Cada cierto tiempo surgen películas que alcanzan cierto estatus de referencia generacional. Pero el debut de Alex de la Iglesia se quedó a medio camino, (aunque lo lograría después con El día de la bestia) y eso que contaba con el gancho de tocar un género tan atractivo como la ciencia ficción. Algo poco recurrente en el cine español y que sin embargo, no terminó de cuajar como filme de culto. Acción mutante expone un evocador futuro de la perfección, donde el culto al cuerpo y las visitas a la cirugía han logrado casi extirpar de la sociedad el exceso de las grasas y los rostros poco agradecidos. Ante tal perspectiva de ninguneo, se rebelan los despojos y los apartados de la sociedad feliz. Éstos aparecen caracterizados como mutantes, donde destaca la imaginación del director y de Jorge Gerricaechevarria, su habitual socio en el guión, quienes acaban por denostar con malformaciones físicas y psíquicas, derivadas de ese futuro distópico, a sus protagonistas.
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Parte de la panda - DR |
La película fue estrenada en 1993. Con una producción que contó con un presupuesto holgado sobre la media de aquellos tiempos. Dineros destinados a mostrar el trabajo de un debutante con ganas de mostrar su peculiar estilo, gracias al buen ojo de la productora de los hermanos Almódovar. Una de las grandes virtudes del director vasco, es su fuerza visual, a la par de una poderosa originalidad a la hora de plasmar temáticas en sus narraciones. Para su estreno cinematográfico abarca géneros tan bien avenidos como el cine negro con la ciencia ficción, culminada por la comedia más gamberra. Sin embargo, la buena propuesta inicial de la película termina siendo devorada por lo exagerado del ejercicio, además de un continuo camino que termina en desmadre. Con el trascurso del tiempo, queda claro que tales excesos forman parte del sello del director Alex de la Iglesia. El clásico marca de la casa, una constante en una rica filmografía, variada en temáticas, con múltiples aciertos y algunos patinazos.
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Imagen para el recuerdo - DR. |
Quien acuda virgen al visionado de la película, puede sentir cierta sorpresa y agrado en un prometedor inicio al ingerir la interesante propuesta del director. Después llega el abuso del dulce, y la fanfarria constante de Acción mutante termina por agotar. Quienes ya han visto más de una ocasión el filme, desconectan antes de la fiesta. En este caso resulta curioso que el único personaje que parece tomarse en serio la representación, sea el líder del grupo terrorista, Ramón Yarritu, interpretado por el siempre eficiente Antonio Resines. A pesar de estar rodeado de idiotas y situaciones estrambóticas, continua representando su papel sin perder nunca el horizonte, como si fuera el único capaz de tomarse en serio la verbena en la que participa. Suele ocurrir como con las escalas de las borracheras, el punto de cánticos regionales precede al delirium del libertinaje, y en esa orgía, Acción Mutante llega a perderse.
Obviamente la película llega a ser divertida y se deja ver gracias a la nostalgia que despierta su autor. El recuerdo de tiempos pasados, algunos cameos destacables, incursiones musicales y ciertas anécdotas como la moneda del rescate, 100 millones de Ecus, trasladan al espectador la sencillez del entretenimiento dominguero. Más propio del frío invernal, con sofá y mantita, porque la caja tonta apenas ofrece algo mejor.
Acción mutante
Alex de la Iglesia, 1993
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