17 de septiembre de 2015

Star Wars. La venganza de los Sith

Y llegó el capítulo final de la segunda trilogía galáctica para cumplir, nuevamente, con el ritual de decepción que ya habían marcado sus predecesoras. En teoría está película ha sido catalogada como la mejor de esta nueva colecta por el imaginario colectivo. Gente necesitada de asumir alguna bondad que bendiga la sinrazón de tirar el dinero en la taquilla. Pero la realidad sigue siendo triste en términos generales y no debería cegarnos el fanatismo.
Y todo por amor... - Lucasfilm Ltd.
La venganza de los Sith venía predispuesta a mejorar las críticas y a recuperar algo de la magia perdida. Y lo peor es que hay material para que la película llegase a ocupar puestos más dignos. Sobre todo si se tiene en cuenta que este capitulo tenía la misión de finiquitar la República Galáctica y mostrarnos el paso del protagonista hacia el lado oscuro. Para ello contaba con una mentalidad más violenta que atrajese las miradas de acólitos y de las nuevas generaciones, más acostumbradas al color de la sangre y a las poses molonas. Sin embargo el conjunto no logra acercarse a la maestría del original pese a un notable esfuerzo por destacar el viraje moral del denominado como el Elegido, el del equilibrio y todo eso.

El filme arranca justo donde lo había dejado la interesante serie animada. Con la invasión de los separatistas sobre Coruscant y el secuestro del canciller Palpatine por parte de Grievous, el tercer malvado que busca ubicación en la trilogía. Por otro lado, la dupla formada por Kenobi y Skywalker inicia una desesperada operación de rescate que debería servir como un excelente entrante de acción. Pero nuevamente vuelve a manifestarse el carente sentido del ritmo de George Lucas, el cual es incapaz de coordinar una obvia tensión de dificultad hacia el prolongado rescate que llegase a culminar con el enfrentamiento entre los Jedis y el malogrado conde Dooku. Al ejercicio del más difícil todavía le falta intensidad, emoción y ritmo. Sobre todo ritmo que suele romper la poca gracia que desprende R2D2 al otro lado de la línea. Por mucho que lo haya intentado, Lucas no ha sabido encajar la línea cómica que haga más llevadero el peso del relato. Porque para ello se necesita algo tan simple como carisma, o un gamberro. Han Solo es demasiado obvio pero también se puede señalar a alguien como a Lando Calrissian, el gerifalte de una explotación de minas que esconde su falsa sonrisa de anfitrión, en El imperio contraataca, de un modo tan natural que enseguida es capaz de camelarse al droide dorado. Se echa en falta ese personaje que suele aportar cierto toque de pillería y cuya búsqueda inicial fue la vil creación de Jar Jar Binks.
Mírame a la cara niñooo¡¡¡ - Lucasfilm Ltd.
Un problema de esta segunda trilogía que todo es demasiado solemne, y a sus protagonistas no les queda otra que adherirse a la seriedad imperante de participar en un proyecto que es visto como algo más que una película. Empezando por el protagonista principal, un mejorado Hayden Christensen en cuanto a interpretación, gracias a un mayor número de secuencias de acción donde impera el físico y la coreografía, mientras que para el resto logra mantener el tipo y algo mejora frente al filme anterior. Ewan McGregor sigue una línea correcta sin mayor pasión que la de querer acabar su paso por la saga galáctica y cobrar el correspondiente cheque. La vertiente femenina de Natalie Portman se ve desplazada al escaparate de ama de casa que espera el regreso de su pareja, lejos de la feroz heroína de La amenaza fantasma que posiblemente le daría un par de buenos sopapos a su correspondiente cónyuge viendo la que esta liando. 

Curiosamente la película consigue ganar enteros cuando se detiene la acción y se exponen los diferentes puntos de vista de los protagonistas en parte más intima. Los demonios internos de su protagonista al verse rodeado de preocupaciones y conspiraciones. Destaca por fin el elaborado complot del canciller frente a las tardías sospechas de los Jedis, donde ambos frentes encuentran a la perfecta marioneta para lograr sacar partido a sus intereses. La ventaja del lord Sith es tan simple como acercarse e interactuar con la pieza clave para ofrecer mejor su negocio. A pesar de no terminar de convencerme, se reconoce la desazón del protagonista ante una perspectiva de que haga lo que haga será una elección dolorosa para todas las partes. Después de arrastrar tanta negatividad surge este hermoso boquete donde se cuela algo positivo que coincide con un paréntesis de la acción, que deja paso libre al espacio dramático donde se ejercita el cambio de roles del protagonista. Una vez tapado el agujero, toca volver a sacar el palo, porque Christensen vuelve a fracasar en el momento en que debe arrodillarse hacia su destino. Solo en el enfrentamiento final con Kenobi encuentro algo lógico el viraje de su conducta hacia una borrachera de muerte y destrucción, donde a Lucas se le olvida suministrar alguna línea de ayuda, duda o arrepentimiento que haga más creíble el camino escogido más que unos leves lloros. Tanta dramaturgia griega perdida en el capitulo que debería haber sido un esplendido colofón. 

Habla, James - Lucasfilm Ltd.
Finalmente concluye la trilogía con una excesiva planificación hacia los capítulos posteriores. A través de un pausado epilogo que muestra la figura de Vader, la estrella de la muerte, el tío Ben... incluso los wookies han gruñido su testimonial presencia contra el abuso del tabaco por parte de Grievous. Otro malvado que aparentaba mejores condiciones en la serie de animación y que resulta ser tan maltratado como desaprovechado.

La venganza de los Sith 2005
George Lucas 

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