24 de septiembre de 2019

100 libros

El pasado 24 de agosto el blog cumplió 10 años. Toda una década donde poder asomarse a la montonera de entradas acumuladas y preguntarse por dónde coño anda el freno que ralentice el tiempo. Porque este tren va demasiado rápido. Al menos el blog continua su andadura con una variable suma de entradas que me permite ir alcanzando números redondos. 

Como por ejemplo el reciente añadido de la Ilíada, cuya lectura suma la centena que me permite alcanzar una buena cifra de post dedicados a la literatura. Y para conmemorar tal selecto número, merece la pena echar un vistazo al pasado para repasar qué libros son dignos de recordarse mientras repaso las obras señaladas en este humilde blog. Aunque conviene señalar cierta trampa, porque hay incluidos varios cómics (Akira, Berlín, ciudad de piedras), o la distribución de los tres capítulos que componen El señor de los anillos en tres entradas bien diferenciadas. Atajos aparte, la media otorga un triste bagaje de diez libros por año; aunque la primera reseña sea de enero de 2010, con las buenas aventuras de Julio Verne. A ojo el escritor más leído y señalado en el blog.

Acumulación de portadas
El redondeo decimal me viene a huevo para establecer una clasificación personal sobre las obras leídas y descritas. En parte, mola rememorar cuáles lecturas merecen la pena ser recordadas frente a las olvidables. Que las hay. Pero por suerte, también existe la dificultad de reducir mi particular top ten entre los cien libros acumulados. Obviamente, cada libro tiene su reseña individual donde poder acudir en caso de duda y consulta. Por suerte, también tengo algunos imprescindibles, novelas que me han gustado tanto, que ya tenía claro volver a releerlas con el paso del tiempo.

Normalmente, la elección de los libros suele estar predestinada al simple azar, con la excusa de perderme entre pasillos de bibliotecas y dejarme camelar por títulos y portadas sugerentes. En otras ocasiones, simplemente buscaba a un autor determinado, mientras que en otras decidía volver a leer alguna novela que me gustó en el pasado y de la que quería dejar constancia. Dentro de la lotería de la elección, recurrí en una tanda al abecedario, dejándome llevar por el cuadriculado orden bibliotecario de colocar los libros por los apellidos de los autores. De esta manera, empecé en enero de 2013 con una obra de Víctor del Árbol, hasta culminar en mayo del 2015 con Émile Zola la ruleta de las letras. Curiosamente, dejé la señalada eÑe española por el camino, aunque no recuerdo el motivo; seguramente debió de darse por la nula presencia de la misma en los apellidos de los escritores. Para destacar tal tontería, aumenté el tamaño de la letra correspondiente al autor a lo largo de los dos años largos que tardé en llevar a cabo tal recorrido. 

Con el paso del tiempo lo mismo repito la experiencia, porque escoger a voleo ofrece tantas posibilidades como encontrarse libros en la basura o en la calle. Como mi pequeño proyecto de completar la Colección Reno, debidamente explicada en su día y que da pie a nuevas lecturas. Como repetir la concordancia redonda, puesto que ya llevo 10 libros leídos de tal colección. Está claro que las coincidencias se cuadran solas.

Relacionada con la anterior anda también la Colección El País Aventuras. Esta última más factible de completar la lectura completa, al sumar únicamente 50 ejemplares, de las cuales ya llevo la redundante cifra del diez. Sin duda, debería otorgar una entrada particular a esta última colección para destacarla frente a la anterior. Todo se andará.

A continuación y sin más dilación, expongo mi personal elección por orden de publicación. De momento me abstengo de clasificar por números que me obligue a una nueva elección del querer más a un libro que a otro.

- La isla misteriosa
- Madame Bovary
- El guardián entre el centeno
- El puente de Alcántara
- Crimen y castigo
- Chacal
- Tokio ya no nos quiere
- Los organillos
- El señor de los anillos
- Ilíada

Lo malo viene cuando dejo atrás muchas obras a tener en cuenta; porque realmente cuesta elegir en muchas ocasiones. De la lista sobresalen varias obras clásicas, aunque me haya dolido especialmente apartar a Moby Dick del selecto grupo, o alguna de las novelas de Émile Zola; de las tres que llevo leídas cualquiera me hubiera valido, pero... Otras sin embargo han sido las novelas afortunadas. El criterio más importante ocurre cuando el libro me engancha de tal modo, que necesito aprovechar cualquier momento libre para poder devorar el libreto. Todas las opciones expuestas cumplen el citado requisito, aunque haya otras novelas que se quedaron en esa misma orilla por algún que otro aspecto nimio. Seguramente Tokio ya no nos quiere, sea la opción más endeble, pero su lectura anda arraigada desde tiempos adolescentes con el poderoso sentimiento de la nostalgia como un claro valor a destacar. Por otro lado, tenía pensado citar algunas obras dignas de ser leídas en plan recomendación, pero tal idea sería buscar un premio de consolación que desvirtúa el esfuerzo y el premio de la lista escogida. 

Más portadas
De todas maneras, cabe esperar que con el tiempo pueda alargar la clasificación, como suele hacerse cada vez que haya más volúmenes en la saca y poder extender mis diez imprescindibles con la siguiente partida. Queda tarea por delante, continuar con este noble hábito hasta alcanzar las 200 entradas para después volver por estos lares clasificatorios y elevar el listado; seguramente hasta los 20 y pendientes de la criba correspondiente. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario