"Ve a decirle algo bonito"
Con esta frase concluye la tercera y última temporada de Deadwood. Y la verdad es que me ha costado encontrarla sin pasar por las plataformas digitales, pero al fin he logrado finiquitar el visionado de la temporada que me restaba. A fin de cuentas, esta serie arrastra cierto misticismo televisivo, pues se trata de una de las mejores series que la productora HBO ha llevado a cabo, y que inexplicablemente, se tuvo que cancelar antes de lo previsto. Cosas de la audiencia, excesivamente baja como para compensar el enorme esfuerzo económico que la productora ponía para levantar este colosal proyecto audiovisual. Así funciona la tiranía de la demanda, y que nada tiene que ver con la calidad de un producto contrastado por diversos premios y la opinión mayoritaria de los críticos. Son datos relevantes, pero que apenas lograron trastocar la atención del veredicto final de los espectadores. Los que mandan al fin y al cabo, por eso la serie fue anulada, y en su caída, se llevó consigo la incumplida promesa posterior de trasladar a pantalla grande un final acorde a la dignidad de lo que se había realizado a lo largo de tres temporadas.
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Siempre hay alguien que te ayuda a entenderlo - HBO |
Es una redundante promesa del medio televisivo, ofrecer una resolución a la altura del buen hacer previo, un acto demasiado común que fue perdiéndose en el limbo de la pereza, para tristeza de sus fieles seguidores y de quienes la descubrimos de manera tardía. A pesar de tal aglomeración de aspectos negativos, esta tercera temporada completa, con sobrada soberbia, lo visto anteriormente a través de doce enormes capítulos. No hay bajón, ni en el apresurado cierre, ese donde todos esperábamos un nuevo baile que clausurase la historia. Lamentablemente no hubo música para celebrarlo.
A lo largo de la temporada precedente, la sombra del magnate George Hearts deambulaba por las calles de Deadwood como un temible depredador que amenazaba con instalarse en el rico pueblo minero. La cauta sospecha se queda corta ante la llegada y el posterior desarrollo de los acontecimientos que se dan en el pueblo, gracias a la visita de tan insigne figura. Hearts es un verdadero cabrón, pero de los buenos, de los que sabe perfectamente cuales son los
pasos que debe realizar para lograr conseguir sus objetivos. Y éste no es otro que hacerse con los ricos yacimientos de oro que han atraído a tantos buscavidas a Deadwood. En especial, la explotación minera de la señora Ellsworth. La rica adicta al láudano que por su propia iniciativa, llega a abrir el primer banco del lugar, con los infinitos recursos de su explotación como seguro para sus clientes. Una buena base para mantenerse en lo más alto de la joven economía del pueblo, de no ser por la constante amenaza de Hearts. Un peligro holgado, gracias a sus bolsillos y a su determinación. Acostumbrado al negocio y de lograr cumplir sus deseos por las buenas o por las bravas. Es alguien acostumbrado a dictar ordenes y de que estas se cumplan. Y por ello no cabe pensar en algún indicio moral que lo aparte de sus ideas iniciales. La codicia del oro no entiende de formalismos y sí de paciencia, todo llega si se insiste cabezonamente en acaudalar nuevos ingresos. Y eso que en la acera de enfrente no se encuentran precisamente las hermanitas de la caridad, pues ya se conocen las formas de actuar de Swarengen, o la facilidad con la que Bullock da rienda suelta a su frustración.
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El puto amo - HBO |
Con tales argumentos, se supone que habrá un lógico choque de trenes que enfrente a unos con otros, sin embargo, existe cierta desigualdad que inclina la balanza hacia un tren de mayor envergadura y que mantiene una tensión que va creciendo según van pasando los capítulos. Pues nadie pretende ceder de antemano. En parte, es de justicia reconocer la interpretación de Gerald McRaney como George Hearts, pues este personaje cobra tal fuerza, que su figura domina la parte central de esta tercera temporada. Y por merecida costumbre, recalcar las habituales grandes interpretaciones del resto de actores que previamente desfilaban por las embarradas calles de Deadwood. Es una gozada observar como todos los personajes suman de manera eficiente al conjunto de la obra. Al amplio reparto coral llega a sumarse otro de esos extraordinarios secundarios de la interpretación, el inglés Brian Cox, quien da vida a un empresario teatral que termina por llevar a Deadwood un nuevo eslabón de entretenimiento a su economía, el del espectáculo. Todo suma, en la lógica evolución de un miserable poblado que no para de crecer en su extensión, y añade historias paralelas como unas nuevas elecciones donde se escoge alcalde y sheriff, o la creación de una escuela para los niños. Simples normas sociales que parecen querer establecer ciertos criterios comunales en ese pequeño reducto infernal. Donde la vida puede llegar a valer tan poco, que el simple parecido físico puede llegar a condenarte como mártir.
Deadwood
HBO - 2006
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Deadwood T1
Deadwood T2
Deadwood T3
Deadwood: la película