Sin embargo, se puede sacar provecho al corto margen y sacar adelante una ruta veraniega en sus alrededores. El punto de partida más óptimo puede ser el parking de entrada al embalse de la Jarosa. Justo allí, inicio la excursión, para retroceder por la carretera que da acceso al susodicho pantano. Es apenas una leve bajada hasta encontrar un camino a derechas que nos lleva directamente al monte. Dicho camino, anda señalado como Vereda de la Portera de la Llanada, cuyo trayecto desciende hasta la carretera que une Guadarrama y El Escorial. Aunque no alcanzaremos tal fin.
Arroyo Guatel Segundo |
Nevero, horno, molino..; he ahí la duda |
Tras los retratos habituales toca remontar el curso del arroyo, porque la bajada del Guatel II se torna imposible al invadir fincas recelosas de los andarines. Ávaros propietarios que llegan incluso a vallar el cauce del agua por si se cuela algún pez de tamaño desmesurado. Pero la remontada sobre las orillas son siempre divertidas, entre la amplia vegetación y las zarzas espinosas. Momento adecuado para sacar a relucir las facultades garrulas del bastón y dar sopas con ondas a todo obstáculo presente, espinosas principalmente. A lo largo del arroyo, sobresalen viejos muros cuyas funciones se me escapan. Tal vez fueran simples corralas donde guardar el ganado, o simples delimitaciones terrenales. Otros viejos del lugar vienen representados entre pinos y alisos, algunos con tamaños importantes. Pero la diversión proviene de otros ámbitos, como encontrar la orilla correcta de la ascensión y los diversos vadeos sobre piedras traicioneras que buscan el traspié del senderista. La suerte me permite continuar la subida sin húmedas consecuencias hasta atisbar la cercanía del final. Momento adecuado para buscar una salida en la margen izquierda, y apoyándome en el bastón para superar la fuerte pendiente del barranquillo creado por la erosión del agua, a la búsqueda de una singularidad.
Hace ya algún tiempo algún devoto escalador quiso bendecir estas aguas a través de una imagen religiosa, ubicada en lo alto de un roquedo. La escultura parece un Cristo Redentor, quien observa el excelso paisaje con ganas de arengar a quien ose pasearse por estas cuestas. Aunque el retrato de la cámara parezca reducir la figura a un simple chaman del bosque, cuyos conjuros desvelen el significado de tal elemento supersticioso. Tras corresponder a la cortesía del saludo, la excursión continua hasta alcanzar los muros del embalse de la Jarosa.
La hormigonada estructura permite aliviar el curso del Guatel de manera continua, aunque a día de hoy parezca un triste nacimiento para un arroyo que en tiempos pretéritos se nutría de la unión de otros tantos arroyuelos para alumbrarse individualmente. Incluso hoy día existe la tentativa de querer sustituir el añejo Guatel Segundo por el acaparador Jarosa en los mapas actuales. Pero siempre quedará la memoria y los viejos planos para reivindicar las fuentes y nombres originales. Tras tales manifestaciones nos despedimos del arroyo protagonista, a través de una nueva remontada sobre la pendiente derecha del camino realizado entre jaras, pinos, jaras, enebros, jaras, rocas y unas pocas jaras más. Rumbo hacia otros protagonismos más belicosos.
En este instante quiero que quede constancia de las numerosas ocasiones que habré zascandileado por estos lares, pero mi torpeza orientadora queda de manifiesto cuando soy incapaz de de advertir algún tipo de senda correcta, tal vez no exista y por ello toque abrirse paso a empellones sobre las malditas jaras. Nuevamente un muro de piedra acude al rescate, como un guía seguro que nos invita a alcanzar la cima de la loma, allá donde surgen nuevas trincheras y restos bélicos. En especial una construcción circular. Esta posición y las siguientes que veremos recibieron el nombre de Cuesta de la Herrería. Construcciones perdidas y señaladas con anterioridad en el blog. En este caso, andan añadidas a esta ruta por mediar en el camino de regreso, con la sempiterna trinchera y diversos pozos que acompañan a la citada circular. Estas posiciones son la retaguardia del frente y toca avanzar hacia el oeste, a volver al muro anterior y sortearlo nuevamente aunque ahora toque ir de frente. El camino atraviesa un nuevo pinar de repoblación hasta dar con un amplio claro, allí acudimos al muro de la izquierda para seguir la excursión, todo recto hasta alcanzar el frente republicano delante de los cerros de la Jarosa, a los que hacían frente.
Un poste eléctrico es la referencia para encontrar una nueva trinchera que persigue tenazmente a estos miembros oxidados a lo largo de la ladera. Sirven pues de guías para rebuscar los restos entre el inmenso jaral de este mes de agosto del 20, dificultando bastante encontrar los restos señalados. Tanta jara me recuerda lo bien que se anda campo a través en invierno, lejos de las floraciones, los bichos y los calores. A pesar del excesivo follaje, logramos merodear por algunos parapetos y pozos de tirador. Aunque están en bastante mal estado siempre me ha gustado destacar su presencia y la referencia turística que Guadarrama olvida. Gracias a los postes alcanzamos los últimos vestigios, situados junto a un roquedo y una trinchera que desciende hasta un interesante pozo de tirador que ha sido excavado en su interior. Un último elemento que precede al final del paseo del día. Ya que el camino inicial se atisba tras los pinos y ya sólo es cuestión de desandar el mismo camino del inicio de la ruta.
Tras las huellas de la guerra: Cuesta de la Herrería, página 109
La hormigonada estructura permite aliviar el curso del Guatel de manera continua, aunque a día de hoy parezca un triste nacimiento para un arroyo que en tiempos pretéritos se nutría de la unión de otros tantos arroyuelos para alumbrarse individualmente. Incluso hoy día existe la tentativa de querer sustituir el añejo Guatel Segundo por el acaparador Jarosa en los mapas actuales. Pero siempre quedará la memoria y los viejos planos para reivindicar las fuentes y nombres originales. Tras tales manifestaciones nos despedimos del arroyo protagonista, a través de una nueva remontada sobre la pendiente derecha del camino realizado entre jaras, pinos, jaras, enebros, jaras, rocas y unas pocas jaras más. Rumbo hacia otros protagonismos más belicosos.
El Cristo Redentor |
Un poste eléctrico es la referencia para encontrar una nueva trinchera que persigue tenazmente a estos miembros oxidados a lo largo de la ladera. Sirven pues de guías para rebuscar los restos entre el inmenso jaral de este mes de agosto del 20, dificultando bastante encontrar los restos señalados. Tanta jara me recuerda lo bien que se anda campo a través en invierno, lejos de las floraciones, los bichos y los calores. A pesar del excesivo follaje, logramos merodear por algunos parapetos y pozos de tirador. Aunque están en bastante mal estado siempre me ha gustado destacar su presencia y la referencia turística que Guadarrama olvida. Gracias a los postes alcanzamos los últimos vestigios, situados junto a un roquedo y una trinchera que desciende hasta un interesante pozo de tirador que ha sido excavado en su interior. Un último elemento que precede al final del paseo del día. Ya que el camino inicial se atisba tras los pinos y ya sólo es cuestión de desandar el mismo camino del inicio de la ruta.
El Bosquecillo ----------------------------------------------------------------- |
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