11 de marzo de 2022

La novia de Lammermoor

Para un lector del siglo XXI, el contenido de La novia de Lammermoor podría llevarle al error de rememorar la enésima revisión del cuento de Romeo y Julieta. A pesar de la coincidencia genérica, esta novela fue publicada en 1819, adelantándose a muchísimas versiones posteriores sin mayor necesidad de volver a citar la obra de Shakespeare para hallar comparaciones, similitudes u otras cuestiones. Además, este libro cuenta con la aureola de que su autor, Walter Scott, se inspiró en un incidente real para construir una novela sobre un momento concreto de la historia de su barrio. Una historia que narra los amores imposibles de dos jóvenes que, casualidades de la vida, pertenecen a familias enfrentadas. Hasta ahí la apariencia conocida para dar paso al relato propio, al verdadero interés que despierta cualquier obra de Walter Scott, autor reconocido a lo ancho del mundo: Puntal del romanticismo literario y precursor de la llamada novela histórica.

En este caso nos hace llegar una historia concreta con base real, alterando nombres y lugares para disfrazar unos hechos que da por válido en la Escocia de su tiempo. El contexto histórico de la novela expone un importante cambio político tras la derrota del bando de los Estuardo y la subida al poder del partido liberal Whig. Y como suele suceder en los cambios de poder, los vencedores se toman la libertad de tomar represalias contra sus enemigos. Como la perdida del título nobiliario de una familia en declive, cuyo apellido responde a una antigua estirpe: Ravenswood. Aparte de la derrota militar, Allan Ravenswood culmina la ruina familiar por una serie de decisiones desacertadas que le obliga a vender sus propiedades para saldar deudas. El comprador, William Ashton, es un hábil abogado que exprimirá sus conocimientos legales para sacar mayor tajada del negocio. Ashton representa al típico burgués aupado por su propia ambición y por saber estar del lado ganador. La caída en desgracia de Ravenswood le lleva hasta la muerte, mientras su hijo, el último miembro de la saga familiar, jura vengarse del hombre que indirectamente causó los pesares y la ruina a su familia.

Tales preparativos chocan con los avatares del destino, pues el joven Ravenswood y la hija de su enemigo, Lucy Ashton, se encontrarán de manera fortuita y, poco a poco, la llama del amor prenderá entre ellos. Ya tenemos el lío, pues ambos jóvenes pertenecen a familias cuyo enfrentamiento ha ido escalando con el paso del tiempo, dando pie a las causas que debe describir el bueno de Scott para entretenernos con su historia. Aparte de la paternidad del género de novela histórica, a Scott se le barrunta una línea romántica a la hora de narrar sus historias. En La novia de Lammermoor existe cierto contraste interesante. Por un lado recoge elementos clásicos como la venganza, conflictos familiares y referencias míticas, como la figura de una adivina ciega, o el singular trío de ancianas que representan una versión actualizada de las parcas griegas, amortajando cadáveres y destripando el destino de los protagonistas a los lectores. 

Por otro lado está la representación de los personajes principales y como Scott triunfa al dotarles de simples debilidades humanas. Una característica singular que deja atrás la idealización de los protagonistas clásicos como héroes intachables. Ravenswood destaca por su carácter áspero y duro, aunque mantiene la corrección que corresponde a su condición de noble, unas formas ligadas a las reglas honorables que acarrea su apellido. Su austeridad rocosa, conecta con su arruinada fortaleza, enclavada en un acantilado ruinoso pero que se alza orgulloso ante el oleaje del mar del Norte. La versión femenina viene dada por la dulce Lucy Ashton, que acumula las facetas de una mujer de su tiempo, subyugada a obedecer los deseos de su familia. Su posición termina siendo la más complicada de afrontar. Al igual que su amado, se encuentra en una situación incomoda, pero ella se encuentra sola frente a todos. Es cierto que la postura de Ravenswood pueda parecer más interesante al afrontar su lucha por evitar que la tierra engulla su honorable apellido. Pero en su trayecto asoma cierta protección de un lejano pariente poderoso. Lucy sin embargo está sola, a pesar vivir rodeada de mayordomos y familiares, ella carece de la figura del leal confidente que la ayude a mantener su mente despejada ante la constantes trabas que se interponen entre los amantes. La lucha que afronta por mantenerse fiel a la palabra dada, termina por ser un punto importante de la novela y un apartado a reivindicar por esta figura femenina condenada hacia la locura de una decisiones inquebrantables.

Aparador inglés con imágenes incrustadas de las novelas de Walter Scott
Mesón La Cueva - San Lorenzo de El Escorial
Para contener cierto tono melancólico y un punto de vista trágico, sale al rescate el necesario toque del humor, representado en un magnífico secundario que logra sosegar la negatividad general de la novela. El mayordomo de Ravenswood, Caleb Balderstone, es un viejo entrañable con la única misión de mantener el buen nombre de la familia. El anciano tiene su particular batalla con las apariencias, que le llevan a mentir e inventar constantes fábulas que distraen al lector en las particulares aventuras donde se enreda el bueno de Caleb. Señalado el punto cómico, en el resto de la novela se barrunta el drama a lo largo de las páginas, acompañado de un toque sombrío que podría haber dado mayor juego cuando los rivales se encuentran juntos por necesidad, y la tensión resalta el ambiente violento de las emociones contenidas. Las conspiraciones políticas merodean por el horizonte, como un nubarrón del que más vale buscar protección o saber esquivar la tempestad que pueda amenazar a los protagonistas. Todos moverán ficha, en un entramado que alcanza algunas predicciones interesantes y poder observar el cálculo individual que realiza cada personaje. 

Walter Scott fue uno de los pocos autores que tuvo éxito en vida. Su autoría y buena escritura, logran que esta novela tenga cierto interés pese tener una trama demasiado conocida, incluidos los movimientos que expone. Hay muchos tramos que apenas dejan sitio para la sorpresa, pese a los intentos de su autor, cualquier lector avezado augura el resultado de los entuertos que hacen avanzar la obra hacia un desenlace previsto en el imaginario de cada uno. Por ello, cabría destacar la apuesta por humanizar a sus personajes y las acciones interesadas de cada uno de ellos para intentar obtener sus propios deseos.

y creedme, esa moneda de oro es un símbolo de lo que amáis: es preciosa, pero os veis obligado a inclinaros hasta la humillación antes de poder lograrla. Alice

La novia de Lammermoor

Walter Scott
1971, Salvat Editores - Alianza Editorial

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Ivanhoe

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