16 de octubre de 2020

Glass

A principios de 2019 se estrenaba Glass, esperadísima película destinada a cerrar la peculiar trilogía de Manoj Night Shyamalan sobre los héroes salidos del cómic. Peculiar porque las dos anteriores, El protegido y Múltiple, son dos películas que tienen entidad propia, independientes entre ellas y sin ninguna relación que las una hasta la llegada de Glass. Un ligero rodeo al que Shyamalan resuelve de manera solvente, en una especie de prólogo donde logra conectar al héroe del impermeable de la primera, a la caza y captura del peligroso personaje con diferentes personalidades del segundo filme. Tras la carta de presentación, llega el grueso de la tercera película, principalmente en una especie de psiquiátrico donde haga acto de presencia el tercero en discordia: Don Cristal, el villano del filme original. El tráiler ya avanzaba por donde iban a ir los tiros, al dar pie a una loquera dispuesta a demostrar a sus pacientes que sus supuestas habilidades especiales no son más que delirios de grandeza, que nada tienen que ver con la fácil comparación del mundo de las historietas con la realidad. 
 
Qué me expliques por qué el fondo es rosa, coño!-© Universal Pictures
En parte, se entiende la supuesta búsqueda de identidad. La necesidad humana de buscar una explicación lógica sobre lo que no se entiende y que encima dote de interés a la narrativa de la película. Sin embargo esta situación ya se dió en El protegido, cuando al personaje interpretado por Bruce Willis (David Dunn) se debatía frente a su antagonista Samuel L. Jackson (Don Cristal) en la aceptación del don recibido. Ahora se vuelve a ese combate, con la salvaguarda del enfretamiento diálectico y el estudio cientifico. Una propuesta que choca con el personaje de Dunn, pues supuestamente ha estado realizando la función de justiciero nocturno desde la resolución de la peli original, y bastantes años han pasado desde entonces, para que venga una señora ahora y ponga en duda el gusto que le ha cogido a rozarse con toda clase de individuos, descubrir a los maleantes y gamberros para después dedicarse a dar mamporros a delincuentes de segunda. Obviamente el interés de Glass decae en ese punto, incluso reconociendo el buen hacer de su director en remarcar su postura y manera de rodar, bastante alejado de la fanfarria y del mero espectáculo hormonal de otros héroes, habitualmente disfrazados. Pero esa postura ya se ha visto, y solamente cuadraría si nos encontraramos con una secuela de Múltiple. Situación que se da parcialmente.
 
Esa pequeña losa se enfrenta a las ganas del espectador por ver cómo se resuelve la reunión de los tres seres extraordinarios. En un clásico encuentro de la narrativa del cómic aunque sobresalga ese toque realista, alejado de la tópica conquista del mundo o amenaza planetaria. Los protagonistas andan liados en otras cuestiones más cercanas, como el reconocimiento de su existencia. La batalla que ya libraba el personaje que da título al filme y que sigue emperrado en demostrar su existencia extraordinaria al mundo. La suya y la de sus compañeros. 

Pedazo de actor. U ha!-© Universal Pictures
De ellos vuelve a destacar James McAvoy, dando pie a la horda de seres que encierra su cuerpo y su capacidad actoral para afrontar con vehemencia el continuo cambio de careta, entonación y movimientos físicos. Un prodigio que choca con el conocido temperamento estático que el autor imprime a sus personajes. Una manera de rodaje y de exposición reconocidos, un sello y una valía que se ha labrado a lo largo de una carrera sinuosa, donde los mayores aciertos han sido con historias pequeñas que trastocan la realidad cotidiana de sus personajes. En Glass, también acuden en apoyo de los protagonistas su particular conexión con el mundo real, la necesaria parte familiar y que tanta importancia adquiere en las historietas ilustradas. Shyamalan recupera al hijo de Dunn, a la madre de Cristal y a la indultada víctima de la Bestia, en una amplia reunión para que sumen en la resolución final. Allá donde entra en juego el tradicional apogeo que suelen recoger las historias realizadas por cintas comerciales y superhéroes en mallas.
 
Pero el horizonte de Glass es diferente, ante la posibilidad de vislumbrar las habituales vueltas de tuercas que Shyamalan suele sacarse de la chistera. Un gran acierto que muestra el respeto del director por los códigos clásicos del cómic ligados a su habitual marca de la casa. Hasta el sopor de verlo en un cameo fuera de lugar. Manías que enpequeñecen en algo a uno de los pocos autores reales del séptimo arte.

Glass
Manoj N. Shyamalan, 2019

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El protegido

Múltiple

Glass

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