La corona |
El texto anda saltando a lo largo de los años a través de sus protagonistas. En un primer momento, Mary Adare se erige como guía principal hasta que los demás personajes adquieren el hábito de dirigir sus propios episodios. Estos saltos temporales varian según que figura nos lo narre, llegando incluso a enlazar mismas historias desde distintos puntos de vista. Por supuesto cada individuo tiene su propia personalidad que contrasta del resto a pesar de estar unidos en un pequeño circulo vicioso donde siempre acaban juntos a pesar de las discrepancias que mantienen unos con otros. He de matizar que al poco de empezar la lectura, una persona me indicó la particularidad editorial de Siruela, una empresa editora que se arriesga a publicar obras de autores menos reconocidos por el nombre que por el valor de sus letras. Quiero destacar este punto concreto, el del talento narrativo de la escritora quien maneja muy bien los tiempos y crea deliciosos tramos narrativos.
Por contra, esta novela en concreto apenas me cautiva, simplemente a nivel global porque la historia que nos cuenta va perdiendo interes según se sumerge en un vasto campo mágico. Tal vez yo sea un barbaro predestinado a lecturas más directas frente al realismo mágico que impone la autora. En cierto modo, tanta retahíla poética conduce al lector al hastío de tener que aguantar a un conjunto de personajes detestables, ninguno consigue atraernos es sus miserias o vivencias, ninguno logra conectar con el lector, y le sirva de excusa para acercarse al resto de historias entre personajes. Los protagonistas andan enmarañados en sus vidas mientras el paso del tiempo avanza inexorable ante ellos mismos sin que nadie haga nada por modificar sus caminos marcados. La reina de la remolacha se pierde entre nimiedades rurales y relativas anecdotas sin importancia para sumar una historia que en su conjunto ni me atrae ni me importa, llegando al peligroso punto de pensar en abandonar la lectura del libro. Y eso que reconozco la buena mano de Erdrich pero su historia no contiene el mismo efecto embriagador. Nada interesante en este culebrón donde finalmente termino la lectura casi por obligación.
Louise Erdrich
Ed. Nuevos tiempos, Siruela
PD: 100
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