11 de noviembre de 2020

La familia Addams

Hace justo un año se estrenó una nueva versión de un viejo éxito del pasado. La familia Addams en versión animada. Un nuevo filme que buscaba tantear los notables ingresos que supuso la adaptación cinematográfica de 1991. Obra del conocido Barry Sonnenfeld, cuyo filme apenas costó 30 millones de dolares mientras su recaudación mundial anduvo cerca de alcanzar los 200. Numeros muy golosos que promovieron una lógica secuela y una merecida fama en una década muy dada a levantar iconos que aún hoy logran mantenerse en la cultura popular. Y con ello provocar nuevas adpataciones con el paso del tiempo, como la citada cinta animada o la propia película de Sonnenfeld, que venía de actualizar a una antigua serie televisiva que a su vez provenía de las viñetas de su creador original, Charles Addams.  

Raúl, el condensador de fluzo es en otra pelí - Paramount Pictures

El verdadero artífice de la peculiar famila Addams venía a ser el niño raro de la época y como tal, dió rienda suelta a su imaginación a través de diferentes tiras cómicas. Un apellido triunfal, a modo de franquicia entre pelis, cómics, videojuegos, musicales y otras cosas del marketing que han pasado por diferentes ámbitos productivos, con mayor o menor calado entre la población. Sin embargo y a cuenta del post de hoy, la película de 1991 fue un éxito rotundo. Gracias en parte a una maquinaria cinematográfica, que en este caso, acertó de lleno al actualizar la serie televisiva de los sesenta.
 
En parte se podía preveer, cuando se apostó de primeras con un buen reparto protagonista encabezado por Anjelica Huston (Morticia), Raúl Juliá (Gómez) y Christopher Lloyd (Fétido). Además de una buena tanda de secundarios donde destacó la interpretación de Christina Ricci, una niña por entonces y que le catapultó a un estatus de personajes fuera de los ámbitos denominados como normales, asociados más bien a las rarezas propias de quien se encuentra comodo en un mismo perfil. Curiosamente se escogió a un director novato para dar forma a un producto que apuntaba maneras comerciales. Barry Sonnenfeld venía de trabajar en el sector, principalmente en dirección de fotografía, entre otras colaboraciones como la realizada con los Coen desde sus inicios en Sangre fácil; por ahí se colaría el siempre correcto Dan Hedaya, dando vida a un abogado en apuros que pretende sisar la fortuna de sus clientes mediante un atravesado plan, que incluye la participación de una despótica madre y su hijo Gordon, al que hacen pasar por el supuesto hermano perdido de Gómez tras una disputa amorosa, por a su enorme parecido físico.
 
La gracia de La familia Addams es la de intentar colarnos cómo una familia, asociada a los
Un papel como anillo al dedo
clásicos monstruos de la literatura, podrían estar intercalados dentro de la sociedad, con una postura más cercana a la extravagancia que al género del terror; como si tener una mano amputada como un miembro más de la familia fuera normal y aceptado por todos. Este constraste es la principal baza del filme, al jugar como los miembros de esta familia se saltan la supuesta corrección social y da a entender que los raros son los demás. Las bromas van normalmente en linea con las gamberradas de los niños, el gusto de estos seres por lo macabro o a pequeños detalles ligados al fantástico, como la piel de un oso polar con vida propia. Una colección de chistes que acompañan en paralelo a la narrativa de la película, con un supuesto tío Fétido que a medida que pasa más tiempo con los Addams va encontrándose cada vez más a gusto en su nuevo rol. Un conflicto que le obligará a escoger bando, entre su madre y unos Addams que muestran cierto mosqueo cuando el familiar perdido más bien parece un extraño. La película apuesta por un cocktail que acoge dóciles bromas negras y normalmente bien aceptadas por los espectadores más pequeños, un efecto que logra que La familia Addams llegue a entretener a lo largo de toda la película aunque pierda fuelle por un final bastante simplón, propicio para que la catalogación por edad no se desmadrase en exceso o más bien, a una carente idea de cómo terminar con algo más llamativo.

La taquilla fue condescendiente con esta propuesta de rareza cómica que dió a a Sonnenfeld la posibilidad de granjearse una carrera con réditos comerciales, sin mayores pretensiones artísticas que el entretenimiento del negocio, Wild Wild West y Hombres de negro (Men in black) son sus otras películas más conocidas. A su favor señalar que su estreno como director se mantiene como un referente de comedia familiar, y que a pesar del paso del tiempo, es una opción plausible de acudir a un nuevo visionado sin que chirrien efectos ni vestuarios. Tan marcada está la película en el imaginario colectivo, que anda subida en un altar más relacionada con la nostalgia de haberla visto de niño que a su verdadero valor como obra cinematográfica.

La familia Addams
Barry Sonnenfeld
, 1991

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