|
Bosco posa bajo la Pisada |
En San Lorenzo de El Escorial existe una notable devoción hacia la Virgen de Gracia, imagen de culto que cuenta con antecedentes previos al laureado monarca Felipe II. En la web de la Hermandad sobre la misma, describen una interesante evolución que alcanza tiempos actuales, con una llamativa romería lúdico festiva. Pero los trajines de la Virgen van más lejos de la llamativa tarjeta postal y su interés turístico. Pues hay una leyenda que alcanza a una niña, de nombre Martiña y de su encuentro con el Diablo.
La excursión arranca en el vecino municipio de El Escorial. Con el preludio de un puente, reconstruido y de origen romano para sortear el charco que propone el arroyo del Batán. Punto de inicio para dar comienzo al pateo por la colada del camino del Chicharrón.
Y como corresponde a todo camino cercano del casco urbano, las afueras sirven para escapar de las fincas y otras actividades propias del terreno ocupado. Huertos, picaderos y basuras. Pero la gracia del camino surge con la melancolía otoñal y la continua tapia que vigila el libre tránsito de personas por la vía pecuaria. El agradable paseo se ve interrumpido por las vías del tren, arruinando el silencio del campo al paso de la maquinaria de transporte. No hay otra opción que cruzar las traviesas para poder seguir por el camino y recuperar algo el espíritu de la soledad del día. Aunque tampoco dejamos atrás pequeñas notas de civilización, retratada en los numerosos postes de luz y la lejana presencia del Real Monasterio a las faldas del Monte Abantos. Otro cordal, el de las Machotas resaltan en el horizonte, con su conocido perfil escalonado de la Machota Baja frente al puntiagudo Fraile de la Alta. Y sin atisbos de encontrarme con el Maligno. La humilde colada deja atrás la finca del Chicharrón y su cantería para ofrecer parte de la llamada calzada romana, en un pequeño ascenso donde la piedra pretende cubrir el camino con su manto mientras ofrece diversión a los ciclistas.
Tras el escalón llegan los recortes, pues las fincas colindantes han debido rebañar algo en el tiempo el camino, transformando la colada en estrecha vereda. En parte queda más bucólico y recogido, gracias también a la ayuda de las zarzas, los matorrales y a los retales de arboles que van reduciendo la linea del paso. También la llegada de un pelotón ciclista obliga al senderista a apartarse y aprovechar la parada para cotillear dehesas, animales y marcas de canteros en berrocales próximos. Las mismas piedras que adornan las tapias hasta la llegada de una bifurcación, donde toca abandonar la citada colada para elevar nuestros pasos hacia la leyenda, camino de la Pisada. El desvío anda encajonado entre nuevas fincas privadas que llegan hasta una exagerada pista forestal. Un camino trillado por paseantes, excursionistas, vecinos y más ciclistas, mientras bordea a Las Machotas. En un recodo de esa pista, Bosco sortea las jaras y el exceso de follaje para dirigirse firme hacia una aglomeración rocosa. Allá por donde la noble Martiña se topó con el mismísimo Diablo. En parte da que pensar qué coño haría una niña por esos lares y qué verdaderas intenciones tendría, o tal vez fuese la única espabilada de su familia, con los ovarios suficientes para llevar bien puesta la falda y sacar adelante a los suyos. El caso es que era devota de la Virgen de Gracia, y el Maligno debió pensar que la pobre Martiña sería una presa fácil debido a su corta edad, al encontrarse sola o por la mera presencia de su ser. Sin embargo la niña no cayó en remilgos ni adulaciones por mucha figura demoníaca que tuviera delante. Por sus bemoles se negó a caer en las tentaciones de la bestia, cuyo fracaso la llevó a patear de impotencia una roca cercana. Dejando su impronta y exagerado número de calzado sobre la superficie rocosa.
|
Colada del camino del Chicharrón |
Varios peñascos andan apiñados alrededor de la Pisada del Diablo en plan camuflaje para dificultar su ubicación. Después del retrato de rigor, merodeo por los alrededores a ver qué encuentro. Bosco protesta por su incapacidad de escalar pedrolos y el propio Diablo intenta molestar nuestra presencia con cuatro gotas mal caídas del cielo. Lo suficiente para circuncidar el monumento en busca de cobijo. Entre la maraña floral destacan algunos castaños, los mismos que pueblan estas laderas de manera dispersa otorgando cierto color para la vista. Alrededor de las piedras resalta un buen ejemplar, donde destaca su crecimiento salvaje y con unas largas ramas que intentan atrapar a senderistas distraídos. Tras un breve escarceo me propongo robar unas pocas castañas en plan revanchista, la avaricia del fruto prohibido hace que más de uno caiga dentro del zurrón.
Tras la parada habitual para proceder al almuerzo, recuperamos la senda principal, encaminando los pasos hacia el conjunto turístico de la Silla de Felipe II. Pero antes se sobrepasa la derruida Casa del Sordo y su esplendido mirador sobre las dehesas escurialenses. Desde ahí se aprecia la abundancia de personal sobre la silla real, por lo que decidimos pasar de largo por la trocha que desciende hasta la planicie de la ermita.
La imagen de la Virgen de Gracia fue quemada en 1936 para disgusto de Martiña, porque una cosa es no ceder ante las tentaciones diabólicas y otra muy distinta verse afectada por el salvajismo humano. Parece ser que la antigua ermita anda perdida por la finca de los Ermitaños, mientras que en la década de los 40 se erigió por suscripción pública la actual sede de la copia y de la entrañable área recreativa que rodea al edificio. Dispersas mesas de picnic en un amplio espacio familiar que invita a disfrutar de una autentica jira campestre. La idea era merodear más estos lugares y explorar contornos fuera de senderos. Como la atractiva espesura alrededor de las Machotas o el amplio espacio que hay en la fresneda en el camino de retorno. Pero como el coche anda a tomar por saco, tocaba cuidar la pata del perrucho y regresar por el camino del Castañar, sortear la vía férrea por una pasarela y seguir el ancho camino hasta el punto de partida. Al menos queda para la vista las nubladas laderas de Abantos, un intento de arco iris y las ligeras pisadas de Bosco, sin marca ninguna de nuestro paso.
|
Camino del Castañar |
Pd: Agredecer a Carlos Agudo del quiosco, Fuente del Seminario su ayuda.
--------------------------------------
/ \
-------------------------
De interés: