6 de abril de 2019

A través del salvaje Kurdistán

El emir Kara Ben Nemsi venía de cruzar desiertos, visitar La Meca, enfrentarse a piratas y librado otras tantas aventuras en la obra precedente, A través del desierto. Pero sus andanzas continúan por el Kurdistán, a lo largo de los tradicionales territorios kurdos que andan entre Turquía, Siria, Irak e Irán, y donde nuevamente volverá a verse en medio de numerosas correrías a lo largo de la compacta edición que ofrece Reino de Cordelia. La cuidada edición que recupera las aventuras del héroe alemán. El libro bien podría dividirse en tres grandes bloques. Una primera centrada en una festiva ceremonia a cargo de los yesidi, citados injustamente como adoradores del diablo, y con la invasión militar que sufre dicho pueblo. Después vendría el rescate del hijo de Mohamed Emín, el líder de la tribu de los haddedihn, cuyo heredero andaba preso en la novela anterior. Y por último, el agradable paseo por el Kurdistán, tan ajetreado como andar preocupado por quien dispara primero y pregunta después en la diversidad de peligros a los que debe enfrentarse. 

A la vista parece que hay bastante trajín de por medio. Y Karl May logra imprimir un
La sin-ek del hekim
extraordinario ritmo ante la acumulación de sucesos. Porque gracias a su buena mano, apenas concede descanso a sus protagonistas, en especial al heroico Ben Nemsi, auténtico acaparador del texto, de los actos a realizar y de cualquier tipo de iniciativa que se lleve a cabo. Es una pena, ya que sus acompañantes parecen ser tratados como meras comparsas, sin mayores atributos que aportar ciertos toques de distracción. Como el alocado ingles David Lindsay, un secundario habitual aparcado en el necesario lado humorístico. Esporádicamente se salva su criado Halef, aunque pierde bastante comba si se compara con el libro anterior. 


El resto es un monotema, dispuesto para que Ben Nemsi salga retratado como un héroe superlativo que no para de vivir diversas experiencias especiales. Era muy posible que fuera el primer europeo que asistiera al entierro de uno de los más notables adoradores del diablo. Y sin olvidar otras facetas físicas, tan excesivas, que solamente él es capaz de doblegar, por las buenas o por las malas, a quienes ose enfrentársele. Tal es la concesión, que el protagonista recibe un regalo en forma de mastín. Un noble perro cuyo protagonismo posterior llega a ser más relevante que otras figuras en varias ocasiones.

Menos mal que nos quedan los villanos para rellenar el hueco que cede el personaje principal. Y es de destacar que haya tiranos de todo tipo. Gobernantes ambiciosos, simples ladrones y algún que otro digno rival. Porque en todas partes surgen los bellacos que pondrán a prueba las diferentes habilidades del protagonista. Y luego queda la narrativa de May, cuya pluma ayuda bastante a entretener su relato gracias a la acumulación de problemas. Porque no hay mayor gloria para el héroe que superar diferentes pruebas. Son tantas la dificultades, que en ocasiones la acción engancha de tal forma, que cuesta separarse de la lectura. Por ahí radica la fortaleza del escritor alemán, al lograr sortear los baches a través de diversas sorpresas que hacen bueno el símil circense del más difícil todavía. 

Obviamente el libro pasa del trabajo en equipo, porque normalmente Ben Nemsi se basta él solo para solventarlo todo, ya que dispara mejor que nadie, habla todos los dialectos posibles, es más alto y su labia tan certera como su humildad cristiana para evitar derramar sangre inútilmente. 

Las andanzas de Kara Ben Nemsi continúan, aunque la editorial citada al inicio sólo haya publicado dos libros que recogen parte de las exóticas hazañas que siempre destilan los viajes por países lejanos en tiempos pretéritos. Queda esperar a que se animen a continuar con la recopilación. Mientras tanto toca desconectar del solitario protagonismo del héroe, tanta perfección agota y hasta crea cierta distancia con el lector. Aunque por otro lado nos queda el trepidante ritmo del texto de May. Tan vivo, tan entretenido que sólo queda dejarse llevar por las diversas aventuras sin mayores pretensiones que pasarlo bien. 

-¿Sois parientes del muerto? - les pregunté.
-No, si lo fuéramos no nos acercaríamos a vosotros, chodih.
-¿Por qué no?
-Para vengarse es mejor no conocer a quien has de matar.

---------------------------------------------------------------------------  
A través del salvaje Kurdistán
Karl May
Ed Reino de Cordelia, 2018

No hay comentarios:

Publicar un comentario