5 de abril de 2024

La gula

Resumo rápidamente mi parecer. Se me ha hecho bola. Hacia Semana Santa debían quedarme unas tristes diez páginas a las que abandoné sin contemplación hasta después de los festivos. Conviene dejar las cosas claras desde el principio sobre la novela de Asako Yuzuki, autora japonesa con una exitosa trayectoria en su país mientras se abre paso al castellano con esta primera traducción y que no ha logrado engancharme.

La gula va de una presunta asesina (Manako Kajii) encarcelada a la espera de juicio por, supuestamente, haber acabado con la vida de tres de sus amantes y de haberse aprovechado del alto nivel económico de estos hombres adinerados. El caso causa cierto revuelo en la sociedad japonesa y una periodista (Rika Machida) busca la manera de lograr la exclusiva de entrevistarla con el gancho de la cocina de por medio. Porque ése es uno de los atractivos del libro y la gran afición de Kajii. El deleite de disfrutar de la comida, saborear alimentos junto a la propia elaboración de los mismos, darse algún que otro capricho en la alta cocina y repetir plato, si es menester.

La carne que esté poco hecha
La cocina siempre es importante por el mero hecho de tener que comer todos los días, y con el paso del tiempo, ha ido ganando mayor repercusión. Un acto que fortalece la noble mezcla de los productos denominados gourmet junto a la reivindicación de la cocina tradicional. Japón tampoco es una excepción y la supuesta asesina es una adicta a la buena comida, tanto a los productos elaborados como a las simples recetas de la abuela. Por ahí entra la periodista, con la ayuda de su intima amiga Reiko (una ama de casa con buena maña para la cocina), quien logra tener acceso a una serie de entrevistas con Manako. En esos encuentros se establece una curiosa relación a tres bandas, cuyo eje siempre está liderado por Manako Kajii. La mujer encarcelada pero que sobrepasa los muros de la prisión, a través de una personalidad bien marcada y que logra establecer una serie de condiciones a cumplir por parte de la periodista, y de rebote a su colega.

Si no es capaz de apartar su mirada de Kajii… Si no es capaz de dejar de girar alrededor de ella… Tal vez debería clavarle las uñas en su enorme tripa, tratar por todos los medios de que deje de manejarla a su antojo.

En esta primera parte de la novela, la autora expone el tronco principal del texto: el papeo. La condición indispensable por la que giran sus protagonistas. Hay comida, bastante, a lo largo de las páginas junto a las clásicas descripciones de alimentos, preparación y demás condimentos para abrir el apetito del lector, o de rebuscar qué diablos es el ramen. Rika cae en el anzuelo y se deja arrastrar por las condiciones expuestas por Manako con tal de lograr sacar chicha que rellene los artículos que tiene previstos sacar para la revista en la que trabaja. El problema es que el lector puede esperar otra cosa bien distinta. Porque había otro cebo más morboso: la muerte de los amantes. Y esa expectativa planea en buena parte de la novela, a la continua espera de descubrir algún detalle, alguna pista transcendental que derive la investigación hacia el llamativo caso de una mujer que ha logrado engatusar a diferentes hombres adinerados y vivir de sus cuentas corrientes.

Pero la novela navega por otros rumbos más psicológicos que exploran las profundidades personales de Rika y Reiko. La clásica presentación y exposición de un viaje que termina por transformarlas por completo. Y por supuesto, cómo afecta a los personajes que les rodea. En parte es un viaje agotador, lento y reiterativo por las constantes referencias culinarias y por experiencias alternas sin mayores atractivos que exponer diferentes relaciones entre los personajes. Un aspecto que deja de lado el supuesto trhiller y al que solo recurre para levantar nuevas expectativas que logra llamar la atención de lo que está contando en contadas ocasiones. Como la visita a la ciudad de Agano para conocer el origen y a la familia de Kajii. Pero del libro destacan más otras facetas descriptivas sobre Japón, en especial sobre la ciudad de Tokio y la oportuna denuncia. Porque hay varios palos interesantes asociados a los educados nipones, como el machismo hacia las mujeres por su aspecto físico. La propia Rika sufre en sus carnes la curiosidad de superar los 60 kilos y verse aconsejada continuamente contra una supuesta gordura que no es tal. También hacia la obstinada dedicación por el trabajo que lleva a los trabajadores a extensas jornadas laborales. Una importancia descomunal que se traslada hacia una sociedad que mantiene abierto comercios 24 horas al día. Incluida cocinas abiertas de manera continua. 

Tanta elaboración termina por desanimar la lectura. Kajii no cumple el ideal prejuzgado de viuda negra, más bien es una figura que detesta la posición de la mujer japonesa y su mayor triunfo, sin saberlo, será el cambio radical que otorga en Rika. La periodista cumple su función de protagonista al exponer el cambio que supone cada viaje (festín incluido) literario en este caso y que logra alcanzar a quienes la rodean. De Kajii nos quedan los restos, aquellos que ya no podemos tragar en una novela que tiene algunos puntos interesantes como otros pasajes olvidables. Pues eso, la bola que por mucho que mastiques no logras deshacer.


La gula
Asako Yuzuki
Ed. Planeta 2022