30 de enero de 2020

The Terror

Basada en una historia real y tomando como base la reciente novela de Dan Simmons (2007), The Terror se estrenó en 2018, convirtiéndose en una de las series más atractivas de los últimos años. El argumento retrocede a mediados del siglo XIX, a través de una expedición naval que buscaba una nueva ruta comercial que conectase el océano Atlántico con el Pacífico, previo paso por el Ártico. Y es, en esos ámbitos concretos, cuando los barcos, HMS Erebus y HMS Terror, desaparecieron junto a todos sus tripulantes. Una tragedia importante para el orgulloso imperio británico, que trató de resolver con posteridad la suerte de sus compatriotas a lo largo de los años y terminar por descubrir el denominado como Paso del Noroeste. La realidad alcanza incluso fechas recientes, pues en 2014 se localizó el hundido pecio del Erebus y en 2016 el navío Terror, tras más de 150 años de misterio. La investigación sobre los hechos que desencadenaron tal infortunio relatan las dificultades climatológicas del viaje, el estancamiento de los barcos al congelarse las aguas y la mala conservación de los alimentos enlatados. Un cumulo de circunstancias que empujaron a sus tripulantes a intentar una huida a pie para poder salvar el culo. Pero no hubo supervivientes. Toma spoiler.

 El barco atrapado - AMC Film Holdings LLC.
Del terrible desenlace queda margen para rellenar huecos gracias a la ficción, novelada en primer lugar por el citado Simmons y adaptada posteriormente para televisión por el guionista David Kajganich, con el laureado y popular nombre de Ridley Scott en la producción. Por si solo, The Terror contiene mimbres muy interesantes de partida. Pues aúna la idílica aventura de terminar por conocer algunos rincones del mundo, como ya hicieran otros grandes exploradores en la historia de la civilización. También cuenta el atractivo que siempre supone representar la ambientación de la época, y por supuesto, las duras condiciones climáticas, en un escenario donde el hombre se expone a los rigores que dicta la naturaleza. Si las penurias del frío no bastan para desanimar el coraje de los personajes, la imaginación del autor incluye un elemento externo a la lógica decimónonica. Un monstruo. Otro más, de los muchos que vieron la luz en la amplia cosecha del XIX y que, aún hoy, pueblan el imaginario colectivo. Baste con recordar al mayúsculo Drácula de Bram Stoker como punta de lanza. Y la serie aprovecha tal circunstancia para complicar todavía más las cosas. Un monstruo en los confines del mundo, como cuando los mapas antiguos rellenaban el vacío con figuras legendarias con tal de advertir la fantasía del fin del mundo conocido. 
Esperen, que traigo la cena -  AMC Film Holdings LLC.
Que consté que la bestia, citada como Tuunbaq, es una invención fuera de la mitología inuit, aunque en la serie aparezca relacionada con los autóctonos del lugar. De su relativa importancia queda plasmada en diversos capítulos, pero sin necesidad de recurrir a su presencia de manera constante porque ya existen otras cuestiones de calado entre la tripulación. Un notable acierto que evite el abuso de su figura y se premie otras circunstancias que logran aupar la serie. Como el ritmo. Sosegado, lento y preciso. Porque el uso del tiempo es importante para dar cabida el parecer del elenco de protagonistas, al verse obligados a convivir mucho tiempo encerrados, tanto en un barco como rodeados de hielo y nieve. Con el amenazador horizonte helado a la vista de todos, sin posibilidad de escape.

Y como en todas las series, los personajes y conflictos que surgen entre ellos terminan siendo el principal foco de atracción. Y ahora toca citar a los capitanes, los históricos Sir John Franklin y Sir Francis Crozier como la dupla principal y dar paso a las necesarias disputas que surgen entre los mandos por las decisiones a tomar. Detrás de ellos el resto de personajes; que abarcan a médicos, oficiales, infantes y meros marineros. Todos juntos derivan hacia el desarrollo de la aventura bajo un aparente orden. Un orden que empieza a filtrar otras ideas en las mentes de los protagonistas, cuando la supervivencia individual anda en juego y The Terror desarrolla un hipnótico atractivo en sus formas, sin mayores aspavientos que dejarse envolver por el aspecto visual y la lenta caída de los hombres ante el hambre, la debilidad física y el miedo que alcanza a quienes quieren salvar el cuello a toda costa.

The Terror
AMC, 2018

17 de enero de 2020

La sal y el azufre

La escritora Anna Langfus apenas publicó tres novelas a lo largo de su vida. Equipaje de arena y Salta, Bárbara fueron las otras dos. Pero antes de ser considerada como tal, Langfus obtuvo el título de superviviente. Una más de la larga tragedia que supuso la II Guerra Mundial para la población. De origen judío-polaco, la escritora formaba parte de una pequeña burguesía acomodada cuando la Alemania hitleriana invadió Polonia, y obligó a sus habitantes a acomodarse bajo los dictámenes nazis y el posterior conflicto armado. Por esos derroteros deambuló Langfus junto a su esposo, Jakob y demás familia, en un largo peregrinaje con diversas situaciones de riesgo. Como sobrevivir en el famoso gueto de Varsovia, servir de correo para la resistencia polaca o la estancia en cárceles de la Gestapo. 

La sal y el azufre rememora los recuerdos de Langfus a lo largo de la guerra, con el poso y el sosiego que otorga la distancia del tiempo. Porque el libro fue publicado en 1960 y supuso el estreno literario de la autora. Además de adjuntar un premio en su posterior país de acogida, Francia, como reconocimiento a su debut. En esta primera novela cuesta separar los paralelismos que pudieran darse entre su vida real y la ficción publicada. Obviamente la experiencia personal marca la orientación y el sentido de la obra, donde seguramente incluya también experiencias vistas, oídas y hasta contadas por las diversas personas que se cruzaron en su trayecto. En este aspecto, conviene adentrarse antes en la novela que ponerse a averiguar sobre la figura real de Langfus y evitar así desvelos sobre los hechos acaecidos en la historia que nos narra.


Porque el libro tiene un claro margen autobiográfico de los padecimientos que tuvo la protagonista, de nombre María, a lo largo de la contienda. Aunque conviene matizar que no se trata de una experiencia novelada. El punto de vista es completamente subjetivo y se agradece que no caiga en la tentación fácil de impartir lecciones. Más bien, Langfus opta por describir el presente sin tomar mayor partido que el de la mera supervivencia, y dejar de lado cuestiones políticas o morales. La estructura del mismo sigue un orden cronológico; desde el mismo inicio de la guerra hasta el final. Aunque el texto ande separado por grandes bloques, en plan capítulos concretos, que sitúan a la protagonista en diferentes lugares donde mostrar las penurias de la población local: especialmente el perseguido pueblo judío, las clásicas maldades alemanas y el curioso carácter hosco de la protagonista.

-¿Crees de veras que vendrán...?
-Creo, chiquilla, que ahora tendrás que darte prisa en hacerte mayor.

Resulta enriquecedor comprobar el liderazgo femenino de María, la heroína del relato a la hora de afrontar los problemas que van surgiendo, y cómo logra imponer su criterio frente al resto de su familia. Incluido su propio marido, quien queda relegado a una función secundaria y supeditado a las decisiones, normalmente correctas, de su esposa. Porque no toca otra que asumir galones y observar desde el cómodo margen del lector el largo y duro camino que afronta María. Una joven que evoluciona a la fuerza, gracias a un obstinado temperamento y seguridad personal que actúan mejor que cualquier acción heroica. El retrato que hace Langfus son trazos secundarios, alejados del frente y de otras cuestiones de mayor relevancia. Sus textos exhiben la vida corriente bajo el particular punto de vista de María. Para describir la perdida de libertades, los miedos y la necesidad de pasar desapercibido por parte de la población judía a causa de las posibles delaciones de sus vecinos.

Del mismo modo es una narradora excelente. Sin prisas por avanzar sus textos y dando vía libre al juego del azar para ver qué nuevas ocurren si se deja llevar por las circunstancias. Incluso en los momentos más penosos, aquellos donde la moral humana ha quedado tan baja que la muerte puede llegar a ser vista como una liberación. Por ahí surge el instinto animal de supervivencia, enfrentado al bloqueo lógico y sensato de acabar con el sufrimiento padecido frente al pasional instinto de seguir con vida. Menos mal que Anna Langfus se decidió a transcribir sus recuerdos y soltar los demonios que pudiera guardar en su interior. Una humilde reivindicación ante el olvido de su obra y persona.
 
La sal y el azufre
Anna Langfus
Ed. GP - Colección Reno 78, 1971

10 de enero de 2020

Star Wars: El ascenso de Skywalker

42 años después, la saga galáctica echa el cierre al culebrón del apellido Skywalker. Ya era hora, aunque el negocio alrededor de Star Wars está más que asegurado para que Disney pueda seguir rentabilizando su inversión y, al menos, ofrecer nuevos productos que logren aupar las producciones sobre este universo a las nuevas generaciones; tal como parecen indicar los cantos de sirena que ofrecen el estreno de The Mandalorian

Pero a finales de 2019 quedaba por dar la puntilla a la historia original con el noveno capítulo de la serie. Su predecesora, Los últimos Jedi, ha sido una película tan ampliamente discutida, que la repercusión de su estreno ha terminado por afectar los planes de la poderosa industria del ratón  y su planeado calendario de estrenos. Para empezar, se contó con la vuelta de JJ Abrams para asegurarse el cierre de la trilogía; también se desechó el guion previsto de Colin Trevoror y hasta se ha dejado en suspenso el encargo de crear una nueva trilogía bajo los mandos de Rian Johnson. Poca cosa.
Al fin, todos juntos en el Halcón - Lucasfilm LTD
En buena medida, Disney ha acertado en dar portazo a la historia creada por George Lucas en un tiempo muy muy lejano, para poder dar paso a otras opciones que estén fuera del acaparador clan Skywalker y del culo particular del aficionado con tendencia a enjuiciar, rehacer y socavar las obras expuestas con anterioridad. 

El ascenso de Skywalker supone un correcto cierre que busca contentar a todos aquellos que se rasgaron las vestiduras con la atrevida propuesta de Johnson, quién a la postre será recordado como el vencedor moral y artístico ante tanta controversia acumulada. El creador fetiche en levantar franquicias comerciales (Misión Imposible o Star Trek) acude al rescate de echar el telón y con la clara misión de contentar a una mayoría de aficionados. Y en parte, Jar Jar Abrams ha salido escaldado por buena parte de la crítica profesional, inclinada en favor del atrevimiento de Johnson frente al conservadurismo de Abrams. Y eso que el director ha realizado un enorme esfuerzo por intentar sacar adelante su proyecto, sin guardarse nada en la recámara y buscando exponer buena parte de la pesada artillería que proporciona un mundo con tantas posibilidades.

Curiosamente, destaca el rescate del emperador Palpatine como el villano de la función. Un detalle desvelado en tráileres precedentes y que dejan de lado las habituales precauciones por destripar cualquier sorpresa previa al estreno. Seguramente sería complicado mantenerlo en secreto pero, qué bien hubiera funcionado si el espectador llegase virgen al cine y se encontrará nuevamente al malvado de las trilogías anteriores al frente del cotarro. Después de recuperar a Han, Leia, Luke, los droides y al felpudo con patas, en plan tutelaje sobre los nuevos personajes, aún quedaba otro viejo héroe de la trilogía original. Un cascado Lando Calrissian vuelve a los mandos del Halcón, con la misión de otorgar esperanza a los héroes del presente mientras nos conecta con la nostalgia del pasado. Una melancolía constante, de la cual apenas podemos escapar, incluso entre las ruinas de la Estrella de la Muerte, en uno de los mejores momentos de la película.

Fin de la fiesta - Lucasfilm LTD
El desarrollo de la trama contiene otras gratas sorpresas bajo la manga. Pequeñas perlas que elevan de manera puntual las desventuras de nuestros héroes. Pero antes conviene recordar que está es la película con mayor duración de las nueve que componen la saga. Un mal síntoma, cuando se recurre al exceso de tiempo para explicar detalles que necesitan estirarse en lugar de abreviar o dar por sentado que el espectador es más inteligente que el mero hecho de dejarse llevar por el espectáculo visual, algo que a estas alturas del nuevo milenio se da por hecho. Sin embargo, uno de los males de El ascenso de Skywalker, es la carrera continua. El estrés que provoca el atropellado salto de aventura en una especie de misión a contrarreloj que afecta incluso a que las partes dialogadas se vean tan aceleradas como la estúpida moda de ver series a una mayor velocidad de reproducción. Para colmo de males, este disparate se encuentra en el arranque, creando una sensación precipitada que afecta al resto de la película al que la cuesta reconducir el trasiego creado.

Sin duda, éste es el mayor de los problemas. Al generar una excesiva velocidad que en lugar de crear expectación por los continuos cambios, logra el efecto contrario. Por supuesto también hay notables aciertos, sorpresas y hasta dislates. Facetas que muestran un producto sin redondear, con una producción y guion retocados por las prisas de verse obligados a estrenar una cinta con fecha prefijada. 

Las preguntas del condicional quedan descatalogadas ante la realidad que supone ver el final de la saga galáctica en pantalla grande. Una situación triste, por llegar al final del maravilloso viaje iniciado en 1977. Al menos quedan retazos interesantes, incluso un buen combate, por fin, filmado entre la dupla protagonista. Los verdaderos pilares que sustentan el interés del último filme. El conflicto entre Rey y Kylo Ren. Ambos actores estarán asociados a estos personajes de por vida. En primer lugar, cabe destacar el buen hacer que llevaba arrastrando Adam Driver. Sobre todo por la alargada sombra de Darth Vader y cómo ha logrado elevar al chico malo fuera de las odiosas comparaciones. El personaje de Ren tiene el redito de marcar su propio camino, que no es poco. 
Muy fan - Lucasfilm LTD
Y por último está el mejorado trabajo de Daisy Ridley; con el crecimiento de su figura alrededor del mito Jedi y la correspondiente búsqueda de respuestas de la chatarrera sin apellido. Tan importante como desvelar el círculo vicioso del que anda atado la familiar mitología de Star Wars. Una redundancia que afecta al espectador clásico de algo ya visto, una repetición curiosa frente a los intentos místicos y oscuros de otorgar una nueva dimensión al famoso lado oscuro. Reconozco que Abrams se ha esforzado, y pese los palos dados a ciegas.... un servidor siempre será un fiel creyente de la Fuerza. 

El ascenso de Skywalker
JJ Abrams, 2019
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La amenaza fantasma
El ataque de los clones
Las guerras Clon
La venganza de los Sith