El protagonismo recae en Sherman McCoy, un adinerado ejecutivo que trabaja para una importante compañía de Wall Street. Tras recoger a su amante en el aeropuerto con la idea de disfrutar del reencuentro, ambos se perderán por las calles del Bronx a bordo de su lujoso vehículo donde ser verán envueltos en una especie de accidente. Un supuesto atropello sobre un prometedor estudiante negro que pondrá en marcha toda una extensa maquinaría yankee que arrastra la inevitable investigación policial, el espectáculo de los medios de comunicación, los entresijos judiciales y lo que es peor, los intereses meramente humanos. Y aquí es donde se disfruta de la sugerente prosa de Wolfe, cuando se describe con notable habilidad a una serie de personajes tan distanciados en sus objetivos iniciales hasta que los intereses de unos y de otros se vayan tejiendo alrededor del conflictivo accidente de tráfico.
Presentado McCoy, queda por ubicar a los otros dos invitados principales. El vicefiscal del distrito del Bronx, Larry Kramer y al alcohólico periodista inglés, Peter Fallow. Estos tres personajes representan a su vez diferentes estratos del poder otorgado por la sociedad humana. McCoy, aparte de copar mayor protagonismo por ser el causante de la trama, representa el triunfo del poder económico y social, alcanzando un estatus cuasi aristocrático y hereditario de la buena familia. Kramer es el defensor del pueblo, por así decirlo, al representar los intereses de los ciudadanos en todo ese organismo burocrático que recibe el nombre de ley. Las simple normas de convivencia entre gente civilizada, aunque para Kramer, solo sea el papeleo mojado donde atender los múltiples casos de mierda a los que se verá obligado a ejercer. Y por ultimo Fallow, el estandarte de la verdad a través de ese magnífico negocio que es el periodismo, el denominado como cuarto poder en cualquier democracia "decente" del mundo libre, porque a eso se dedica este dicharachero inglés entre copas de diferentes graduación y a meter el hocico donde le indica la flor que le sale del culo. Un cuarto personaje principal sería la propia ciudad de Nueva York, Wolfe se desata a lo largo y ancho de grandes avenidas, barrios marginados, restaurantes de moda, comisarias policiales, juzgados, etc. Realizando una extensa exposición de lo todo lo que pueda llegar a abarcar la capital del mundo occidental y del genero que se encuentre en su interior.
Extracto de la declaración de Roland Auburn |
Tom Wolfe triunfa en este retrato sobre las gentes de Nueva York a través de un estilo directo y en ocasiones callejero, situación que le pone en contacto directo con los lectores. Ayudado además por las injerencias o por los pensamientos de los propios personajes que nos acercan hacia la complicidad necesaria para lograr engancharnos a una obra donde destaca la habilidad del escritor para describir situaciones absurdas sin sobrepasar la líneas magistrales de la comedia.
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Sherman sentía el profundo resentimiento propio de todos aquellos que, pese a la gravedad de su propia situación, ven que el mundo sigue girando alegremente, sin poner ni siquiera mala cara.
Tom Wolfe
Ed. Anagrama
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