La casilla de Guadarrama
El hallazgo de unas memorias sobre la guerra civil española, permite a Carmen Delia Díaz construir su primera novela con ciertos tintes autobiográficos. Principalmente porque esos escritos fueron hechos por su propio abuelo, cuando marchó para Madrid desde Ribadeo a ganarse la vida en los tiempos previos a la trágica contienda. A partir de esos primeros relatos, se asienta la base novelera, donde la joven protagonista del libro descubre los primeros pasos de su abuelo César, el hermano de esté, Manolo y la figura de una misteriosa mujer cuyo nombre aparece incompleto por las calles de la capital de España. Un país en estado de ebullición, y que saltaría un 18 de julio de 1936 en forma de alzamiento militar. Fecha importante también en las vidas de los tres protagonistas de las memorias, ya que se verán empujadas a separarse para dar paso a los primeros misterios a resolver en la novela. Ese momento álgido de la historia, es el que aprovecha la autora para iniciar su particular investigación sobre lo escrito por su abuelo, a través de esta novela que se acoge a la entretenida fórmula de los secretos ocultos y las medias verdades.
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La casilla y el libro |
En principio, la trama discurre por la serena vida cotidiana de la protagonista, quien emocionada tras el hallazgo de los mencionados papeles, nos va introduciendo en paralelo las vivencias de César y los inicios de la guerra. Un testimonio de gran valor histórico sobre los pormenores de una estúpida guerra contada en primera persona. Donde se cita tanto a los improvisados soldados que solo piensan en regresar a sus hogares, hasta los fanáticos ideólogos de turno, que no dudaban en amenazar con ejecutar a cualquiera que se atreviese a cruzarse en su camino. La querencia de buscar cobijo en el nido familiar, empuja a César hasta la sierra de Guadarrama. En concreto, a uno de los primeros frentes de guerra que se produjo en la guerra civil, donde las fuerzas llegadas desde las sublevadas ciudades castellanas luchaban contra las milicias republicanas en el puerto de El León, con la idea de conquistar este punto para llegar rápidamente hasta Madrid. Pero la fiereza de los combates desembocó en unas primeras semanas de cruentas batallas por hacerse con el control de ese estratégico paso de montaña. Ahí fue a desembocar el bueno de César, en su inútil intento de regresar cuanto antes a Galicia. Y de ahí nace también el título de la obra, La casilla de Guadarrama. Que no es otra cosa que el edificio destinado antaño como casilla de los peones camineros. Construcción que acogía a los trabajadores que se ocupaban por en el buen mantenimiento de las carreteras, y en donde César, también se ocupaba de remendar grietas, solo que estas estaban alojadas en las carnes de los soldados.
Estos primeros compases trágicos sustentan la base ficticia de la trama. Destacando el drama familiar por la separación de los hermanos al inicio de la guerra y la desconocida figura femenina como aliciente de los amores truncados. Con este material, la escritora se lanza a construir su propia ficción sobre los hechos acontecidos anteriormente a través de una entretenida búsqueda personal de los lugares y de las personas descritas en las memorias. Todo ello bajo un claro prisma autobiográfico que realza la sensación de veracidad sobre una joven que intenta atar pequeños cabos sueltos de sus antepasados. Gracias a este punto de partida avanza el contexto del libro, que necesariamente extiende sus hilos hacia una nueva afloración de preguntas que nos dirigen hacia la búsqueda de respuestas. La concienzuda investigación tiene un par de problemas. En primer lugar la facilidad con que la protagonista obtiene la ayuda y el beneplácito de un buen cumulo de personajes (las mujeres de la cerería, el sastre, la enfermera María...), arrastrando la terrible sensación de que todo marcha bien rodado sin que surjan las obligadas complicaciones que enriquezcan el esfuerzo que se está realizando y de rebote el relato. Un segundo problema aparece por el afán viajero de los protagonistas, y que se extiende por algunas ciudades extranjeras tras la búsqueda de unas ilustraciones fantasmas que tampoco llegan a resolver gran cosa. Salvo caer en la trampa de un método repetitivo que deriva en los vaivenes del low cost. La ficción avanza hacia un desenlace soñado, simple y fácil de deducir. Nada que ver con el interés que despiertan las correrías de César, protagonista secundario al que le sucedieron unas aventuras tristemente ligadas a la realidad y en buena medida con mayor atractivo.
Este es el practicante del puesto, dijo el capitán señalando a mi abuelo.
Hay que quitar ese puesto de ahí -dijo él- dónde se ha visto un puesto de socorro por delante de la infantería.
La casilla de Guadarrama
Autoedición
Carmen Delia Díaz Garcia-Fuentes
Muchas gracias por tu comentario sobre la novela, que seguro que ilustrará a muchos lectores interesados en ella. A mí me supone de gran ayuda también en este duro pero gratificante camino de la literatura.
ResponderEliminarGracias a ti por el comentario y por la novela. Te deseo mucha suerte y que logres una gran difusión. Si en el futuro cae una segunda obra no dudes en avisar. Saludos,
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