23 de septiembre de 2020

Ted

Siempre hay gente que debuta en esto de hacer películas por pura inercia. Personas empujadas por diferentes circunstancias, ya sean por cuestiones profesionales relacionadas con el medio o el reconocimiento popular por parte del gran público en un momento determinado. Este es el caso del multifacetico Seth MacFarlane, autor de reconocido éxito con una serie de dibujos animados para nada infantil, Padre de familia. A pesar de andar bajo la sombra de Los Simpson, la obra de MacFarlane resuena entre los adultos por un mayor contenido en burradas temáticas, dialécticas y que continuaron con la similar American Dad. Tanto ruido hicieron los pollinos, que los economistas de la industria cinematográfica vieron claro el tirón de un tipo que pudiera dar un nuevo impulso al negocio tras destacar durante más de una década en la cadena FOX. Así pues, el debut de MacFarlane en el nobilísimo séptimo arte de las ciencias llegó en 2012 en forma de peluche, Ted. Aunque de primeras es justo reconocer la premisa original de que un oso de peluche cobre vida gracias a la magía navideña, que cumple el deseo enfermizo de un niño por tener un verdadero amigo. Un acierto que descoloca de inicio y termina por solventar con gracia al descubrir cómo cambia el cuento del muñeco infantil.

Escogiendo niñera - Universal Pictures International

La carta de presentación del filme muestra claramente el particular humor gamberro y deslenguado de MacFarlane, mientras que el protagonista representa al clásico protagonista masculino con incapacidad por madurar y cuyo colega es el entrañable oso de peluche que le ha acompañado desde su tierna infancia. No hay ningún tipo de engaño, si con anterioridad se acude al trailer del filme para ver de qué va la vaina, y ofrecer lo que se espera de un supuesto treintañero, John Bennet (Mark Whalberg) atrapado en una larga adolescencia, en la cultura pop y en compartir vicios vaporosos con Ted. Al menos la película intenta colarnos un enredo amoroso que rompa la monotona vida de los dos anteriores, cuando la novia del protagonista, Lori (Mila Kunis) exija a su pareja la necesidad de que su relación evolucione en concordancia a la edad que aparentan. Pero claro, en medio del romance anda el deslenguado peluche, más preocupado en colmar sus básicas necesidades y en rebuznar palabrotas con el único objetivo de sacarnos alguna que otra carcajada.

Fuera de ese ámbito, que tan bien maneja MacFarlane, queda el reflejo de un buen guionista que necesita ampliar su repertorio, porque si salimos fuera de los exabruptos del muñeco, nos queda la tipica relación ñoña entre chica y chico mil veces vista. Nada nuevo muestra la película en ese ámbito, donde podemos sustituir al original peluche por otros personajes que terminan por ser una carga a la supuesta parte romántica del filme. Se mire por donde se mire, la relación principal pivota entorno a la amistad entre John y Ted, y cómo queda cuando necesitan crear su propio espacio que les permita avanzar por separado para que John y Lori puedan progresar en pareja. Tal falta de ideas nuevas chocan con la peligrosa calificación "R", que en USA emplean para alertar de los contenidos de la película. Sobretodo si excluimos el riesgo que supone ver como actua un muñeco irreal y los tacos que pronuncia, eso es todo, el resto del filme es puro puritanismo, que bien puede adornar una tormentosa tarde de domingo en cualquier canal en abierto.

Uno de los momentos del filme - Universal Pictures International
Aparte de a donde van los pasos del trio protagonista y como terminan por encajar en el clásico conflicto que mueve la película, Ted añade una especie de tercera vía donde destaca la presencia el actor Giovani Ribisi, una pequeña trama paralela que acoge otras niñerias propias de la edad, como la envidia de no tener el mismo juguete que otros niños, pero resuelta de una manera excesivamente yanqui y que rompe algo el tono cómico del filme. Poco más puede estirarse de una película que cumple el simple cometido de entretener sin mayores motivos que comprobar como lograron llenar la hucha los economistas del gremio. Unos 500 millones de beneficio. Obviamente hubo segunda parte.

Ted

Seth MacFarlane, 2012


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