Los cronocrímenes
La nominación del cortometraje 7:35 de la mañana a los Oscars en 2003, dio a conocer al gran público el nombre de Nacho Vigalondo. Un tipo con el talento suficiente para debutar en el largometraje con una pequeña e inteligente película. Los cronocrímenes trata sobre una persona normal que acaba viajando en el tiempo tras ser atacado y perseguido por un misterioso hombre enmascarado. Al transportarse en el tiempo hacia atrás, el protagonista descubre que todo lo que ha ocurrido tiene que ver con un viaje anterior que desencadena una atractiva sucesión de acontecimientos, donde el personaje principal es a la vez quien crea la causa con su correspondiente efecto. Para ello Vigalondo propone una obra que podría considerarse como minimalista. Cuatro actores sostienen la acción mientras una casa de campo, un tramo de carretera, un espeso bosque y otro amplio escenario, donde reside la supuesta máquina del tiempo, acopian todo el espacio terrenal que ocupa la película. De hecho, es la faceta artística la que devalúa parte de la gracia a la obra fílmica.
Karra Elejalde es el protagonista absoluto interpretando a Héctor, el personaje que desencadena los sucesos de la historia y que gira todo en torno a sus actos. Elejalde se pasa media película intentando poner cara de panoli, interpretando al típico hombre corriente. Sin embargo no es capaz de sostener él solo la película y menos aun con la supuesta colaboración del resto de actores. Como protagonista solo destaca cuando toma conciencia de la trama que Héctor ha creado sobre si mismo e intenta corregir el bucle donde se haya atrapado. Hay un giro o evolución de su personaje y es cuando Karra Elejalde parece por fin un actor, y además me creo que ese señor sea capaz de tomar las riendas de la historia e intente modificarlas en su beneficio. El resto del reparto ni cumple ni suma ninguna faceta destacable para ayudar a mejorar la historia que se nos esta narrando. Incluido al propio Vigalondo dando vida al joven científico.
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La momia rosa |
La historia es sin discusión lo mejor de esta pequeña película. Los cronocrímenes sobrevive gracias al guión de Vigalondo, cobrando el protagonismo que se merece una historia de ciencia ficción sin necesidad de efectos especiales que adornen la película. En este caso la trama se impone a otras facetas artísticas del filme al sumergir los defectos del plantel, ocultarlos y atraer toda la atención de los espectadores hacia el argumento. Uno se queda fijo y atento ante los pormenores que vamos contemplando. Los viajes temporales vienen a incrementar el interés de la cinta cuando empiezan a encajar las piezas sueltas que el director nos ha ido mostrando. Y a la vez vuelve a complicar el proceso que debería repetirse en el bucle donde queda atrapado Héctor, atrayendo la atención del espectador hacia una intrincada trama que sobrevuela por encima de algunos defectos y medios escasos.
Debería haber tenido más tiempo para preparar la patraña esa de las cámaras de vigilancia.
¿Cámaras de vigilancia?
Pues tampoco nos vendría mal.
El Joven
Los cronocrímenes de Nacho Vigalondo
2007
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