Con la serie los Episodios Nacionales, don Benito Pérez Galdós se embarcó en la colosal tarea de perpetuar, literariamente, la historia de España a lo largo del siglo XIX. Tal cumulo de obras alcanzó la nada desdeñable cifra de 46 escritos. Obras repartidas en cinco series concretas, de las cuales ya habrá tiempo por descubrir y describir con el tiempo. Porque ahora toca empezar por el principio y realzar las pretensiones didácticas del autor, ya que la mayoría de estas obras fueron publicadas por entregas, en plan folletín; es decir, la manera más populosa por entonces de llegar a un público mayoritario. Dentro de las buenas intenciones de origen, también conviene señalar las propias ambiciones literarias del autor, influenciado por las corrientes realistas europeas (Balzac o Zola) y por supuesto las económicas. Que también las tendría.
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Por aquel entonces se luchaba contra la fiebre amarilla |
Curiosamente Galdós arranca su serie con la derrota franco española de Trafalgar, fechada en 1805. Un importante naufragio militar y político de España, que bien podría enlazar con el desastre final del 98. Remarcando así el hundimiento del viejo imperio y la tragedia que alcanza esta centuria sobre el país ibérico. Como si fuera un aviso de lo que viene por delante. Pero volviendo al libro inicial, conviene remarcar las intenciones de Galdós de ceñirse a la historia con el máximo rigor de los datos que pudo recabar, e interpretar tal información a través de su propia imaginación con los personajes correspondientes. Para empezar, el lector cuenta con la ayuda de Gabriel de Araceli, el narrador principal de la historia quien ya anciano, rememora su vida a través de una especie de manuscrito desde sus más tiernos orígenes. En esta historia concreta, nuestro guía es apenas un niño cuando suceden los hechos narrados, pero es a la vez un espectador directo de los acontecimientos históricos. Galdós cumple así una de las premisas de la novela histórica, al situar a sus personajes en el lugar y momentos adecuados a la vez que intervienen y se relacionan con personajes reales e históricos.
Gabriel es un mozo al servicio de un viejo marino retirado, don Alonso; figura que añora mejores días y recuerda con inquina constante las derrotas previas frente al imperio inglés. Antiguas batallas que sitúan al lector en un contexto histórico con varios asuntos pendientes y donde queda por situar, la disputa entre las potencias europeas: la Francia de Napoleón Bonaparte por un lado y el Imperio británico por el otro. Galdós expone, a través de diversos personajes, la alianza entre diferentes países, así, como el parecer de la mayoría sobre la escasa preparación de los españoles. Atento a todas estas historias está el joven Gabriel, obligado por las circunstancias a madurar de manera acelerada ante los acontecimientos que se avecinan y cuyo mayor conflicto previo derivaba por servir de la mejor manera a la hija de sus amos. El duro despertar del amor adolescente curado a cañonazos.
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Bandera del navío San Ildefonso - National Maritime Museum |
Uno de los aspectos más destacados de la aventura galdosiana son los retratos cervantinos del viejo Alonso, un particular quijote de los mares que anda empeñado en volver a levar anclas pese a los achaques físicos que acumula. Similares a los de su compadre Marcial, llamado Medio Hombre por las carencias físicas que el servicio de la mar se ha ido cobrando a lo largo de los años. Tales reliquias terminan por huir de la realidad que representa la mujer del marino en búsqueda de sus particulares gigantes de viento, acompañados por un niño.
...,para que se tenga idea de la obstinación de mi amo, que éste no tenía miedo a los ingleses, ni a los franceses, ni a los argelinos, ..., ni al cielo, ni a la tierra; no tenía miedo a cosa alguna creada por Dios, más que a su bendita mujer.
Gracias al jovial narrador, Trafalgar es una novela amena y aventurera, con una alta dosis de humor que choca con la terrible realidad que acarrean las guerras. Y eso que anda dictada desde un pequeño apunte épico, donde sobresale la descripción de la imponente batalla, alabando la inútil valentía española y las consecuencias posteriores de la misma. Queda marcado el principio de las aventuras de Gabriel, con la habitual soltura de un autor tan grande como su extensa obra. Ahora toca comprobar si la imaginación del mismo mantiene el tipo en el resto de obras. Trafalgar cumple con nota.
-Tenemos quince navíos, y los francesitos veinticinco barcos. Si todos fueran nuestros, no era preciso tanto...
Marcial
Trafalgar
Benito Pérez Galdós
Ed. Akal, 2004
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Episodios Nacionales
Trafalgar