El archivo del blog avanza a buen ritmo y surge una nueva pestaña a estrenar: el 22. Se inaugura el año con un horizonte similar a los días pasados y perpetrar las mismas reseñas a lo largo de los próximos meses. Nada aventura cambios bruscos, salvo seguir participando en la yincana pandémica en la que estamos inmersos. El blog se ha resentido en este pasado 21 a una repetitiva fórmula, sustentada en la lectura de libros y el aumento del visionado audiovisual. Pero la literatura sigue tirando fácilmente del carro. Y en el 21, destacan las lecturas bajo la presión de las tareas autoimpuestas de la colección Reno, El País Aventuras, la saga de la familia Wilt y los Episodios Nacionales de Galdós. En este apartado, doy fe de dos obras concretas. Las que siempre sobresalen y quedan anotadas como imprescindibles, para recomendar incluso a quien quiera escuchar alguna opción y crear una nota mental de releer en el futuro. Las obras señaladas son Zaragoza, el sexto capítulo ofertado por don Benito y Donde los vientos duermen, la agradable sorpresa que siempre augura la añeja editorial Reno. De las compras de esta colección surgió, a finales de año, una agradable sorpresa a través de un mail por parte de una persona que se ha iniciado en la locura de acumular los mismos libros que un servidor. Un mensaje grato y enriquecedor, al constatar que hay personas con gustos similares y que algunas entradas del blog son hasta leídas por terceras personas. Para el 22, quedará por cerrar la humorística saga de la familia Wilt y ver si soy capaz de colmar la primera serie de los Episodios Nacionales de Galdós. Sólo quedan cuatro para comprobar hasta dónde llegan las andanzas de Gabriel de Araceli.
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Bosco a uno de enero del 22 - la Sevillana |
También hay una de cal, bastante extensa si tomamos en cuenta las cero excursiones publicadas en el pasado curso. Ha sido atípico, a pesar de salir al monte con asiduidad, pero se puede señalar al culpable, al de las cuatro patas. El bicho que tiene limitadas las horas de sus salidas y debe volver con demasiada prontitud a casa, como Cenicienta. Las patas le fallan, y aunque tiene ganas, conviene controlar las ansias que siempre demuestra cada vez que le suelto al libre albedrío para que no decaiga. Incluido su habitual paseo del uno de enero bajo un sol de justicia, remediado por el alocado clima con una buena nevada una semana después.
Sin embargo, el audiovisual ha logrado rescatar algunas tareas pendientes, al comprobar como algunas series cerraron en falso y tuvieron, a bien, comercializar una salida fílmica que intentase arreglar las soluciones expuestas en la caja tonta. El séquito y Deadwood son las señaladas. Con las óperas primas ando enfrentado, sobre todo por una escasa aportación que está a la espera de alcanzar la quincuagésima publicación. La cosa está complicada pero persisto en catalogar tal número al estreno de don Michael Haneke. Tal autor merece tal distinción sin ningún tipo de dudas. El mismo número, 50, es el limite que me planteé hace tiempo alcanzar con las series, y así dar por finiquitado un apartado que apenas me interesa, sobre todo cuando las numerosas producciones empiezan a acumular temporadas con el único fin de atontarnos ante tanta oferta. Adelanto que la gran Roma de HBO, echará el cierre.
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Viernes 7 de enero en la Gamonosa |
Poco más puedo añadir a esta entrada resumen, sin necesidad ni objetivos de proponer nada para el 22. Espero que vengan solas, que surjan a la buena de Dios y mejore las ganas de pelearme con la hoja en blanco. Reconozco que cada vez cuesta más y necesito obligarme en muchas ocasiones para que el barco siga circulando. Por eso mismo, circulen, separados. Que hay que mantener las distancias.
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