17 de noviembre de 2022

La bestia humana

Había dejado algo olvidada la saga de los Rougon Macquart y era preciso recuperar su lectura; ahora que toca apurar el año por el escaso nivel de entradas publicadas en el blog. Y nada mejor que recuperar a Émile Zola, autor tan excelso en su narrativa como agotador cuando se explaya a gusto en las páginas de sus libros. Reconozco ser muy fan de un tipo que tenía una capacidad innata de merodear un mismo tema a lo largo de varias páginas sin que decaiga el interés de la lectura. La bestia humana tiene como protagonista principal a Jacques Lantier, uno de los hijos que tuvo Gervaise (la protagonista de La taberna) por parte de la rama familiar correspondiente a los Macquart. Señalar y recordar que este libro representa el décimo séptimo puesto de la saga, sin necesidad de guardar orden cronológico alguno, pues todos los libros son independientes. 

Jacques es un saludable y apuesto joven que trabaja como maquinista, sin embargo alberga un mal enfermizo y mental, una especie de arrebato monstruoso que le lleva a dejarse arrastrar por un arrebato criminal desde que era bien joven. 

Así como otros, al despertar de la pubertad, sueñan con el deseo de poseer una mujer, él se excitaba ante la idea de matarla.

El accidente de La Croix de Maufras

Conocedor de su propio mal, Jacques opta por aislarse y dedicarse con esmero a su profesión, otorgando a su propia locomotora (bautizada como Lison) la atención y los mimos propios que se dan entre amantes. Pero en esta novela, el crimen, las taras mentales y hasta la destrucción recorren de manera férrea a casi todos los personajes que se atreven a relucir sus cabezas. Sin quererlo y al veloz paso de un tren de viajeros, Jacques es testigo fugaz de un asesinato cometido por el matrimonio Roubaud, cuyo marido se ha dejado arrastrar por el embrutecimiento de los celos al degollar a una importante figura empresarial. La investigación policial apenas logra avanzar ante las dudas del principal testigo. Un Jacques que no puede afirmar con certeza los rostros de los asesinos, mientras alrededor del matrimonio se crea una incomoda atmósfera de sospecha y de intriga por ser descubiertos, motivos suficientes para querer ganarse las simpatías de Jacques.

A partir de ahí, el interés aumenta cuanto mayor sea el enredo, porque la supuesta amistad termina por sobrepasar cierto limite, al entregarse la mujer de Robaud, Severine, a los afectuosos brazos de Jacques. Estos amoríos sirven de modelo para tentar al mal que subyace en el interior de Jacques frente a la realidad del crimen cometido y la necesidad de buscar consuelo por parte de ella. Una presión moral que sirve de vía de escape para Severine; de su aventura obtiene un desahogo necesario, incluso feliz, al proyectar planes de futuro gracias al amor correspondido que permite dar rienda suelta a la confidencia de los remordimientos, mientras ella sacia la curiosidad de su amante.

-Es una cosa horrible, le parece a uno que vive en otro mundo, ¡oh, tan lejos, tan lejos! Viví más en aquel minuto que durante toda mi vida pasada. Severine

La relación entre la pareja ocupa gran parte del texto, en un largo desarrollo, propuesto por Zola, para elaborar con mimo los pasos dados por los recién enamorados y el modo de afrontar los problemas que deben superar. Porque a escondidas siempre es más difícil y encima si toca sortear la moralidad de la época.

Una observación moderna podría interpretar la narración con una especie de thriller, al aunar un peligroso triangulo, donde la posibilidad de cometer un nuevo crimen anda enredado entre la enfermiza necesidad del protagonista, los intereses privados de los personajes y los arrebatos humanos. Sin embargo, Zola se reserva la idealización de los planes junto a los posibles remordimientos en aspectos más realistas. De ahí la descripción minuciosa de los actos y pensamientos de los protagonistas, por donde se maneja bien a gusto. Tampoco hay que olvidar que la muerte violenta circula libremente en toda la novela. Es un trayecto cerrado, sin vía de escape sobre los escenarios principales y expuestos en la novela. Desde la ciudad de El Havre; en especial la estación de trenes y las cercanas viviendas de los trabajadores, hasta París, principalmente el pequeño barrio obrero donde retiene Zola a sus personajes. A medio camino surgen otros personajes; junto a una apartada vivienda de campo, habita un guardagujas y su familia, figuras importantes en el desarrollo de la historia por su relación e implicación con los protagonistas. 

Seguramente, el grueso de La bestia humana podría haberse reducido sin necesidad de martillear al lector mediante el periódico tesón de hilar frases descomunales. Tal contundencia sobresale en la novela, a pesar de caer en la temida reiteración centrada en la pareja protagonista y la descripción de sus diferentes fases. Pero Zola mantiene el tipo con maestría, a pesar del habitual machaque que somete a sus personajes, no impide que el lector pueda sentir empatía por ellos. Da igual que estos sean enfermos, asesinos, mediocres o borrachos. La sociedad que representa anda embarcada en la habitual búsqueda de la felicidad, que la logren o mejor aún, que Zola les deje, ya es otra cuestión.

La bestia humana

Émile Zola
Capitán Swing libros. 2010

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Historia natural y social de una familia bajo el segundo imperio.
  • La fortuna de los Rougon (1871)
  • La jauría (1871)
  • El vientre de París (1873)
  • La conquista de Plassans (1874)
  • El pecado del Abate Mouret (1875)
  • Su excelencia Eugène Rougon (1876)
  • La taberna (1876)
  • Una página de amor (1879)
  • Nana (1880)
  • Miseria humana (1882)
  • El paraíso de las damas (1883)
  • La alegría de vivir (1884)
  • Germinal (1885)
  • La obra (1886)
  • La tierra (1887)
  • El sueño (1888)
  • La bestia humana (1890)
  • El dinero (1891)
  • El desastre (1892)
  • El doctor Pascal (1893)


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