19 de enero de 2019

El protegido

De primeras conviene situar la fecha del estreno de esta película y recordar parte del contexto que la rodea. El director Manoj Night Shyamalan venía de triunfar, tanto en crítica como en público, con El sexto sentido (1999). La cinta del niño que veía muertos y protagonizada por Bruce Willis y Haley Joel Osmant. Al año siguiente se estrenaba El protegido, nuevamente encabezada por Willis y con una atractiva propuesta sobre el mundo del cómic y los superhéroes ilustrados. El éxito del filme anterior, logró arrastrar a un buen número de espectadores a las salas para visionar lo nuevo de Shyamalan, en un nuevo ejercicio de suspense con final sorpresa que impuso una ligera moda por entonces. Y la apuesta volvió a surtir efecto, pese al menor atractivo general de los tebeos frente al de los fantasmas. 

La viñeta -  Touchstone Pictures

Sin embargo, la película de El protegido se ha convertido con el tiempo en una pequeña joya, y para quien suscribe estás lineas, muy por encima de la anteriormente citada. Seguramente tenga que ver el gusto personal hacia el mundo del cómic, al consumo y conocimiento del noveno arte para distinguir y disfrutar de la propuesta cinematográfica de Shyamalan. Porque hay que destacar muchos elementos del género llevados a una especie de adaptación hacia el cine con un agradable toque realista. 

La película presenta el clásico choque, representada en dos posiciones bien diferenciadas, entre el irrompible David Dunn (Bruce Willis) frente al blandengue Elijah Price (Samuel L. Jackson). Y para mostrar tan diversas posturas, nada mejor que seguir el desarrollo del viaje del héroe. Porque David debe emprender el camino de la aceptación, la que debe realizar un hombre cualquiera, padre de familia y con sus propios problemas personales, hasta reconocerse como un ser extraordinario dentro de una sociedad que intenta representar el mundo que conocemos. Y nada mejor que el tutelaje, siguiendo el esquema clásico del maestro que guía al alumno para llevar a cabo tal empresa. 

Desde el principio se muestran algunos problemas meramente humanos, como al abordar un intento de ligoteo del protagonista con una extraña en el mismo tren que termina por estrellarse. Un accidente ferroviario donde mueren todos sus tripulantes excepto una, y lo más extraño, sin ningún rasguño. Una proeza de tal dimensión que convierte al protagonista en una celebridad del azar, quien empieza a mostrar las dudas y problemas personales de Dunn, amplificado gracias a la sugerente propuesta de Price, impresa en un papel como punto de partida. 

Por ahí anda el gran acierto de la historia, en la búsqueda de la identidad del héroe y su posterior aceptación. Porque lo lógico es rechazar de primeras tal posibilidad y presuponer que cualquiera se pondría en guardia ante la descabellada idea de ser una persona con dotes fuera de lo común. Pero la sospecha carcome al protagonista, quien empieza a dudar, por su pasado y como ciertas decisiones afectaron a su vida personal. Shyamalan añade un drama paralelo al que debe enfrentarse el héroe, a través de un matrimonio en crisis, derivado por una especie de impotencia varonil y de una falta existencialista que corroe más aún la crisis del protagonista. Curiosamente, la hierática expresión de Willis ayuda bastante a construir ese personaje. 

 Touchstone Pictures
Shyamalan triunfa con su película y su personal modo de rodar. Grandes planos secuencias, sobriedad por todos lados y cuidados encuadres que obligan al espectador a meterse en el trasfondo de la historia que nos está contando. Sin necesidad de fuegos de artificio, ni mayores espectáculos masticados como propone la testosterona de la factoría Marvel. Tal vez pueda sacarse algún pero, como la simpleza de unir el mundo de los cómics con la realidad a través de la exageración, como bien explica la figura de Elijah Price en un absurdo recorrido histórico. Porque cualquier arte, literatura o la simple pintura, también tiende a elevar a los altares personajes, batallas y demás parafernalia sin necesidad de enmascarar a seres extraordinarios. Dejando de lado ciertas carencias, El protegido queda como un buen filme. Entretiene, con su ritmo pausado y por su originalidad, y me encanta la transformación del héroe a lo largo de toda la cinta. Algo que en otras cintas se resume a un cuarto de hora. 

El protegido
M. Night Shyamalan, 2000

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El protegido

Múltiple

Glass

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