Hace tiempo que Faulkner llegó por azar al blog, a través de la vieja costumbre de recorrer los pasillos de alguna biblioteca pública. Y en una suerte de inercia, llegó por aquellas fechas un regalo, un obsequio en forma de libro y de titulado memorable: Mientras agonizo. Un agraciado presente que recibí por el mero hecho de estar entretenido con la lectura de Santuario. Y ha pasado largo tiempo desde entonces, hasta adquirir finalmente la convicción de aumentar las lecturas de William Faulkner. Escritor de referencia americana a lo largo del siglo XX, al desarrollar un estilo propio que chocaba con las letras tradicionales de aquellos años. Faulkner se diferenció por dar paso a diversos narradores, uso de la simbología y saltos temporales. Se nota además con la agradable sorpresa y gratificación que ha sido esta última lectura. A pesar de que este hombre arrastre cierta fama de espesura o dificultad, seguramente por ser un escritor que exige cierta atención del lector para poder disfrutar de su obra y alguna que otra extravagancia que le hace más divertido si se le pilla el punto. Lo cierto, es que Faulkner merece una mayor difusión popular pese al detrimento que suelen tener los escritores citados como clásicos.
Mientras agonizo expone un viaje inusual, protagonizado por la amplia familia Bundren: compuesta por el padre, Anse y los hermanos Cash, Jewel, Darl, Dewey y Vardaman. Una terna de granjeros ignorantes, orgullosos y pobres que emprenden la tarea de cumplir el último deseo de Addie, la matriarca familiar: ser enterrada en su ciudad natal. Para describir tal aventura, Faulkner opta por la narración coral, al otorgar voz a todos los miembros de la familia; individualizados en diferentes capítulos donde cada uno toma el protagonismo de hacer avanzar la historia global. Cada miembro familiar tiene además sus propias preocupaciones y aspiraciones que irán desgranando en el momento que les toque. Y todo ello a través de una de las grandes marcas del autor: los monólogos interiores y los saltos temporales que describen qué motivos mueven a cada personaje actuar de una u otra forma. En este aspecto, también es importante destacar la necesaria intervención de personas externas, normalmente vecinos que se cruzan en el camino emprendido por la peculiar familia y otorgan un interesante punto de vista alternativo, cuando estos personajes ajenos a la familiar copen el protagonismo del episodio de turno y observen incrédulos el peregrinaje.
El periplo emprendido se convierte en una pequeña odisea donde mostrar la américa rural de la época; en un espacio de interés personal de Faulkner de volver constantemente en sus obras a un estado o condado americano ficticio, y de nombre impronunciable Yoknapatawpha (Ideal para un juego de deletreo). Un destino habitual para desgranar las clases sociales más bajas, de exponer el mundo sureño que rodea el Mississippi y los motivos que empujan a sus protagonistas. Pero ahora voy a poder ponerme los dientes. Y va a ser un consuelo. Vaya que sí. Anse
Y de ahí a la grandilocuencia, con salidas extravagantes de personajes que sorprenden por las decisiones que toman hacia una dirección u otra salida inesperada. Incluidas las divagaciones que afloran en aspectos cotidianos de la vida, en plan filosóficos frente al ejemplar muro que representa la religión y su continua aportación de creyentes empedernidos. Mientras agonizo sorprende gratamente en un trayecto que pudiera ser sencillo, pero que termina siendo toda una cadena de eventos dispares, donde afrontar la cohesión familiar ante los infortunios. La obstinación de llevar adelante ciertas ideas o la peculiar lucha contra los elementos purificadores del agua y el fuego. Como si el mismo Dios sobrevolase la voluntad de los hombres y llevase la cuenta de los pecados, una deuda a solventar entre reveses, catástrofes o decisiones más bien grotescas. Muchos elementos convierten a esta pequeña novela en una joya literaria, ideal para empezar a conocer la literatura de uno de los grandes.
Recordaba que mi padre solía decir que la razón para vivir era prepararse para estar muerto durante mucho tiempo. Addie
Ed Anagrama, Colección Compactos, 4ª edición, 2010
William Faulkner