11 de septiembre de 2020

Cañadas, dehesas y el embalse de Valmayor

El embalse de Valmayor fue inaugurado en 1976. La causa es que había necesidad de acumular más agua debido al aumento de población. Gracias a su estratégica ubicación entre los términos de Colmenarejo, El Escorial, Galapagar y Valdemorillo, hoy día tenemos un bonito enclave natural, tanto para el esparcimiento del ocio mundano, como otras necesidades más vitales para los bichos del lugar. Y ahora que Ofelia V ha despertado de su letargo, tocaba investigar algún rodaje digno entre diferentes vías y cañadas que circundan el pantano. La ruta betetera nace desde la fuente de Los Caños (Guadarrama) El punto de encuentro desde donde manaran otras tantas rutas por los alrededores. Así pues, cargamos el bidón, prestos a salir del pueblo callejeando a la fresca dominguera, hasta alcanzar la casilla de salida mediante la calleja de los Poyales. Una amplia pista que abre camino sobre dehesas vaqueras en dirección al vecino municipio de Los Molinos, cuyo termino municipal es asaltado, tras abrir y cerrar una puerta metálica que guarda nuevas fincas privadas.
 
Ofelia V con ganas de empitonar al embalse

De momento, el rodaje es tan ligero como las leves subidas que nos llevan hasta un primer tesoro en forma de covachuela. Una ermita transformada por la mano del hombre y donde se guarda la imagen de la Virgen del Espino. Después de la cortés visita a la dama, la ruta continua por la misma pista en una subida constante, pedaleando con alegría mientras el camino anda parapetado por las dehesas colindantes, dedicadas mayormente al ganado. Tras un pequeño requiebro sobre un pequeño tramo empedrado, llega un rápido descenso donde se recomienda tener precaución ante la posibilidad de toparnos con otros beteteros, andarines o burros al volante. Con algo de velocidad nos acercamos al casco urbano, del municipio molinero, por el Paseo de los Transeúntes, cuyo tramo cruza la carretera, M622 y continua por la calle del Molino de la Cruz.
La fuente de Los Caños, Guadarrama

La bajada alcanza un pequeño puente que sortea el río Guadarrama. Y nada más cruzarlo, surge a derechas una pequeña senda entre dos muros que delimitan parcelas privadas. Como si quisieras escapar sin que se note nuestro paso. A pesar de su estrechez, se puede subir con gracia hasta desembocar en la misma puerta de la Vereda del Canto de la Pata. El camino que nos saca de Los Molinos y que también suele ser muy transitada por diferentes gentes que realizan toda clase de actividades lúdicas. La vereda se bifurca, y la izquierda es una elección tan bella como acertada, mientras Ofelia circula tan bien como el aficionado que la maneja. La pena es que haya que cruzar nuevamente otra carretera, la M614, que nos lleva hasta la entrada de la urbanización de la Serranilla. Una coqueta urbe donde meter la bici, hasta el fondo de la bajada, para después empotrar nuestra dirección hacia una pequeña vía pecuaria donde poder entretenernos con soltura. Por suerte viene señalizada con el triangulito de la vaca para más señas, la de las ubres. Aunque en realidad son los restos de la Cañada Real de Merinas por estos lares. Cañada acotada por avaricias y desmanes, reducida de su amplio tamaño original a simple sendero, aunque aúne diversión de malabarista en la subida y templanza en la posterior bajada, allá donde finalmente vuelve a adquirir cierto espacio. 

Tras cruzar el arroyo de Lavajos, la cañada se bifurca en dos partes a escoger. Como si te tocase escoger entre la siesa y plana morena frente a la voluptuosa rubia. La buena y original es la de la derecha, porque tras cruzar una nueva carretera, M623, la pista se puede complicar por el posible barrizal que añada el arroyo de Los Linos, según qué épocas, y especialmente por los pedrolos, agrupados de tal manera que demuestra que si vamos por aquí, es porque hemos venido a divertirnos por entre sus múltiples curvas.  

El flow
El agradable traqueteo nos lleva hasta la M619, otro tramo asfaltado que contiene una senda paralela en forma de alivio. Esta parte es importante, porque forma parte del nudo que conecta la ida con la vuelta. Pero ahora toca seguir por la senda paralela que baja hacia Alpedrete. Nuevamente la señal triangular de la vía pecuaria sirve de seña para atajar por un tramo de tierra que atraviesa sin miramientos las exageradas urbes del lugar y el arroyo de los Linos. 

Después del estrecho atajo, la cañada recupera la amplitud en una bajada constante hasta la salida del núcleo urbano. Ahora toca rodear una finca, gracias a una senda que merodea el vallado hasta alcanzar un paso subterráneo que nos permite continuar a escondidas de los anchos carriles de la A6, y cuyo tramo desemboca en otra zona urbanizada que alcanza la N-VI, justo enfrente de un concesionario de coches. Es decir, otra carretera, otro cruce y otra senda paralela que evita los humos de los vehículos hasta alcanzar un nuevo cruce, situado antes del puente del Herreño y con la ayuda de los civilizados semáforos para cruzar con seguridad.

Enfrente surge un camino histórico que une Collado Villalba con el rimbombante Real Sitio de San Lorenzo de El Escorial. Esta ancha pista acumula casi 10 kms, prácticamente en linea recta para darle cera al plato grande. Pero también aglutina algunos puntos a destacar. El primero de ellos es la imponente panorámica de la Sierra de Guadarrama. Desde la pista se abre una amplia vista que abarca las coquetas Machotas, pasando por ilustres montañas como Abantos, La Peñota, Siete Picos... hasta alcanzar crestas perdiceras que tientan con arañar los cielos despejados. Las dehesas colindantes adornan el segundo dato de interés y que recala en un antiguo edificio construido en época de Felipe III, el palacio de Monesterio. La pasión de los viejos reyes por el deporte cinegético, permitió la construcción de varios puentes para sortear con comodidad el río Guadarrama y dos de sus afluentes. Puentes arreglados en fechas recientes y donde destaca también un ligero empedrado de la época para darle gusto al continuo bote entre culo y sillín.
Los restos del palacio de Monesterio

El largo trazado se me hace largo, tanta recta permite meter desarrollo y apretar con escasa soltura hasta el camping de El Escorial . Después, el camino se estrecha con parte de arbolado que invade algunos tramos que nos obliga a zigzaguear para evitar el roce en falos ajenos. La vía de escape llega cuando una maldita rotonda extingue el camino. He aquí otra carretera que nos lleva hasta la peor parte de la ruta, pues toca abreviar por el arcén hasta la entrada de San Lorenzo de El Escorial, para luego proseguir por el mismo arcén hasta El Escorial. Al menos cae en bajada y permite meter algo al buche para lidiar con el resto del pedaleo

Antes de una gasolinera, la ruta sigue por la izquierda, callejeando por el futuro crecimiento del pueblo a través de unas calles cuyas solares esperan con ansía la llegada del hormigón y los intereses de los bancos. Pero queda el contraste del amenazado campo, allá donde nace el conocido camino de las Cebadillas (otrora colada de Navalquejigo). Otra larga pista forestal que cruza las dehesas escurialenses hasta la invasiva urbanización de Las Zorreras y Los Arroyos. En medio de la pista, se cruzan varias puertas ganaderas que hay que volver a cerrar y aprovechar un último empujón al plato grande. Porque parece que el llano todo lo puede y apenas quedan mayores resquicios a destacar.

Hasta ahora. Porque viene la parte divertida, un estrecho sendero en bajada nos lleva al pequeño embalse de Las Lagunas, y después continua en cortas subidas y bajadas entre encinas y arbustos que lindan Las Zorreras. La única pega es la precaución individual, porque suele haber bastante peña; sobre todo fines de semana, a lo largo del recorrido. Está claro que todos buscamos lo mismo. Y aunque la senda merece la pena, se hace bien corta por el placer que supone el continuo ejercicio de subir y bajar. Agradable vaivén que desemboca en algún susto de salir por encima del manillar.

El primer asalto culmina en el embalse de Los Arroyos, el cual sorteamos sobre la pasarela hormigonada que permite buenas vistas del agua y del entorno. Tras volver al tema, el sendero continua a derechas con su provocador curveo bordeando la valla del pantano. Pero la diversión se termina al alcanzar la ancha Cañada Real Segoviana. El camino de retorno después de 43 kms acumulados; es cierto que con escasa dureza, pero algo se ha gastado y ahora toca regresar al punto de partida en constante subida. Siempre hay peajes que pagar por salir a divertirse. Por lo menos la cañada anda bastante limpia y sigue en linea recta hasta un horizonte cojonero, pues se ve bien marcado y con alguna que otra cuesta que hacen flaquear mis piernas. Al menos queda el consuelo de alcanzar una coqueta ermita, la del Cerrillo, cuyos muros resguardan a la Virgen de los Desamparados. Mientras que otro menos desafortunados pueden contentarse con una fuente donde poder renovar el agua del bidón. La cañada continua su paso, cercada por otra amplia urbanización que atosiga a este antiguo camino hasta llegar a la M510. Un pequeño tramo de carretera cruza el citado, con anterioridad, puente del Herreño, y desde aquí volvemos a la senda paralela anterior, hasta el citado concesionario, el paso subterráneo, la Cañada Real de Merinas y nuevamente el atajo hasta la M619. Es decir, la parte compartida de la ruta.

Ermita del Cerrillo
Para regresar a Guadarrama basta con el cercano Cordel de los Lavajos, transitado camino sin mayores problemas que sortear el cauce de un arroyo de mismo nombre cuando corresponda.Vamos, cuando llueve. Al casco urbano guadarrameño se acceda por uno de sus lados, por lo que toca callejear al inicio de la ruta después de unas 4 horas de rodar por diversas pistas. Según el Garmin son 59 kms, mientras que la app del móvil dice que 58. Pues su puta madre, porque para la próxima habrá que añadir algún desvío cercano para alcanzar los redondeados 60. Por ahora queda planear la siguiente ruta betetera y disfrutar del recuperado viejo romance con las ruedas gordas. 

-------------------------

Track  

No hay comentarios:

Publicar un comentario