10 de agosto de 2021

Libros por leer

Esta entrada viene a cubrir el prolongado vacío estival que suele darse en el blog por estas fechas. Un poco de relleno, como la clásica paja que los estudiantes incluíamos, por vergüenza, en los huecos de los exámenes de los que no teníamos ni puta idea. Es una vaguería que va creciendo al ritmo de mayores horas de luz, e impone por rutina, el período de vacaciones a la mayoría de las personas. Y para evitar tanto letargo bloguero que termine por demostrar la pereza que llevo arrastrando durante todo el año, se me ha ocurrido volver a exponer una entrada asociada a encuentros fortuitos con los cubos de basura.

Seguramente, esta veraniega estación sea propicia a realizar diversos tipos de limpieza gracias a un mayor tiempo de ocio; una sana costumbre ligada a la necesidad de esconderse de los rigores del calor bajo las sombras que otorgan garajes, trasteros, áticos, sótanos, bodegas y otros lugares destinados al almacenaje de cachivaches. En realidad, es una buena opción que viene acentuada por el silencio de tales lugares, una sensación acogedora por la relativa humedad que propone la oscuridad junto a los hongos que se alimentan del polvo. Al fin y al cabo uno parece encontrarse en una nevera natural que logra atraer al hombre hacia el refugio de sus ancestros prehistóricos, y perder el tiempo, mientras cree ciegamente que está haciendo algo útil. Una de las características que me flipan de los trasteros es que parecen adquirir vida propia, como cuando uno entra con la firme intención de deshacerse de trastos y lo único que termina por hacer es cambiar de sitio algunos objetos que permitan ganar algo de espacio, como si con eso ya fuera suficiente el ejercicio y el tiempo empleados. Pero ese nuevo orden solamente sirve para poder meter nuevos chismes que alimentan a esa enorme bestia de acaparar todo tipo de objetos. Y de paso, encontrar algún que otro tesoro que se daba por perdido. Sin embargo, en algunas de estas ocasiones, surte efecto la intención de aliviar la carga acumulada, seguramente por necesidad, y es ahí donde los libros son quienes se llevan la peor parte, al acabar embolsados o apilados en cajas al lado de los contenedores de color azul. 

Parte de mis títulos manuscritos

Tales donaciones, al libre albedrio del transeúnte, han terminado por alimentar mis propias estanterías caseras, hasta el punto de meterme en el pequeño berenjenal de mi particular colección Reno. En esta ocasión, los añejos ejemplares expuestos en la vía pública venían a enaltecer viejas glorias de las letras hispánicas: García Márquez, Umbral, Lorca... todos esos autores embutidos en varias bolsas de plástico que invitaban a la dudosa elección de la cantidad que mis manos podrían cargar. Al menos tuve algo de ayuda en mis hijas, a quienes les hizo bastante gracia obtener su primer botín callejero. Tapas duras incluidas. Ante tanto libro acumulado, hubo un título que llamó mi atención sobre el resto: Historia de una taberna, de Antonio Diáz-Cabañete. La razón es bien simple. Desde hace tiempo voy apuntando, en una especie de agenda, los títulos de los libros que me gustaría leer. La clásica lista que cada persona se hace de manera individual con la salvedad, en mi caso, de dejarlo anotado para evitar el olvido de las obras que dejamos para más adelante. Historia de una taberna estaba incluida en esa lista desde hace bastante tiempo. Y como suele ocurrir con los objetos arrinconados del trastero, esos libros anotados se dejan al azar del más adelante, sin que haya una necesidad imperiosa que cumpla la obligación de llevar a cabo tal lectura y me lleve abrir, de par en par sus páginas, donde poder deslizar los dedos y aventurar el goce de la vista. 

La elaboración de una lista está sujeta a los gustos particulares de cada uno: géneros, modas, recomendaciones..., o la atracción de un autor en concreto. Ésta suele ser una opción importante, cuando una figura literaria logra obtener cierta repercusión en un tiempo determinado y se convierte en la lectura comercial del momento. En mi caso, sólo puedo destacar de mi adolescencia a Ray Loriga y a José Ángel Mañas. Mientras que en la actualidad ando algo huérfano en ese sentido, sin mayor referencia que la variedad que otorgan los múltiples estantes de las bibliotecas públicas. Pero volviendo al tema de la lista, cuya anotación quedará expuesta en el blog ante la ardua tarea de empezar a finiquitar ese monstruo que es anotar toda clase de títulos que logran llamar mi atención y que apenas se ha ido cumpliendo en forma de lectura. Pues nada, una nueva forma de obligarme a ir tachando los libros leídos y que viene a sumarse a los frentes ya abiertos en el blog: Colección Reno, País aventuras, los Rougon-Macquart de Zola y los Episodios Nacionales de Galdós. Así como el resumen publicado tras sumar 100 post dedicados a los libros

Tal cumulo empieza a copar en exceso las obras expuestas en el blog, aunque de alguna forma hay que obligarse a cumplir con los deseos que nos planteamos, o al menos, la intenciones de abarcar ciertos libros. Únicamente me queda tentar al tiempo para que sea cómplice de un viaje que expondrá hasta dónde podré llegar.

Pd: Se aceptan sugerencias.

Moby Duck
Maldito Karma
Metrópolis - Ferenc Karinthy
Los señores de las sombras. - D Estulin
Una conjura en Hispania - L Davis
Ponme la mano aquí - Sandra Uve
Orgullo y prejuicio - J Austen
Poema de Fernán González
Vida del soldado español Miguel de Castro
Historia de una taberna  - AD Cabañate
La expedición de los 10 mil  - Jenofonte
Esploradores Esp del siglo XVII
Black Jack  - O Tezuka
Historias privadas - Muñóz y Sampayo
Crumb, obras completas - R Crumb
Mal de altura - Krakauer
La oculta - Héctor Abad
Good bye Lenin  -W Herrdorf
El tiempo es un canalla - J Egan
Chantaje a un pueblo - Justo Martínez
Los libros españoles del viajes medievales - Joquín Rubio Tovar
El diablo cojuelo
Versión de don Rodrigo (1811) Romance
El primer ciudadano  -A Oakes
Ojo de dragón - A Oakes
Amor de perdición - Camilo B Castelo
Al atentado - Y Kadrha
Diario de una ama de casa desquiciada - S Huffman
Pelayo Rey - Pablo Vega
Las ocho montañas - Paolo Cognetti
El poder del perro - D Winslow
Fin - David Montagudo
Dins el riu, entre els joncs - Antoni Monné
La noche fenomenal - J Pérez Andújar
La marcha de los barbaros  -H Lamb
El imperio de las estepas - R Grousset
Caminar - Silencio en la era del ruido - Erling Klasse
Las cruzadas - T Asbridge
En el mar - Toine Heigmans

Aguas profundas - JMª Nebreda
Centinelas de piedra José Felipe Alonso
Regresar a Maratón - M Calvo
Última salida para Brooklyn - H Shelby
Los últimos balleneros - Doug Bock Clark
Castellano - Lorenzo Silva
El Silmarillion - JRR Tolkien
Viaje sentimental - Sterne
El enigma de la habitación 622 - Joël Dicker
Los visigodos. Hijos de un dios furioso - José Soto
El dios que habita la espada  - José Soto
Amores de piedra - Juan de Dios Carazo
Andanzas serranas - Enrique de Mesa
Memorias de un soldado francés en la guerra de la Independencia - Albert Jean Michel

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