ha quedado en suspenso.

Al final, La acólita ha sido cancelada y la supuesta importancia que debía adquirir la figura de Osha en el futuro queda en suspenso. Alguno podría recuperar su historia o divagar alguna cosa en cómics, novelas u otras extensiones menores. En plan compensación o algo que apenas merece mayor atención que el resultado final del fracaso creado por Headland. 

The Acolyte
Disney, 2024

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