Con
esta décima novela, Galdós concluye la primera serie de los
Episodios Nacionales. Una tanda capitaneada por la ficticia figura de
Gabriel de Araceli
y con la guerra de la Independencia como principal escenario de las
aventuras del protagonista. Unas correrías principalmente bélicas, salvo la presentación previa del conflicto en La corte de Carlos IV y la posterior participación de nuestro héroe en diversas batallas de
importancia. En paralelo, deambulan sus andanzas personales,
especialmente el complicado trasiego de su amada Inés a través de media España. Pero la mayor
aportación de la obra es su cercanía con el pueblo, dando voz a las clases bajas y las
diferentes relaciones que mantiene Gabriel con un amplio abanico de
personajes que permite conocer, con mayor profundidad, el gentío
de la época descrito a lo largo de estas novelas. Y por ende, se echa de menos la resolución de algunos secundarios que han tenido cierta importancia en novelas anteriores.
En esta última, la acción se centra en los alrededores de
Salamanca. Por allí camina el bueno de Gabriel, enrolado en la división
española del ejército británico que comanda Lord
Wellington: el futuro vencedor de Waterloo. Pero antes de que el
destino de Europa se decidiese en su
parte central, las escaramuzas habían de darse en la península
Ibérica, momento crucial donde ingleses y franceses revoloteaban
entre sí hasta dar el paso final de la confrontación en los cerros
salmantinos de los Arapiles.
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"Por allá, para 2024, está la segunda serie de los Episodios Nacionales" |
La batalla que da título a esta obra, está descrita con salvaje y
despiadada soltura por Galdós a través de la mirada del
protagonista. Una participación en primera persona que no duda en
representar la habilidad innata del ser humano de matarse mutuamente.
Cabe destacar, en este aspecto, al autor; por la precisa descripción de
un hecho aterrador sin acogerse a la fácil salida de distinguir
entre buenos y malos. Son solo hombres decididos a destrozarse mediante el lenguaje de la barbarie.
¡Cosa
extraordinaria! en aquella ocasión yo hablaba inglés. Ni antes ni
después supe una palabra de ese lenguaje; pero es lo cierto que
cuanto aullé en la batalla me lo entendían, y a mi vez les entendía
yo. Gabriel andaba en uno de esos cerros, al pie del cañón, con la tonta
necesidad de mostrar su valía en el peor escenario y rodeado por
camaradas de las islas del norte. Sin embargo, Galdós también
elogia al soldado francés, a la encarnizada lucha por un trozo de
tierra regada por el sudor y la sangre de los hombres. El
desenlace histórico ya se conoce, salvo los acontecimientos
individuales y los malos ratos de los contendientes de primera línea.
La
batalla de los Arapiles es el final del relato, la parte gorda que
suelen retratar los estudiosos de la historia. Pero la ficción galdosiana divaga por otros senderos, y antes de la cruenta batalla, el
protagonista tenía que lidiar con la perdida de su amada,
secuestrada por Santorcaz en la obra precedente hundiendo la moral
de Gabriel ante su escurridizo enemigo. Esta nueva dificultad se
diluye rápidamente cuando recibe ayuda divina; pues un viejo conocido del Madrid
previo al famoso 2 de mayo, cuyo nombre responde a Juan de Dios, anda reconvertido para la ocasión en un loco
misionero de la palabra del Señor. Este buen hombre pone tras la pista al bueno de
Gabriel sobre el paradero de Inés. Pero Galdós quiere enredar aún más
la historia, con la inclusión de una hermosa joven inglesa que se
pasea fascinada por España. Suena a extravagancia que una mujer haga
turismo en plena guerra de manera independiente. Pero
Miss Fly tiene una participación importante y peligrosa a lo largo
del texto, por un lado queda maravillada por los actos precedentes de
Gabriel, elevada por su fantasiosa imaginación a un altar cual Campeador
moderno. Por otro, su participación se hace necesaria a la hora de desarrollar una trama que incluye el tradicional triangulo amoroso. Ahora Gabriel deberá cuidarse de otros tipos de dardos, pues el amor, los celos y los deseos pueden desatar mayores pasiones que las guerras internacionales.
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Batalla de Salamanca - Richard Simkin |
La
batalla de los Arapiles resulta ser una novela más amplia, con mayor
volumen de páginas que las anteriores. Sin duda, Galdós quería cerrar a lo
grande esta primera serie, sin obviar la necesaria batalla final, con el preciso paso de la aventura previa, la chicha que adorna un
texto repleto de adversidades que mantiene el afán de la lectura junto a la tradicional locuacidad de sus personajes, donde hay que reconocer que a veces Galdós se pasa de frenada. La guerra y la aventura personal de Gabriel forman una dupla que el escritor enzarza con
habilidad y demuestra que no hay mayor triunfo cuando ésta se logra
con los mayores contratiempos posibles, salvo que el cúmulo de
peripecias sobrepase la fina línea del infantilismo en los continuos
giros que propone el autor. Pese al afable entretenimiento general, siempre hay algún tramo que se escapa en demasía. No hay país como España para los sucesos raros y que en todo difieren de lo que es natural y corriente en los demás países. Miss Fly
Benito
Pérez Galdós
Ed
Espasa Calpe, 2008
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La batalla de los Arapiles
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