El personaje principal responde al nombre de Bruce Harkness, quien toma la decisión de abandonar su hogar de la costa este para comenzar una nueva vida en el otro extremo. En su periplo inicial, suma las notables características que todo héroe debe cumplir, mientras que por el camino logra el apoyo de sus compañeros de viaje, como el risueño Hailey Burke o el hermano Nate, así como de recibir los habituales consejos del mentor o sabio que pretende ayudar al joven protagonista a través de la figura de un falso reverendo. Obviamente también hay tiempo de conocer al malo de turno, quien choca con las exageradas virtudes del protagonista y sus elevados valores morales. Un caballero tan blanco que choca bastante su habitual y sosegado método de actuar frente a la violencia preconcebida que nos suelen vender en esos tiempos y lugares del oeste americano.
En este sentido, hay un notable acierto por parte del autor, el cual sobresale a la hora de describir el brutal desarrollo que se da en el estado de California. Sobre todo con la llegada de numerosos buscavidas que derivan a las confrontaciones entre hombres y la correspondiente muerte que conlleva la avaricia. Aceptada de tal modo, que se solventa rápidamente echando tierra sobre los anónimos desgraciados. También se exponen algunos apuntes interesantes del país que se está formando. Como la singularidad de las ciudades y sus calles repletas de fango, donde destaca, por ejemplo, la tendencia de Sacramento a quedar anegada por las lluvias. Pequeños matices que realza el ambiente histórico, gracias a la inclusión de anécdotas que rellenan el relato, así como la inclusión de personajes reales, como el bandido mexicano Joaquín Murrieta. Y por supuesto la cita de los diversos orígenes de las gentes que llegan buscando fortuna. Normalmente hombres que notan la escasez de mujeres, al menos las denominadas como decentes, ante tanto aventurero y minero en pos de fortuna.
Éstos dan salida a sus hormonas y deseos más prehistóricos a través de la inevitable violencia, empujada por la codicia y de la mal entendida hombría. La ley es escasa en un país en formación, con el agravante que provoca las ganas de hacerse rico buscando oro, ya sea de manera honrada o expulsando racistamente a latinos y chinos de las explotaciones. Y en ese alentador ambiente destaca la historia de Yerby, al situar la supuesta perfección moral del protagonista frente al vivo genio de una civilización con pies de barro, y que como buen héroe, parece andar siempre con la razón de su lado. Hasta que surge el error, con la correspondiente sucesión cual caída de fichas de dominó, que logra transformar al héroe en un ser humano. Agotado por el duro trabajo que propone la tierra, devorado por la soledad que incendia su mente al compartir la presencia femenina que no deja de ser la esposa de otro colega. Un conglomerado de problemas que se juntan a pequeñas deudas que originan ciertos arrebatos,( por los que se pasan de puntillas) que enriquecen un relato que cuenta más de lo que aparenta.
Sin embargo, el entretenimiento de los problemas del protagonista y los vaivenes del resto de personajes se diluyen pasado el ecuador. Sin razón aparente, al escritor le sobrevienen las prisas. Tal vez debía cumplir alguna fecha de entrega o tal vez las musas abandonaron su capacidad inventiva. Porque hay una fase donde abundan las síntesis. Los acontecimientos se exponen a través de un extraño encadenamiento de elipsis que cortan el ritmo de la lectura y del buen hacer anterior. Es un poco extraño, porque a pesar del resumen se intuyen partes que podrían haber dado más juego al escritor. Estas supuestas lagunas carecerían de menor sentido crítico sino fuera porque se dan varios cambios importantes en la historia narrada. Por lo menos Yerby logra remontar la historia hacia el final, demostrando saber hacia donde quería llegar, a pesar de cercenar parte de una historia que pedía a gritos un mayor desarrollo para pulir algunos puntos interesantes. Un ligero traspiés que no desmerece el entretenimiento del conjunto del libro.
El tesoro del Valle Feliz
Frank Yerby
Ed GP. Col Reno. 1970
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