3 de abril de 2013

The River: Sin magia alrededor

Por una extraña coincidencia se van a acumular en el blog ciertas obras audiovisuales de un género conocido como "found footage". El supuesto material filmado sobre algún suceso anterior y que es encontrado para deleite del morboso. Después se supone que se expone tras pasar por la cabina de montaje, libre, pública e impúdicamente. Porque se trata dar la tabarra de suceso real. Basta con recordar el éxito de El proyecto de la bruja de Blair. Ahora toca la versión televisiva tras la últimas incursiones cinematográficas, como Monstruoso o Chronicle

¿Cómo fue mi funeral?
En esta corta y única temporada, los creadores de The River nos transladan a las profundidades del Amazonas, en una extraña mezcla de operación de rescate con show televisivo de por medio sobre la desaparición del doctor Emmet Cole, una estrella de la televisión que capitaneaba un programa sobre los secretos de la naturaleza. Cole y su equipo de rodaje se perdieron en la selva amazónica sin dejar rastro y han sido dados por muertos. Seis meses después una baliza de señalización es activada y los antiguos compañeros del doctor se agrupan entorno a su esposa Tess y su hijo Lincoln, para iniciar una nueva búsqueda. La cadena de televisión cubrirá con los gastos con la condición de grabarlo todo para su emisión posterior. El espectáculo debe continuar. Esta simple argucia nos introduce en el icono de este genero, en el excesivo uso de la cámara en mano y que arrastra los problemas del ajetreo de los protagonistas además de la imagen desestabilizada por los bruscos movimientos. Tanta supuesta realidad no compensa el continuo mareo que producen las imágenes en carrera. 

El veterano y solvente Bruce Greenwood encabeza un variopinto reparto de actores, mayormente desconocidos donde también destaca el conocido alemán Thomas Krestschmann, en un personaje tan pasado de vueltas que da vergüenza verlo como mercenario de armas. El resto es cumplidor e hiriente, solo destaca por personalidad e interpretación la clara propuesta de bajeza moral, interesada y pirata del productor. De la inexpresiva Paulina Gaitán... mejor dejarlo correr.



A pesar de un punto de partida interesante junto a la mezcla de este genero con el terror, la serie apenas engancha en su episodio piloto, dirigido por el solvente catalán Jaume Collet-Serra, y eso que el ritmo es más trepidante, al acumular demasiados giros de los que normalmente ocurren en otras series con un ritmo más reposado. En The River es todo lo contrario, nos meten tan rápido en el asunto que apenas uno se da cuenta de como es posible que encuentren la embarcación perdida, el Magus, cuando supuestamente los seis meses anteriores la búsqueda oficial no había dado resultados positivos. Por no decir que cualquier persona sensata se daría la vuelta hacia casa tras los primeros fenómenos paranormales. Este barco, el Magus esta poblado de cámaras, ríete tú de Gran Hermano ante el inusitado despliegue cotilla, no hay rincón ni pasillo que no se cubra para mayor gloria del pegaplanos de turno. Es una excentricidad tan alta que pierde parte de la magia de la cámara al hombro y el aspecto documental.  


Otro problema es que las partes supuestamente terroríficas de los primeros capítulos están más centradas en cuentos y leyendas sin relación alguna con la idea principal. Las tramas son más bien derivados extremos de relatos populares que adquieren sentido en esta profundidad amazónica denominada como boyuna, el misterioso lugar donde las excentricidades cobran vida y donde los personajes son incapaces de preguntarse un simple ¿porqué????. Estos primeros episodios hacen perder el interés de una serie que nos hace esperar hasta el sexto capítulo para meternos en la gracia del asunto. Además incrementa ese interés al hallar material grabado por el propio Emmet Cole, una retroalimentación del género que nos permite ver las últimas grabaciones del doctor y aupar la serie hacia otro camino más interesante sobre los secretos que oculta en el interior de la boyuna en los capítulos finales. Demasiado tarde para un público que dio la espalda al producto de la ABC, y que deja tantas interrogantes como temporadas se hubieran marcado si la audiencia se lo hubiera permitido.

ABC 2012

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