6 de abril de 2018

La fortuna de los Rougon

Con esta novela, Émile Zola inicia una serie de obras denominada como Los Rougon-Macquart, cuyo fin es analizar el período del II Imperio francés. Las fechas andan comprendidas entre 1852 hasta 1870, a través de una rama familiar que acoge diversas generaciones desde una óptica social, además de recoger los diversos cambios que suceden en esa época. Política, urbanismo, desarrollo industrial, movimientos obreros... cambios que le sirvieron para liderar un movimiento literario llamado naturalismo.

Los Rougon-Macqurart comprende veinte novelas, donde hay que destacar el carácter independiente entre ellas. Una buena perspectiva para que puedan leerse por separado. En realidad Zola copia una idea de Balzac, quien ejerció un experimento similar con La comedia humana. Pero la gracia del creador de La fortuna de los Rougon es que se centra en las experiencias de unos individuos normalmente ligados a la clase obrera y su peculiar situación ante los acontecimientos dados esos años. Personas normalmente vulgares ante los drásticos cambios de la historia.  

La raíz de este peculiar árbol genealógico tiene forma femenina y responde al nombre de Adélaide. Mujer atormentada por una especie de ataques en plan epilépticos, y que tomará por esposo a un simple campesino de nombre Rougon. A la rápida muerte de su marido, Adélaide buscará consuelo en los brazos de un contrabandista fronterizo, llamado Macquart, singular personaje aficionado también a empinar el codo. 

Pero el grueso de la novela lo copan lo hijos, los descendientes de los padres cuyos nombres titula a la progenie en la ficticia ciudad provinciana de Plassans. Émile Zola juega con los tiempos para presentar y desarrollar a sus personajes en grandes descripciones, para después detenerse en algunos pormenores importantes. En un principio, el autor se explaya en destacar las dos ramas de los apellidos y los intereses privados que mueven a los descendientes de Adélaide: Pierre Rougon y Antoine Macquart principalmente. Hermanastros que coparan buena parte de la novela con sus vidas y posteriores disputas. Ambos vierten sobre Plassans nuevos hijos que terminan de sumar al núcleo de la obra cierto aire a culebrón, con una serie de rencillas propias de la clásica familia mal avenida. Con tanto interprete surge el titiritero Zola, y con cierta mala leche al depositar en sus protagonistas las peores mentalidades y deseos que pueda encarnar el ser humano. La gran mayoría de los personajes son tan repulsivos como avariciosos, estúpidos arrogantes que llegan a acumular vicios y deseos muy por encima de la corrección que tanto quieren aplicarse los llamados humildes. Por suerte hay pequeños posos de esperanza, como si la mala sangre llegara a revertir sus síntomas en determinadas ocasiones, aunque sean dados en menor medida en algunos jóvenes e idealistas personajes.

Para 1851 Luis Napoleón Bonaparte, junto a sus correligionarios, toman el poder por la fuerza, derrocando a la República. Y como siempre ocurre en estos conflictos existen dos bandos que extreman sus posturas. Esos históricos días sirven a Zola para ficcionar la postura de sus personajes, hábilmente divididos en las dos facciones políticas enfrentadas y observar, como maniobran para sacar tajada del asunto, al fin y al cabo es lo que cuenta para la gente practica frente a los clásicos soñadores. Éstos últimos son los enfermos que creen en la justicia y en el bien común. Idealizados por Zola en las juventudes amorosas de Silvére y Miette, y con mayor énfasis en la niña, que termina por abanderar la clásica imagen francesa de la libertad que guía al pueblo. 

Fue en esa negra y fría noche de diciembre, entre los agrios lamentos del rebato, cuando Miette y Silvère intercambiaron uno de esos besos que atraen a la boca toda la sangre del corazón.

Zola es un gran narrador, aunque en ocasiones se pierda en un exceso de creatividad que subraya alguna situaciones con tanto elogio y tanto talento, que las palabras asaltan el texto remarcando frases de manera repetitiva. Da la sensación que tanta descripción forma parte del ansia narrativa de Zola por hallar la perfección de sus textos, donde seguramente le sobrarían algunos matices que remarcan el texto citado.
La familía Rougon-Macquart / BBC Radio 4
Uno de los grandes aciertos es el supuesto caos que parece predominar en la estructura. Se tiene la sensación de que es una obra que persigue la linealidad u orden cronológico, pero ésta termina por romperse por la fuerza desarrollada por el escritor, como cuando introduce a un nuevo personaje importante. Ahí es donde Zola arranca una necesaria presentación de varias páginas, saltando en el tiempo, si es menester, para explicar los orígenes del personaje, su relación con el resto y las necesarias características a destacar. 

La historia natural y social de una familia bajo el segundo imperio choca con las clásicas novelas históricas. Ésas donde los personajes suelen destacar por actos honorables, valientes o decisivos. Sin embargo Zola adopta un tono más cercano a la realidad, reduciendo las acciones del vulgo al simple comportamiento de los cobardes y de los manipuladores. Con tantas graciosas carambolas, que pueden llegar a reconocer sus actos como heroicos. Si encima se le añade la benevolencia que otorga el tiempo, se llega a la turística necesidad de aupar ciertos acontecimientos en memorables, gracias a los interesados vendemotos que abundan en la política. 

Creyó entrever por un instante, como en un relámpago, el futuro de los Rougon-Macquart, una jauría de apetitos desencadenados y saciados, en un resplandor de oro y sangre. 
                                                                                                                             Adélaide Fouque

La fortuna de los Rougon
Émile Zola 
Alianza editorial, 1981
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Historia natural y social de una familia bajo el segundo imperio.
  • La fortuna de los Rougon (1871)
  • La jauría (1871)
  • El vientre de París (1873)
  • La conquista de Plassans (1874)
  • El pecado del Abate Mouret (1875)
  • Su excelencia Eugène Rougon (1876)
  • La taberna (1876)
  • Una página de amor (1879)
  • Nana (1880)
  • Miseria humana (1882)
  • El paraíso de las damas (1883)
  • La alegría de vivir (1884)
  • Germinal (1885)
  • La obra (1886)
  • La tierra (1887)
  • El sueño (1888)
  • La bestia humana (1890)
  • El dinero (1891)
  • El desastre (1892)
  • El doctor Pascal (1893)

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