25 de junio de 2025

La jauría

A mediados del XIX, Francia cambió su modelo político con la proclamación de un nuevo Imperio bajo el mandato del sobrino de Napoleón. Carlos Luis Napoleón Bonaparte ya había ganado las elecciones previas de 1848, pero ante la imposibilidad de repetir cargo, aprovechó su posición de poder para perpetuarse durante 20 años más, un conflicto expuesto por Zola al final de La fortuna de los Rougon; en una breve lucha entre los que abogaban por la continuidad de la Republica frente a los que añoraban las viejas glorias militares del primer Imperio. También había bandos por parte de las ramas familiares de los Rougon y los Macquart, y uno de éstos, se extiende en esta segunda novela de la saga. Aristide Rougon protagoniza esta novela, tras abandonar la provincial Plassans, con la idea fija de hacer fortuna en París. Y el cambio político es importante, porque Napoleón III se embarcó en una loca restructuración urbana sobre la capital y que desarrolló planes urbanísticos para transformar las grandes barriadas de obreros, en las amplias avenidas de las que presume, hoy día, en una de las ciudades más visitadas del mundo. 
La foto, la he tirado en cualquier calle de Madrid
Y por ahí andan los tiros, por parte de Aristide en el arte de la especulación, en la continua avaricia de manejar cierta información para obtener mayores réditos con la compraventa, o en la misma participación de las comisiones municipales que deben valorar el precio real de los inmuebles a expropiar. Incluida las viejas artes de untar al funcionario de turno para que los informes alcen precios sobre el coste real de los inmuebles para sacar mayor tajada del pozo sin fondo que es el erario público. Para ello, cuenta con la inestimable ayuda de sus hermanos: Eugene y doña Sidonie. 

Pero este artista del trampeo tiene un notable método de aprendizaje, gracias al trabajo previo en las mismas oficinas del ayuntamiento de París y al pelotazo que supone obtener una base económica suficiente al aceptar casarse (tras quedar viudo) con una joven burguesa que ha cometido el pecado de estar embarazada sin desearlo. La joven y hermosa Reneé, coprotagoniza otra labor interesante: La del derroche, la despreocupación absoluta del dinero, pues su marido abarca todas las facturas que fabrica esta mujer como la representante de la ascensión burguesa a las altas instancias y a los mismos despilfarros que sus predecesores de sangre noble. Es tanta la acumulación y los caprichos solventados, que esta joven cae en la melancolía del aburrimiento, lo que suele ocurrir cuando cualquier antojo cae en la rutina de obtenerlo todo sin esperas ni ganancias previas. 

En el prefacio del libro surge una advertencia (por lo menos en esta edición) descrita por el propio autor de la novela, a modo de apunte, del por qué tuvo que interrumpirse la publicación de esta novela en el periódico que difundía por partes la historia. El escandalo del incesto, ... Pero, Dios mío, lo tienes todo, ¿qué más quieres? - Maxime. Pues una nueva tentación, la de enamorarse del hijastro, un jovenzuelo malcriado que primero se lleva al huerto a su madrastra y después continua con el juego porque le place, sin mayor importancia moral que la de disfrutar la vida frente al tonto enamoramiento de la mujer. Así se compone, La jauría, entre dos temáticas relacionadas con la corrupción del ser humano: una para arramblar todo lo que pueda y otra para gozar sin pudor de los placeres y lujos que otorga la vida. Todo ello ataviado con la mano de Zola y su exagerada manera de afrontar su experimento natural sobre el ser humano. Ese naturalismo extremo que abarca momentos memorables de buena literatura junto al minucioso detalle de copar descripciones desesperantes a lo largo de un buen trecho de páginas.

No oculto mi fascinación por la escritura de Émile Zola, pero también reconozco la locura desatada de un pavo que se enzarza en retratar, en demasía, detalles innecesarios de ciertos escenarios. Una retahíla que encima suele acumularse en amplios fragmentos de texto que hacen decaer las ganas de continuar la lectura. La jauría padece de esos tramos repartidos en las andanzas de sus protagonistas por separado. Curiosamente, hay un exceso en señalar inmuebles, parcelas y otros bienes frente a la simpleza de los negocios turbios de Aristide, cuyo apellido he olvidado señalar que mutó a Saccard por interés. En verdad, esperaba un arte de la especulación con mayor elaboración frente a un simple listado, se ve que Zola otorga tales operaciones con sencillez, hubiera preferido un mayor desarrollo ante la simple rapiña. Del mismo modo, aburre en señalar los continuos paseos en carruaje de Reneé por diversas calles de París o recargar el texto al situar, como una enciclopedia arquitectónica, el hotel donde habita la interesada familia compuesta por Aristide, Reneé y Maxime. Hay que esperar a la acción, al enredo entre personajes para que Zola saque a relucir su habitual mala leche y la novela levante el vuelo frente al relleno anotado. Porque ahí, el escritor sabe elaborar los conflictos de los personajes con una maestría generalizada y alzar el interés por la lectura cuando describe las miserias de los personajes. Como cuando Aristide ve peligrar su futuro en el momento clave, al negociar su futuro matrimonio con Reneé mientras su mujer de Plassans intenta agarrarse a la vida Saccard, que había creído en una resurrección diabólica, inventada por el destino para clavarlo a la miseria, se tranquilizó al ver que a la infeliz no le quedaba ni una hora de vida.

Un libro que me ha dejado un regusto amargo, del que esperaba una mayor implicación por parte de sus protagonistas a los que Zola ha separado de manera consciente para contar dos historias entrelazadas que tienen la única unión por la codicia del dinero. Uno para obtenerlo sin mayor pretensión que ser un tío Gilito al que no le cuesta desprenderse con tal de aparentar frente a la locuela que lo malgasta sin rubor. Una caída del guindo al notar el peligro de los bolsillos vacíos   

La jauría
Émile Zola
Alianza Editorial, 2007

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Historia natural y social de una familia bajo el segundo imperio.
  • La fortuna de los Rougon (1871)
  • La jauría (1871)
  • El vientre de París (1873)
  • La conquista de Plassans (1874)
  • El pecado del Abate Mouret (1875)
  • Su excelencia Eugène Rougon (1876)
  • La taberna (1876)
  • Una página de amor (1879)
  • Nana (1880)
  • Miseria humana (1882)
  • El paraíso de las damas (1883)
  • La alegría de vivir (1884)
  • Germinal (1885)
  • La obra (1886)
  • La tierra (1887)
  • El sueño (1888)
  • La bestia humana (1890)
  • El dinero (1891)
  • El desastre (1892)
  • El doctor Pascal (1893)


12 de junio de 2025

Déjame entrar

Hace bastante tiempo que vi la película, en concreto la primera. La adaptación sueca que fue hecha gracias a la notoriedad que fue alcanzando el libro, y que arrastraba cierto renombre a principios del dos mil; porque rápidamente vino después un remake yanki. Visto el éxito que tenía la novela, algún golferas norteamericano se lanzó a versionar el mismo texto con apenas dos años de margen frente a los suecos. Y este breve resumen audiovisual llega al 2022, donde hay que sumar una nueva producción, en formato de serie (de está no tenía ni idea); para mayor gloria del bolsillo de John Ajvide Lindqvist, el autor de la novela. Y recuerdo bastante bien que me gustó el filme, aquella versión vampírica entorno a unos niños como protagonistas principales. Un mito, el del vampiro que estaba de moda nuevamente por aquellas fechas (en 2004 se publicó el libro) junto a otra repelente saga como referente comercial: Crepúsculo. Por mi parte, adquirí el libro para regalarlo, con la idea futura de aprovechar tal presente para después leerlo en cualquier momento. Así de claro, en plan interesado.

Sin embargo, han pasado bastantes años desde entonces, dando por sentado mi habitual desatino por cumplir ideas preconcebidas, hasta que el libro se cruzó nuevamente en mi camino por el mero hecho de hacer limpieza de trastos acumulados, y así fue como recordé, las buenas sensaciones de la adaptación peliculera. Y ahora, tras la lectura del texto, me han entrado ganas de volver a verla, al comprobar que la novela supera con creces el recuerdo que tenía de la película. Menuda historia acabo de descubrir.
T-O-C-T-O-C
El protagonismo principal recae en Oskar, un niño de unos 12 años que sufre acoso escolar por parte de algunos compañeros y que lo humillan constantemente. La rabia que acumula Oskar, la descarga en su imaginación, en el fantasioso deseo de vengarse mientras apuñala el tronco de un árbol que sufre la ira acumulada de Oskar. Aparte de la soledad escolar, hay que sumar la familiar, pues sus padres andan separados, siendo su madre quien lo mantiene pero con la circunstancia de alargar su jornada laboral para poder afrontar las facturas, dejando a Oskar con bastante tiempo libre por las tardes. 

En ese contexto, una nueva familia se instala en el mismo bloque de pisos de Oskar: un padre y una niña (Eli) a los que apenas se les ve por el barrio y que mantienen siempre cerradas las ventanas. Ambos chicos coinciden en el espacio común de los inmuebles y, poco a poco, van estrechando lazos en la fácil unión que se da entre personas que necesitan algún tipo de apoyo, de amistad, de jugar. 

Que necesitará una invitación para poder entrar en su habitación, en su cama. Y él la había invitado.
¿Puedo entrar? Dime que puedo entrar.

Y en esos compases llega la tragedia en forma de asesinato, sobre un adolescente que parece haber sufrido algún tipo de ritual satánico. Un terrible suceso que dispara la imaginación de los medios y mete el miedo en el cuerpo a los vecinos de Blakeberg, un suburbio de Estocolmo, por si pudiera repetirse. En paralelo, Ajvide expone otras historias complementarias que forman parte del grueso del libro. Por un lado está un variado grupo de borrachines. Gente adulta que representan algunas personas que se han desviado del camino correcto y buscan ahogar penas juntos, como los parroquianos habituales de los bares de barrio a la espera de que la vida les ofrezca una segunda oportunidad. Por último, está un problemático jovenzuelo llamado Tommy, cuya madre separada anda tonteando con un policía, mientras que él se dedica a obtener ingresos extras mediante la venta de objetos robados. Todos estos personajes se van desarrollando y entremezclando en pequeños capítulos, alternándose con el resto para formar un lúgubre retrato de la mitificada sociedad sueca. 

Doc Emmet Brown
Ajvide construye un laborioso relato que implica la introducción del mito del vampiro dentro de una sociedad que se ve sacudida por otros elementos igual de terroríficos, como son el bulliyng, la soledad de las personas o la pedofilia misma. Un tema bastante serio al que escritor añade otro tipo de brutalidad sobre los menores: la explotación sexual. Una violencia descrita con una extensión de detalles que transforma la lectura en ciertos pasajes verdaderamente incomodos. Sin necesidad de acudir a la fácil descripción de los chupasangres, este libro contiene pasajes que navegan entre lo escabroso y lo memorable.

Cuesta decirlo, pero hay que alabar el desarrollo pausado que Ajvide expone a toda su narrativa, con un regodeo singular del que sale airoso. Este pirado (sólo hay que ver la foto elegida para adornar la cubierta) logra crear una atmósfera siniestra que logra transmitir la angustia de ciertos personajes al lector, el cual, continua enganchado a la lectura con el imperioso afán de que concluya cierta agonía, y que Ajvide, maneja con maestría a lo largo de unos párrafos, que logran extenderse a través de varias páginas con una calma tan siniestra como colosal. 

Podría enumerar varios tramos, pero lo mejor es entregar tal responsabilidad a la recomendación y que cada uno descubra cómo un libro puede superar con solvencia cualquier adaptación audiovisual. 


Déjame entrar
John Ajvide Lindqvist
Ed Espasa Calpe, 2008

30 de abril de 2025

El enamorado de la Osa Mayor

El autor de esta novela responde al nombre de Sergiusz Piasecki. Un curioso ciudadano de origen polaco que acabó sus días en la Gran Bretaña, donde su cuerpo reposa desde 1964. Y este buen señor, tuvo una azarosa vida repartida entre diversos oficios como bandolero, escritor y diferentes graduaciones militares. El clásico figura que abarca más de una vida para sí mismo y cuya biografía rellenaría algún filme o libro personalizado. De todos sus escritos, sobresale El enamorado de la Osa Mayor como mayor logro editorial. En este libro, se relata un supuesto ejercicio autobiográfico de su experiencia en la frontera como contrabandista. Otra ocupación de bien, que ejercía en el período de entreguerras mundiales en el continente europeo. Piasecki escribió la novela mientras estaba preso en la cárcel, con la idea de presentar la obra a un concurso literario y rellenar el tiempo libre del que disponía en esa agradable estancia, pues tenía pensión completa gracias a sus labores en el contrabando y algún trabajillo extra fuera de la legalidad. Sin embargo, la censura retrasó su publicación aunque sin evitar que el libro alcanzase cierta notoriedad un poco más tarde, concretamente en 1937; convirtiéndose en un éxito entre sus conciudadanos y que pilló desprevenido a su autor. Después llegaría la II Guerra Mundial, la separación europea en dos bloques políticos bien diferenciados y la dedicación de Piasecki a criticar el comunismo desde su última residencia ubicada en Londres. 
La  novela se centra en la descripción que Sergiusz Piasecki hace del negocio del contrabando entre la frontera polaca y sus vecinos rusos. En un relato que idealiza tal oficio, gracias a la aventura de las rutas nocturnas, la obtención de buenas sumas de dinero y el libertinaje de los hombres que se juegan la vida entre las sombras de la noche. Incluidas algunas mujeres que también forman parte del lucrativo negocio y celebran la vida como un hermoso regalo. Porque una vez superado el peligro y cobrada la comisión, hay espacio para el divertimento, a través de relucientes francachelas cantadas con vodka y amenizada entre música, pepinillos y salchichas. Y el Ratón canturreando el aria de la Sabatina, se puso a bailarla sobre el fango de la plaza. Luego nos acompañamos uno a otro a casa charlando. No recuerdo una palabra de lo que dijimos.

El enamorado de la Osa Mayor es un buen relato de aventuras donde caben los habituales atributos del genero; una experiencia repleta de peripecias singulares entre los negocios y las gentes que los llevan a cabo. Abunda una realidad concreta de la vida de frontera, incluida una leyenda local, con su correspondiente fantasma. También hay espacio para el villano de turno, el lógico malhechor que tiene la misión de obstaculizar el paso de nuestro héroe y de convertirse en el enemigo por el que merezca la pena combatir la atención de una mujer. Hay más mujeres señaladas en la novela, donde nuestro protagonista puede darse el lujo de tontear con cualquiera. Porque está es su historia y la adorna como quiere, en plan don Juan. Aunque haya espacio para los amoríos, cabe destacar el deseo que provoca una única mujer, el loco enamoramiento que provoca alguien especial y la reseña correspondiente que merece al fémina en cuestión. Porque por encima de todas, siempre hay una que deja marca.

El conglomerado del contrabando y su proceso ocupa buena parte del texto, así como la función de las diversas bandas que conformaban toda una buena grupeta de aventureros. Una pequeña horda de secundarios para completar un genial relato de la condición humana, a los que Piasecki dedica bastante atención, tanto a sus nombres como a su participación del texto. Hay leales compañeros, como el singular locuelo del Ratón, a famosos borrachos como Bolek Cometa. También hay gentes instruidas, como Pedro, citado como el Filosofo y que por necesidades económicas termina buscando la tierna salida del dinero fácil. A fin de cuentas, la supuesta autobiografía, es una suerte de experiencia vital que engatusa al protagonista, tanto de la estrella que le sirve de guía como la conciencia de la existencia de un código ético que transforma a todos estos contrabandistas. Elevados en algún estándar de clase superior, en una suerte de orgullo de pertenecer a un selecto club de elegidos. 

Obviamente, a la novela podemos ponerle alguna que otra pega, como que varios pasajes parecen bastante repetitivos o andan menos acicalados en la escritura. Hay bastantes frases cortas, sin mayor desarrollo que una simple idea o mayor elaboración que la describir un dato, y que apenas enlaza con algún extracto a destacar a su alrededor. Podríamos dar por sentado que el proceso de la escritura no era la más adecuada, a ver cómo diablos se escribe recluido en una cárcel de principios del XX; y con carencias del propio papel para plasmar ideas. En otras circunstancias, la novela habría pasado por algún borrador previo antes de su publicación, aunque este mismo defecto le confiere cierta gracia y espontaneidad. 

Pero lo mejor de las simpáticas correrías del protagonista viene dada por una simple búsqueda del mismo autor. Basta fisgonear un poco para que se confirme el arte de la invención, porque parece que hay bastante de ficción en el relato, una suerte de endulzar un suceso pasado, de tan buen recuerdo que la magia de la historia se transforma en la arrogancia de mejorar lo vivido o realzar una única verdad. La de este señor hacia sí mismo. Datos recabados a posteriori, por lo que debería corregirse la sentencia autobiográfica, que quedaba muy bien en la contraportada, la verdad. Pongo un par de enlaces al final del post sobre este tema. 

El libro arraiga la sensación del ideal del buen salvaje, aquel que termina estando más cómodo bajo las estrellas que protegido por cualquier techado artificial. Porque Sergiusz Piasecki entró en el negocio por necesidad, eran malos tiempos para los bolsillos y los estómagos vacíos. La dureza de las caminatas a ciegas, la tensión por ser descubiertos por los soldados rusos y la lógica satisfacción del dinero obtenido, se van transformando en una necesidad vital, una droga que otorga sentido a la existencia de alguien que venía pasando penurias. Y si encima encuentra la camaradería, el buen sentir de unos hombres que comparten alegrías, esfuerzos y miserias; todo adquiere un carácter de fraternidad que suena lógico que el autor dedique tiempo a dejarlas por escrito..., un deseo de espacio, de bosque de libertad, de caminos difíciles  y peligrosos donde brilla el "sol zíngaro" y centellean las estrellas de la Osa Mayor. Y a realzarlas.
Hasting Borough, East Sussex, England. Fotografía de Kamil Sobolewski
Tras los avatares de la II GM  y su participación en el ejercito polaco, Piasecki terminó con sus huesos en la pérfida Albión. Hasta su muerte publicó otras obras, mayoritariamente sátiras políticas, de las cuales ninguna ha sido publicada al español. Queda pues en soledad, está única novela que ha logrado sobrepasar algo el tiempo, con una última tirada dada en 2006 gracias a la editorial Acantilado, y siendo halagada por numerosos lectores desde tiempos remotos. Uno de ellos, tuvo el detalle de recomendarme su lectura dentro de la Colección Reno. Tras un breve margen para adquirir el ejemplar, su posterior lectura y reseña, agradezco tal detalle de una lectura gratificante y singular. Y por tanto, me sumo a sus aduladores. A la ficción.

El puesto de honor en la mesa era ocupado por Bolek Cometa, celebré contrabandista, de unos cincuenta años, conocido como bergantes y borrachín sin rival en toda la frontera. Supe más tarde que el apodo de "Cometa" le venía de que el viejo bribón había vendido cuanto poseía y se había bebido todos los cuartos que le produjo aquella venta, en el año 1912, cuando el cometa Halley venía corriendo contra la Tierra y había de provocar el fin del mundo.

El enamorado de la Osa Mayor
Sergiusz Piasecki
Ediciones GP, 1973, Colección Reno, 144

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https://casiliteral.com/la-tuberculosis-de-kafka/el-enamorado-de-la-osa-mayor-i/ 
https://przystanekhistoria.pl/pa2/tematy/kultura/105036,Sergiusz-Piasecki-Zolnierz-i-pisarz-antykomunista.html


24 de abril de 2025

Daredevil

Resulta curioso que fuera Netflix quien llevará a su catálogo audiovisual las aventuras del justiciero ciego, y que éste termine en el mismo saco que los demás. En Disney, La multinacional que lo abarca todo; para bien y para mal. Daredevil es uno más de los héroes creados por Stan Lee, allá por la década de los 60, y de los cuales tuvo un seguimiento secundario. Porque Daredevil fue desplazado en popularidad por otros enmascarados más llamativos y con mayor tirón comercial. Se quiera o no, el diablo rojo andaba en una liga menor dentro del universo de Marvel, sin aventuras ni villanos relevantes en su haber. A nivel personal, tampoco era santo de mi devoción un tipo que padecía de poderes menos fantasiosos que aquel extraño radar que tenía en su cabeza. Pero esta entrada es una buena excusa para comprobar que todavía conservo algún añejo ejemplar de la edición española Vértice, aquella maravillosa colección que rebautizó al llamado, demonio de la Cocina del Infierno, como Dan Defensor. 

Sin embargo, a estas alturas del primer tercio de siglo, la serie ha cambiado de plataforma y la cuarta temporada ha sido elaborada bajo los auspicios de Disney en su redondo negocio sobre los cómics de Marvel. Pero antes de llegar al Born Again, conviene repasar el por qué del éxito de un aventurero más callejero, y con un rango de acción más reducido, al amparo de la noche y ligado a un barrio y ciudad concreta. Se trata por tanto de algo más cercano, y sin duda, más humano que otros personajes del mundo paralelo de Marvel; allí donde los múltiples villanos aspiran a mayores logros que dominar una simple ciudad y la fantasía desborda en demasía la acumulación de héroes cinematográficos, cuyas aventuras parecen siempre la misma historia.
El héroe con cuernecitos
Daredevil tuvo suerte, porque la actual serie televisiva bebe del relanzamiento que supuso la intervención de Frank Miller en las viñetas de los años 80. Miller es uno de los grandes guionistas del noveno arte, y tuvo la facultad de elevar sus aventuras hacia una dirección más adulta, madura y sombría. El popular hombre sin miedo acabó siendo redefinido por Miller (junto al entintador Klaus Janson) en historias más elaboradas, oscuras y violentas; dando pie a personajes más complejos e interesantes. Un éxito inmediato que transformó, con el paso de los años, en un trabajo imprescindible para los amigos de los tebeos y de la que Netflix se nutrió para poner en pie la serie. Para evitar comparar el Born Again de Disney con las temporadas anteriores, me he quedado sin visionar el promocionado retorno del héroe rojizo y centrarme en la adaptación prepandemia. 

En parte no haría falta, pero por si acaso conviene situar al protagonista como un brillante abogado discapacitado por la ceguera: Matt Murdock, quien junto a su colega universitario, Foggy Nelson, planean levantar un bufete de abogados que defienda los intereses de los necesitados e inocentes, gracias a la habilidad sobrehumana de Murdock de discernir cuando la peña miente por la alteración que provocan los latidos del corazón en tal circunstancia. Ahí andan repartidas sus actividades diurnas; mientras que por la noche, surge un tipo que viste de negro con retales que parecen sacados del Decathlon. Como un triste pañuelo en el rostro para ocultar la jeta del hombre dedicado a repartir estopa sobre los criminales que pululan por la amplia ciudad de Nueva York. 
El mítico soldado patoso, borda su papel de mafioso
En una interesante primera temporada, está la presentación de la figura del héroe y de establecer un enemigo a su altura. El legendario Kingpin, subyugado a la nomenclatura oficial de Wilson Fisk. Es una estructura puramente representativa de las series televisivas, donde hay tiempo de sobra para mostrar la creación del personaje mientras la historia avanza en paralelo con las clásicas historias secundarias que suman fuerzas para formar el producto completo. Ahí adquieren importancia los amigos del protagonista, Foggy y Karen, que pueden volar solos sin estar bajo la batuta de un único protagonista. Algo similar ocurre con Elektra y el Castigador en la segunda temporada, o la inclusión de Bullseye en la tercera. Personajes imprescindibles en la cronología de Daredevil y las obras expuestas por Miller. La serie televisiva tiene la libertad de tomarse el tiempo necesario para explicar motivos, aspiraciones y demás consignas que expliquen los motivos por los cuales se mueven tales figuras. Incluida la variante femenina de Karen "metetentodo" Page. Se entiende el protagonismo que debe alcanzar un personaje central de la historia, pero los autores la han otorgado una cargante versión de la habitual manía de imponer una mujer fuerte e independiente en el drama. Me sobrepasa la función de esta pelma.

No hay tiempo ni ganas de extender un comentario concreto por temporada. Básicamente, porque con sus altas y bajas, Daredevil mantiene un tono general alto. Es una serie bien hecha, que cuenta con una buena dosis de acción, habitualmente filmadas en largas coreografías que resaltan el trabajo realizado por un enorme equipo de producción que sabe lo que hace. A la cabeza, me viene la memorable pelea que Daredevil mantiene con un grupo de moteros en el tercer episodio de la segunda temporada, aunque como esta secuencia hay variadas y repartidas peleas donde romper huesos a mansalva en todas la temporadas. Una llamativa premisa que rompe otras opciones vistas en el alocado montaje que proponen cada vez que hay hostias como panes en otras producciones audiovisuales. Tal vez en demasía, acorde en un producto que enlaza más que bien con los cómics de Miller y Klaus. Que corra la sangre.

Si alguien quiere encontrar algún pero, seguramente lo encuentre en la hábil maquinaria que se ha establecido en producir series como churros. La prefabricación queda latente en un esquema similar a cualquier otra serie de éxito; como la manía de terminar los capítulos con el habitual gancho que provoqué en el espectador la tonta necesidad de pasar al siguiente episodio; o la innecesaria verborrea disfrazada de discursos trascendentales. Hay tanta chulería repartida entre tanto personaje que la sencillez que aporta el amigo Foggy le coloca en una posición necesaria de empatía con cualquier espectador que no sea un flipado. A fin de cuentas no es más que otra ficción de un tipo que se disfraza por las noches para actuarr de justiciero en lugar de ejercer de travesti en algún club nocturno.  

De los habituales 13 episodios por temporada, bien podrían reducirse si la hábil tijera recorta miradas ceñudas o introducciones engalanadas con actos musicales. Pero se ve que hay cadenas de montaje bien pertrechadas en la industria norteamericana. Detrás de la militar, la más potente del país aglutinada bajo las barras y estrellas. 

Daredevil
Netflix -  Marvel TV
2015-19

Dan Defensor en una colección que me hizo feliz de niño

25 de marzo de 2025

Los hombres que no amaban a las mujeres

Han pasado 20 años desde que se publicó esta novela. Convertida de inmediato en un tremendo éxito que se propagó rápidamente a nivel mundial. A España llegó en el 8, justo a tiempo para recibir, al año siguiente, la adaptación cinematográfica y comprobar el enorme arrastre que supuso un fenómeno literario que puso de moda la denominada novela negra escandinava. Porque las altas, educadas y guapas gentes del norte también tienen sus mierdas escondidas bajo las moquetas. 

Tras este ligero margen de tiempo, me he decidido a leer esta vieja gloria literaria que ha extendido su legado más allá de la trilogía original, completada con La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina y La reina en el palacio de las corrientes de aire. Títulos bajo la autoría de Stieg Larsson. El periodista y escritor, falleció repentinamente en 2004, dejando varios borradores de lo que sería una saga titulada como Millenium. Posteriormente y tras el éxito financiero cosechado, la editorial Norstedts decidió encargar a otro periodista una nueva trilogía con los protagonistas de las novelas originales de Larsson. Un culebrón que a día de hoy continua con la incorporación de una tercera mano, la tercera en discordia y con la amenaza de avanzar en nuevas aventuras. Por lo menos hasta que el negocio funcione.
El libro, Los hombres que no amaban a las mujeres, está protagonizada por un reputado periodista de investigación (Mikael Blomkvist) quien dirige una revista económica y que acaba de salir escaldado de un juicio donde ha sido condenado por difamar a Hans-Erik Wennerström. Un habilidoso industrial sueco de oscuro pasado. A pesar de este suceso, otro importante empresario, ya retirado por su avanzada edad (Henrik Vanger), le ofrece un enrevesado trabajo. En teoría debe escribir un libro histórico sobre la compañía Vanger, una importante empresa familiar que esconde una peculiaridad: la misteriosa desaparición de una adolescente llamada Harriet Vanger en 1966. Que es el verdadero motivo de la contratación, pues la joven se esfumó sin dejar rastro, y desde entonces, el viejo Henrik anda con la sospecha de que pudo haber sido asesinada. La dificultad de hallar alguna pista nueva sobre un suceso de hace casi 40 años atrás, son solventados por una cuantiosa suma de dinero y la posibilidad, de que Henrik le ofrezca información relevante sobre el enemigo del periodista: Wennerström. Una revalida que empuja a Blomkvist aceptar el encargo. 

En paralelo anda Lisbeth Salander, la coprotagonista del relato representada por una curiosa investigadora de una empresa de seguridad y que forma, sin duda, el mayor acierto de Larsson. Salander representa a una persona inadaptada; asocial y bajo la tutela de los servicios sociales por sus continuos problemas con la ley. La cabeza de Salander funciona en otro nivel, alejada de los dogmas corrientes, sobrevive en su propio mundo donde prima la desconfianza y una actitud arisca que le pone en guardia frente al violento mundo que la rodea. Que la muchacha sea una escuálida de aspecto gótico, ya sea por los diversos piercings o tatuajes que adornen su cuerpo, no hace sino acrecentar la figura del mayor reclamo del libro con una muchacha que domina perfectamente las nuevas tecnologías. 

El otro aliciente es la compleja historia propuesta por Larsson, la misteriosa desaparición de Harriet que nos lleva hacia una especie de misión imposible para rescatar algún dato nuevo después de tanto tiempo transcurrido. Esa dificultad de avanzar, sirve al autor para poner en antecedentes a sus personajes, ya que el lector va descubriendo la narración de los sucesos al mismo tiempo que el periodista. Una inteligente forma de hacer participe al lector. En especial, cuando entramos en jugosos detalles sobre los desvaríos de la familia Vanger; como cuando algunos de sus miembros más antiguos tuvieron lazos con el fácil comodín del nazismo; mientras que otras ramas familiares andan peleados por el lógico dominio del decreciente poder empresarial.

La novela anda estructurada en señalados bloques temporales. Aunque podemos separar el grueso del texto en dos grandes partes bien marcadas. Una primeriza, donde el autor presenta a Blomkvist y a Salander por separado. Ambos con sus propias movidas y taras personales que sirven de carta de presentación al mostrar el carácter de cada uno. Después viene el caramelo, el dulce hallazgo de exponer una pista que acelera la gracia de la investigación y, por fin, juntar a la dupla protagonista en una única misión, donde el misterio logra engatusar al lector por la lógica concatenación de acontecimientos e indicios a descifrar. También suma la gracia de observar los pasos dados por los protagonistas, tanto los palos de ciego como los avances hechos hacia un entramado que coge variantes sorprendentes. Cabe destacar en este aspecto la paciencia y buen hacer del autor, pues se ha currado una amplia amalgama de giros que asombran y desconciertan a la vez en un texto grueso. Un libro rellenado con datos tan inútiles como la rutina de tener que hacer la compra como con la considerable aportación de los múltiples secundarios que enriquecen el conjunto del libro.

Finalmente, queda por aclarar que este tipo de libros no suelen ser de mi agrado, pero reconozco el gancho de Larsson y su trabajada propuesta. No ha sido una lectura pesada ni lastrada por mis gustos personales. Es un libro que cumple con su cometido donde se entiende perfectamente la fascinación que provocó en su momento. Funciona obviar clichés del genero (detectives alcohólicos o listillos investigadores encantados de conocerse) y crear un universo propio que extendió en otros volúmenes que sirve además para desgranar parte de la sociedad sueca y poner el foco en la triste actualidad de la violencia que sufren las mujeres. De recurrente y triste actualidad 20 años después. Cuando se estrenaron los filmes suecos acudí raudo al cine, como la mayoría del rebaño empujado por la moda del momento. Curiosamente, el primer filme dejó algún recuerdo perenne en mi memoria, mientras que de las siguientes propuestas literarias adaptadas, apenas recuerdo nada relevante. Ya se verá si les damos hueco al blog las otras dos continuaciones de Larsson. 

 -Henrik, me encargaste la misión de averiguar la verdad de lo ocurrido con Harriet. ¿Esperabas que esa verdad estuviera exenta de dolor?
El viejo lo observó. Luego se le pusieron los ojos como platos. 

Opinión personal: Qué hija de puta la Anita Vanger.

Los hombres que no amaban a las mujeres
Stieg Larsson
Ed Destino, 2008