4 de octubre de 2019

La vuelta al mundo en 80 días

Se trata de una de las obras más populares y reconocidas de Julio Verne. El visionario escritor francés continuaba una primera época productiva denominada como viajes extraordinarios; donde la aventura constante acompaña a sus protagonistas a lo largo del relato. Y en esta particular ocasión alrededor del mundo, con el aliciente de completar el recorrido en un tiempo determinado. Porque la gracia de la novela proviene del contexto, cuya fecha se corresponde con la publicación de la obra, 1872, y cuenta con los medios de transporte de la época para llevar a cabo tal periplo. En realidad es un alarde en positivo del desarrollo industrial y humano de aquellos años. El avance de la maquinaría y la destreza del hombre como punta de lanza. 

El protagonismo recae en un cuadriculado y aburrido ricachón inglés: Phileas Fogg. Para quienes calzamos algunos cuantos años siempre nos quedará el recuerdo de la adaptación animada de Willie Fogg. Pero la memoria de la infancia choca con la realidad de las patas de gallo, porque la lectura de La vuelta al mundo en 80 días anda anclada en la superficialidad de la literatura juvenil, sin mayores trabas que entretener a quien ose abrir algo más que las tapas.

El origen proviene de una apuesta. Un aspecto tan británico que sirve para dotar de interés a las disputas que puedan surgir en cualquier charleta. Incluido en selectos clubs londinenses. A fin de cuentas, el arranque del viaje surge de un intercambio de opiniones basado en un articulo periodístico que destaca la posibilidad de dar la vuelta al mundo, gracias a los medios de locomoción, en tan solo 80 días. Fogg, quien muestra un aspecto hierático y sereno, se marca una extraña obstinación, más cercana al clásico ibérico del agarrame el cubata que a la supuesta seriedad de la adinerada sociedad inglesa. Hecha la apuesta, surge la aventura del héroe que vuelve a su caparazón de rectitud. La cuota humana proviene del criado, un francés llamado Passepartout, que sin saberlo, arranca su servicio bajo las prisas de un viaje que parece afectar a la hora de transcribir de Verne. Porque La vuelta al mundo en 80 días vuela, y en ocasiones de verdad; tanta, que se hecha en falta cierto sosiego en un trayecto que podría dar mucho más juego si a su autor le hubiera interesado. Porque Verne sólo se detiene en contadas ocasiones, como en el rescate de Aouda, en elaborar un mayor desglose de un problema concreto y las opciones de afrontarlo por Fogg y compañía.

Tal velocidad puede otorgar cierta agilidad a quien busque entretenerse sin mayores complicaciones. Pero para quien busca algo más de literatura, echará en falta la mejor versión del autor francés. Al menos queda la originalidad de la propuesta, vista como una excentricidad por parte de los pudientes de finales del XIX. Y también porque no deja de ser una maravillosa aventura a pesar de la calculada frialdad del protagonista frente a las peripecias secundarias de su criado.

-¡Vaya! ¡Pero si es usted un hombre con corazón!
-En ocasiones -respondió simplemente Phileas Fogg-. Cuando tengo tiempo.

Primera portada publicada
 Le Tour du_monde en quatre-vingts jours
Dominio público, wikimedia
 
Tampoco conviene olvidar la habilidad de Julio Verne de colocar variados y diversos problemas a los que deben enfrentarse los protagonistas a lo largo del viaje. Es una especialidad de la casa, embaucar al lector, con tino y fantasía a través de baches circenses en plan del más difícil todavía. Porque aparte de contar con los lógicos retrasos de transporte y los peligros externos; Verne añade a un perseverante inspector de policía, de nombre Fix, el cual sospecha del extravagante viaje de Phileas Fogg como una excusa para huir de la justicia al coincidir su descripción física con la de un ladrón que acaba de cometer un importante robo en el banco de Inglaterra. Las continuas prisas de Fogg, por cambiar de trasnporte y de avanzar hacia el este, sin duda alimentan aun más las suspicacias del receloso inspector.

A pesar de la continua apariencia de resumen, la novela mantiene el encanto propio de la época y de la leyenda que acompaña al título a lo largo de los tiempos. Incluida la candidez infantil a la hora de resolver situaciones de peligro junto al solicitado as marcado del autor, cuya opción se guarda en la manga para desplegar diversas sorpresas que se acumulan incluso hasta el mismo final de la obra. A fin de cuentas. ¿A quién no le gustaría darse un garbeo alrededor del mundo?

El viejo y paralítico Lord Albermale. El honorable gentleman, clavado en su sillón, habría dado toda su fortuna por poder dar la vuelta al mundo, ¡incluso en diez años!



La vuelta al mundo en 80 días
Julio Verne
Ed El País Aventuras. 2004


---------------------------------- 



No hay comentarios:

Publicar un comentario