22 de diciembre de 2020

Días de fútbol

Fue un éxito de taquilla y un buen ejemplo de comedia española sin mayores pretensiones que la del mero entretenimiento. En parte, el debut de David Serrano en la dirección llegó por su función de guionista en la precedente, El otro lado de la cama. Otra cinta española que obtuvo una buena respuesta del público por su vis cómica y sobre todo musical, un género más bien escaso en la cinematografía hispana y de moda en el mundo audiovisual por aquellos años. No así la comedia, donde el cine patrio colecta generalmente buenos resultados en crítica y público. Como esta Días de fútbol, una cinta que recoge a gran parte del reparto actoral de la película precedente y los traslada a una barriada de Madrid para contar los problemas derivados del trabajo y las relaciones con sus parejas entre unos personajes que superan la treintena. 

A destacar su reparto coral, con diversos puntos de vista donde confluyen las miserias de cada uno para buscar la complicidad del espectador. A grandes rasgos destacan los personajes de Antonio (Ernesto Alterio) y Jorge (Alberto San Juan). El primero acaba de salir de la cárcel con la clara intención de reconducir su vida e intentar controlar sus accesos de ira. El segundo pretende continuar la tradicional rutina de la edad alcanzada: contraer matrimonio, hipotecarse y procrear la especie humana. Todo muy rigido y marcado, como corresponde a una figura devota de la rectitud. 

San Juan con pose futbolera

Sin embargo, sus planes iniciales se desarrollan de manera bien distinta cuando la realidad les coloque en una posición que no esperaban. Para empezar, hay que volver a destacar al resto del reparto y a sus propios problemas cotidianos, personajes con menor protagonismo pero que vienen a sumar al conjunto de la guasa. De manera general, se hace referencia al clásico desencuentro en las relaciones de pareja, mientras que a nivel personal, cada individuo afronta su particular horizonte a alcanzar. El embrollo tiende a exagerar la interacción entre personajes, destacando la habitual verborrea y chistes rápidos que tan bien funcionan en los diálogos hispanos.

Para superar una supuesta caída existencial del grupo masculino, al bueno de Antonio se le ocurre que la mejor manera de hacer piña es apuntarse todos juntos a una liga de barrio de fútbol 7. El clásico plan dominical para tomarse después unas birras. Curiosa forma de elevar la moral, cuando los verdaderos problemas vienen derivados principlamente por trabajos poco satisfactorios, sueños incumplidos y los vaivenes emocionales de las parejas. Tampoco conviene realzar tales males, ni denunciar una posible realidad social que no atañe al objetivo de la película, más bien son detalles dramáticos que vienen a reforzar el verdadero interés de David Serrano por entretener. Simples soportes que presentan una realidad conocida por los espectadores, en un ejercicio de empatía que ayude a la elaboración de los chistes tras su lógico paso por la exageración.

Sin querer desemerecer al resto del elenco, quienes cumplen a la perfección su cometido, el verdadero sostén de la película son los personajes ya señalados de Antonio y Jorge. En esa gala española, donde supuestamente se premia a los mejores trabajos a lo largo del año, tuvieron a bien nominar a Ernesto Alterio. La flauta del premio recayo sin embargo en Fernando Tejero, por su papel secundario de Serafín, siguiendo el cuento de la fama adquirida en la serie televisiva Aquí no hay quien viva. Un formato, el de la pequeña pantalla acorde con la realización del director. Sin estridencias y sin mayores intenciones que la de retratar su filme de manera correcta. Incluida una banda sonora acorde a su estilo feriante, obra de Miguel Malla, y que subraya con aire de verbena los pasos humorísticos del filme. No destaca Serrano tras la cámara, y en parte hace bien, al ceder el protagonismo al guión y a los personajes. La mayor valía de una pelicula simpática y entretenida que ha logrado mantener cierto estatus pese al lógico paso del tiempo.


Días de fútbol
David Serrano, 2003

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