5 de noviembre de 2021

Wilt no se aclara

Instalado definitivamente en la localidad de Llafranc (Gerona), Tom Sharpe volvió al negocio de la escritura después de un evidente parón de unos diez años. Seguramente, el estado de su salud tuvo que ver con ese pequeño detalle, al dedicar a la sanidad catalana la publicación de esta novela en 2004. Y nada mejor que recuperar el pulso literario con su personaje más emblemático para acumular una cuarta aventura: Wilt no se aclara. El apellido protagonista que alcanzó un notable éxito desde su primera aparición en el ya lejano 1976. 

vs campiña Ibérica
Tras los sucesos acaecidos anteriormente, Sharpe tiene el problema de cómo lograr sorprender a los lectores sin repetirse en la trama central. Para ello, opta por alejarse de la escuela politécnica donde Henry Wilt ejerce su profesión y buscar nuevos argumentos en las vacaciones de verano. De entrada, se expone una agradable invitación de viajar a EEUU para visitar a una tía de Eva, la esposa de Henry Wilt. Esta familiar está casada con un rico empresario americano y ambos carecen de descendencia. Esta circunstancia provoca que Eva vea una buena oportunidad de que sus hijas puedan heredar parte de la fortuna del matrimonio Immelman. Pero Wilt tiene otros planes bien diferentes y miente descaradamente para lograr tener unas vacaciones en soledad, alejado de la familia y con la clara idea de realizar una peregrinación por la campiña inglesa.

Ante este prometedor inicio, la familia Wilt afronta el verano de manera separada; con dos destinos bien marcados donde desatar los habituales equívocos que logren enredar a las personas que tengan la desdicha de cruzarse en su camino. Eva y sus cuatrillizas provocarán, sin quererlo, una investigación por tráfico de drogas al conversar simplemente con un conocido traficante de estupefacientes. Aunque serán las hijas del matrimonio protagonista quienes darán rienda suelta a una larga lista de travesuras que amenazan con llevar a la quiebra la empresa y reputación de sus tíos americanos.

Wilt por su parte y también sin quererlo, se verá inmerso en una complicada trama de venganza que mediará entre un importante miembro de la cámara de los lores, a su esposa y al amante de ésta. Visto así, Sharpe parece querer prevalecer una investigación policial donde poder ridiculizar, tanto a los arrogantes americanos y sus fantasiosos métodos, como la ineficacia policial inglesa. En todo el proceso argumental, caben destacar las premisas habituales de su prosa. Como la acumulación de situaciones estrambóticas que tienden a situarse de manera casual, encajando las alocadas piezas de una manera tan solvente, que Sharpe logra convencernos de que la locura es el resultado más sencillo por el que discurre la vida que representa. Dentro de ese espacio singular, Sharpe acoge con agrado dar rienda suelta a los enredos liderados por personajes aún más peculiares que la dupla protagonista, y digo peculiares por buscar una palabra amable sobre la colección real de pervertidos, ineptos y desdichados que discurren a lo largo de las páginas. Porque parece mentira que la ficción de Sharpe esté especializada en repetir los mismos roles y las mismas perversiones, ancladas en trabajadores saturados a punto de explotar, vulgares deslenguados y repetitivos gustos sexuales.

Está claro que el autor se ve forzado a buscar nuevas vías a explorar y ampliar situaciones donde poder ubicar los nuevos disparates de Eva y Henry. Normalmente toda continuación tiende a exagerar, a ampliar el tamaño del envoltorio para situar las nuevas aventuras en la fácil postura del más difícil todavía. De algún modo hay que llamar la atención. Es evidente que Sharpe busca sorprender con una hipérbole que exponga el descomunal embrollo que suele crear, y dentro de esa locura, atrapar a los lectores con un humor dispuesto a recoger cualquier atisbo de extravagancia e irracionalidad.

Sin embargo, el lector pierde la referencia de Henry Wilt. Éste se convierte en un actor secundario dentro de una novela en la que parece estar de paso. Los lectores afines a Wilt echarán en falta la aportación de tal singular personaje en una historia en la que parece ser una estrella invitada en la novela de otro autor. Incluso hay momentos donde cualquier lector llega a preguntarse dónde diablos está Wilt pasadas unas 150 páginas. Sin duda, el conflicto que Sharpe expone tiende a donar el protagonismo a personas ajenas al elenco principal, aunque estén igualmente idas de la azotea. Al menos la novela cumple su mera función de entretenimiento, ya sólo queda la espera del rescate final en el último capítulo de la saga. 

Wilt no se aclara
Tom Sharpe
Ed Anagrama, Contraseñas, 2004

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