10 de diciembre de 2020

Vidocq: el mito

Al título de esta película habría que añadir una aclaración. Porque al nombre propio se le añade un leve subrayado: el mito. Referencia que sirve a Jean Christophe Comar, acotado en el artístico nombre de Pitof, a estrenarse en las lides de la dirección y aprovechar el elemento exagerado que encarnan los mitos para construir una barroca película de época; sustentada con pilares más cercanos al género del fantástico y del espectáculo que a la historia real del protagonista. Eugene-François Vidocq fue un personaje bastante más interesante de lo que se cuenta en esta película y seguramente más conocido en su Francia natal. Porque Vidoqc tuvo una vida fascinante, quien quiera puede extender sus conocimientos en las variadas bios publicadas en redes. A modo de resumen puede citarse la de un individuo que pasó de ser un joven pendenciero, mujeriego y ladrón, a guiar sus pasos al bando de la orden y la ley, ejerciendo de policía y de detective privado. En su paso como agente del orden destacó por el éxito de disminuir la criminalidad de París y por los métodos que utilizaba para detener a sus antiguos compinches.

Gerard Depardieu, apuesta segura - IMDB

Sin embargo, estamos ante una película donde destaca más la visisón de su director que ante una postura cercana al realismo de desarrollar una intriga en tiempos de 1830. La propuesta de Pitof está más acorde a su trayectoria profesional, especialista en efectos especiales (Alien: Resurrección. Juana de Arco...) que a mostrar el histórico alboroto de una Francia a las puertas de una revolución en ciernes contra la monarquía de Carlos X. En ese tenso ambiente, tres importantes empresarios de la industria armamentística son alcanzados por un rayo que, curiosamente, les termina por calcinar en llamas. Tal curiosa ejecución, por separado, más bien parece añadir algún elaborado plan que a la divina providencia. Ante la dificultad de la investigación, la policia acude en ayuda de Vidocq, quien se ha convertido en un reputado investigador privado. Y para representar a esta figura legendaría, sólo podría ser interpretada por otro imponente gabacho: Gerard Depardieu. Un actor de una percha tan imponente que la película gana muchísimo con su única presencia.

Hacía 2001 se estrenó la película con la idea clara de honrar tal fecha con el estilo audiovisual de Pitof. Un autor inclinado hacia una exagerada puesta en escena, amante de las cabriolas de la cámara y al aceledado montaje. Un videoclipero para más señas, donde su curioso cocktail, barroco y potente, prevalece con una chulería propia de quien opta por el espectáculo con trajes de época. Una actualización claramente influenciada por el moderneo frente al rigor histórico, y una imágen ligada a la fuerza visual que desempeñan las novelas gráficas. Angulos imposibles, colores destacables y primerísimos planos. Tampoco cuesta nada reconocer que Pitof consiguió su propósito de destacar en taquilla y de hacerse notar con su ópera prima en el mundo entero. Una estupenda carta de presentación que le permitió aterrizar en América para hacerse cargo del filme, Catwoman. De la hostia que se llevó con esa película todavía anda levantándose.  

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Pero volviendo a Vidoqc y a la investigación abierta por la llamativa muerte de esas tres importantes figuras, destaca un curioso criminal: el Alquimista. Una figura misteriosa que anda escondido tras una máscara en forma de espejo y que parece pretender capturar el alma de sus víctimas. Un enemigo fascinante, al que se atribuyen poderes mágicos y al que Vidocq deberá hacer frente con toda su inteligencia para resolver un misterio narrado por diferentes personas. Un hilo al que se agarra un periodista, una especie de novato que pretende pasar por ser el biografo del propio Vidocq y quien sirve de guía al espectador hacía acontecimientos recientes, haciendo buena la narración a través de diversos personajes que han tenido algún nexo con los asesinatos y de andar relacionados con el propio Vidocq. Un guión tejido con maña, sin grandes sorpresas pero que funciona correctamente en esta versión palomitera. La figura histórica de Vidocq seguramente merezca una mejor adaptación que reconozca un personaje tan llamativo sin necesidad de adornos o actualizaciones modernas. Aunque también es de justicia reconocer que Pitof logró su propósito de entretener y de situar a su villano a la altura de las circunstancias.

Vidoqc: el mito
Pitof, 2001

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