“Se
cuenta de ella alguna relación de aprovechamiento por bandidos, proscritos y,
en general, gentes huidas y perseguidas por cualquier causa”.
Así describía un guarda a esta cueva en la revista Peñalara, allá por 1914. Desde luego poco cercana a la presunta osadía del valor que otorga su nombre a toda una montaña. Una elevación que se desprende del cordal guadarrameño para dominar con su mayor altura la denominada sierra del Malagón. Cueva Valiente se llama esta montaña de 1903 metros que recoge su nombre de la caverna situada en su umbría, una pequeña oquedad de unos 20 metros de profundidad hecha sobre la roca granítica. Parece ser que esta piedra no invita a ofrecer agujeros naturales en sus laderas por lo que se sospecha que detrás de su formación estaba la mano del hombre. O la de unos cuantos.
Llegar hasta la cueva es uno de los atractivos de esta
montaña que comparten abulenses y segovianos, donde existen varios modos de
asaltar la cumbre y disfrutar de las vistas. Y de tantos caminos distintos
elijo el mío propio desde San Rafael, en un gélido día de diciembre partiendo
desde la calle Carlos Mendoza, un poco antes del amanecer. Costumbre madrugadora
que voy cogiendo para disponer de más horas en el monte. En primer lugar hay
que atravesar el pinar que linda con las últimas viviendas de la población
hasta alcanzar una primera referencia acuífera, las fuentes de la Virgen de la
Nieves y de la Yedra. De esta última surge un camino, tras el vallado, que
asciende por el pinar. A estas horas el sol aún no ha salido, pero la oscuridad
empieza a difuminarse lo suficiente para apreciar como dos corzos emprenden la
huida ante nuestra presencia.
Ascendiendo hacia El Peñoncillo |
Mi perro ovejero permanece como siempre sorprendido y estático viendo
escabullirse a los duendes de los bosques,
en cuanto llego a su altura le saco de su letargo, indicando que todavía queda algo de trecho por superar hasta alcanzar un sendero con título, y seguramente con orla. El
de Ingeniero. Este sendero discurre por la ladera de la sierra de Malagón hasta
perecer junto al arroyo del Boquerón, doce kms más adelante. En este caso no llegamos a tanto, pues toca
desviarse por el primer arroyo de cierta importancia, cuyo nombre responde al
de Gargantilla y tras dejar atrás algunos arroyuelos. En este nuevo desvío toca ascender por una camino plagado de
piedras que parece que van a acompañarnos durante buena parte de la excursión.
Pues piedra y agua no van a faltar. Un poco antes de llegar al collado de la
Gargantilla surge un apetecible sendero a izquierdas que nos otorga un leve
descanso. Al principio llanea pero esta montaña guarda notables sorpresas. Como
avistar un buen cumulo de rocas denominada como El Peñoncillo justo delante.
Enfrente y mirando bien hacia arriba porque toca superar bastante desnivel por
un entramado de rocas donde el agua sobrante es expulsada de las entrañas de la
montaña. El maldito peñoncillo aguarda
vigilante para ofrecer alguna de sus rocas como abrigo al viento que nos recibe
después del calentón. Buscando con la mirada la montaña se avista un
nuevo roquedo donde se oculta la cueva. Adornada el día de hoy por una leve cascada
helada sobre la roca. Vuelta a subir por una vereda que discurre casi paralela
al canchal para pode hollar por fin la covachuela del demonio. Y detenerme un momento para contrastar el frío que
arrastro en las manos frente al calor que desprende mi cuerpo.
El nombre de la cueva parece venir de alguna antigua prueba de valor, algo así como el paso a la edad adulta de los jóvenes de la zona y que deberían superar. Vete tú a saber que diantres harían, si llegar hasta la cueva, permanecer una noche o picar para agrandarla con la cabeza. Lo mejor es disfrutar de las vistas que ofrece, incluso comprobar como aloja una serie de helechos que parecen llevar la contraria a sus congéneres en cuanto al color que deben tener por estas fechas. Volviendo a la hemeroteca del principio, queda por relatar que “un antiguo guarda de Pinares Llanos aseguraba haber hallado, más de una vez, excrementos de caballo en el interior de la cueva” Sin duda fue utilizada por más de un salteador de caminos, donde destaca por esta zona la figura de Juan Plaza(1). De este presunto bandolero serrano no se ha encontrado ningún dato histórico que atestigüe su existencia y su actividad, más bien parece estar acompañado por la leyenda que sin embargo ha dejado su legado en la toponimia de la zona en forma de peñón.
El nombre de la cueva parece venir de alguna antigua prueba de valor, algo así como el paso a la edad adulta de los jóvenes de la zona y que deberían superar. Vete tú a saber que diantres harían, si llegar hasta la cueva, permanecer una noche o picar para agrandarla con la cabeza. Lo mejor es disfrutar de las vistas que ofrece, incluso comprobar como aloja una serie de helechos que parecen llevar la contraria a sus congéneres en cuanto al color que deben tener por estas fechas. Volviendo a la hemeroteca del principio, queda por relatar que “un antiguo guarda de Pinares Llanos aseguraba haber hallado, más de una vez, excrementos de caballo en el interior de la cueva” Sin duda fue utilizada por más de un salteador de caminos, donde destaca por esta zona la figura de Juan Plaza(1). De este presunto bandolero serrano no se ha encontrado ningún dato histórico que atestigüe su existencia y su actividad, más bien parece estar acompañado por la leyenda que sin embargo ha dejado su legado en la toponimia de la zona en forma de peñón.
El refugio y el vértice geodésico |
En esta excursión pensaba llegar hasta el cerrete cercano
a Cueva Valiente y que como curiosidad carece de nombre a fecha de 2014. Llamativo por la necesidad humana de catalogar cada terreno, y al tratarse de una prolongación de esta montaña que sería la segunda cota más
alta de la sierra de Malagón. Pero como suelo perder el tiempo observando más de lo necesario toca atajar
por un pedregal que llega hasta Cabeza del Buey, algo así como perder casi 400
metros de desnivel de una tacada. Si
a alguien le gusta las carreras por
montaña aquí tiene una buena zona de entrenos, sino le atropellan las motos que socavan aun más los regueros abiertos por el agua. Una vez alcanzado el citado saliente
sin abrirme la crisma, descendemos por un sendero que discurre cerca del arroyo
Secal. Riachuelo que se atraviesa fácilmente y que nos guía hacia la amplia pista
de regreso a las fuentes del principio del paseo.
Álbum de fotos------------------------------------------------------------------------
Bibliografía consultada:
http://www.cuallado.org/esp/senderismo/Segovia/El_Espinar/El_Espinar.htm
http://bandolerosdelguadarrama.blogspot.com.es/
Mapa |
(1) - Juan Plaza, antiguo buhonero, vino a caer por estos pagos tras la dominación francesa.
Contábase que en el pasado había combatido al invasor atacando correos que marchaban hacia la Vieja Castilla, hasta que llegada la expulsión en 1813, hubo de reconducir su vida, transformándose de guerrillero a salteador.
La vida de bandido era difícil y la competencia mucha, Juan Plaza había de lidiar con su exigua partida junto a grandes figuras del latrocinio castellano, llamaranse Tuerto Pirón, `Cabeza Gorda´, Isidro `el de Torrelodones´, que hacían de las suyas apoderándose de lo ajeno, convirtiendo el Alto del León en su particular campo de operaciones.
Durante décadas los alrededores del puerto fueron coto privado de estas partidas que deambulaban impunemente por las vertientes serranas, imponiendo su ley a golpe de trabuco. Ante esta situación marginal, Juan Plaza quedó relegado a delincuente menor viéndose obligado a modificar su estrategia, pasando de dar golpes rápidos en las inmediaciones de Tablada a aislarse en Cueva Valiente, de donde al parecer huyó posteriormente tras la rebelión de sus acólitos sin que jamás volviera a saberse de él.
Texto de Jesús Vázquez Ortega
Publicado en el Guadarramista
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