4 de marzo de 2015

Las hijas del Yang-tsê

En algunas ocasiones cuesta arrancar. Y más cuando del enjambre de palabras que rondan sobre mi cabeza hay un termino que se impone por repetición. Dolor. Palabreja esta que vuelve una y otra vez, como si necesitase esa expresión como mero resumen o sentimiento que provoca esta lectura. Este dolor nada tiene que ver con molestias o golpes físicos. Más bien está orientado hacia la emoción interna que debe sentir una madre cuando se produce una separación forzada sobre sus hijos, sobretodo si da a luz a una niña en China. De sobra conocido es el grave problema chino con el exceso de población, y la discriminatoria política hacia la mujer en el enorme país asiática. La obra de la periodista china, Xue Xinran, deambula sobre la situación de la mujer en ese país. Y en concreto en este libro, al rebuscar entre sus recuerdos la problemática de la política impuesta del hijo único y el tradicional abandono o muerte de los recién nacidos cuando estos derivan hacia el sexo femenino. 


Por situar un poco el libro, es necesario comprender y aceptar que la cultura china favorece el valor del primogénito masculino. Esta costumbre, tan natural en la historia de la humanidad, iba acompañada por beneficios en la asignación de tierras para el cultivo que permitiese subsistir a la familia. Es decir, a los varones se les incluye un mayor lote de tierras por parte del gobierno para poder explotarlas. Además estaba la fuerte creencia religiosa o tradicional del deber de mantener un clan y extender el linaje a través de los varones, pues estos eran los únicos que podían contentar a sus antepasados. Obviamente esta corriente estaba más extendida sobre el campesinado chino, cuyos altos indices de arraigo a las tradiciones se veía aumentado en las zonas más alejadas de las grandes ciudades. La política del hijo único, impuesto por el gobierno, suponía por tanto una desgracia para una familia cuyo primer alumbramiento fuese una niña. La solución practica se diluia en dos vertientes, asesinar a la recien nacida o abandonarla a su suerte. De este modo los orfanatos chinos se llenaban niñas abandonadas que con un poco de suerte lograban sobrevivir, y con algo más de fortuna ser adoptadas por otra familia. Principalmente por occidentales.

La autora de este libro recrea diez historias personales, donde por una causa u otra, ella misma formaba parte por su labor periodística o por la cruel coincidencia de la vida cotidiana. Después de destacar la figura de la mujer en China en otras obras, Xinran tuvo la necesidad de buscar respuestas hacia una frecuente pregunta que se hacen las niñas chinas adoptadas. ¿Porqué no me quiso mi mamá china? Un doloroso sentimiento que ella misma arrastra hacia su propia madre al ser educada en un tiempo donde los lazos familiares no suponían nada entre padres e hijos...no recuerdo  ni una sola ocasión en que mi madre me haya dicho que me quería, ni que me abrazara

La fuerte disciplina oriental hacia el trabajo colapsaba la natural relación que se establece entre una madre y su progenie. Sin embargo y gracias a las historias que desarrolla posteriormente, la autora nos sumerge en diversos estratos de la sociedad china dentro de la problemática que supone para las madres dar a luz a una niña. "Hay que tener un corazón de piedra para no emocionarse con este libro" destaca un titular del diario The Economist en la contraportada del libro. En realidad es tan sencillo como dejarse atrapar por los fuertes sentimientos que arrastran esas desgraciadas madres, en ocasiones incluso es necesario interrumpir la lectura porque el lector llega a interiorizar ese dolor que sufre una madre al verse obligada a deshacerse de su descendencia. Y sufrir año tras año el terrible recuerdo de las decisiones tomadas en el pasado. 

Las hijas del Yang-tsê destila emoción y congoja. No es fácil contenerse ante el sentimiento de perdida que arrastra una madre cuyo mayor merito consiste en haber abandonado a su hija para evitarla una vida desgraciada o una muerte segura.

Las mujeres chinas son las menos egoistas del mundo. Lo único que las consuelas es pensar que algún día sus hijas quizá comprendan lo mucho que las quisieron sus madres, !y que pagaron ese amor con un torrente interminable de lágrimas amargas! 
Maria Verde

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Xue Xinran
Ed Planeta - 2011

www.mothersbridge.org/dge.org/

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