El bosque plateado |
O madrugadora, pues porque antes de que Lorenzo intente hacerse notar, un excursionista y su perro ya recorren un agradable y señalizado sendero que remonta el arroyo de la Calle de los Álamos. La senda del principio parte de los puntos marcados por la ruta local, y es más placentero para el caminar, que la ancha pista forestal que circula en paralelo. Según se va ascendiendo hay tiempo para juguetear con el sendero que remonta el arroyo, ahora sobre un lado, ahora hacia el otro. Y en caso de duda, apoyarse en la pista para culminar la remontada, con la nieve ganando presencia en cantidad. Tras un leve paseo, el arroyo principal recibe una ligera ayuda del regato de la Hilera, un escaso cauce que culebrea hacia las izquierdas para internarse en el pinar y plantear diversas dificultades orográficas. De inicio nos saluda un hermoso ejemplar de laricio en solitario, como un segurita a las puertas de la discoteca. Bosco sin embargo se huele el percal, e intenta escapar por una leve elevación donde otear algún camino más sencillo que la de seguir el rastro del agua. La densa acumulación de nieve obliga a gatear para poder superar esta simple pendiente, donde se atisban más pinos plateados entre las rocas de la cima. La altura ganada permite observar una triste panorámica sobre las copas de los pinos, infestados por los bolsones de la procesionaria al comprobar el seco contraste de las ramas enfermas.
Laderas de la Jarosa |
El arroyuelo de la Hilera remonta el contorno, rodeado de malezas, zarzas y algún que otro pequeño acebo. También empiezan a florecer algunas acumulaciones de piedras entre la desnuda vegetación invernal. El supuesto itinerario marcado por el arroyo se cruza con la pista forestal del inicio. En realidad es un recodo donde su cauce ha sido recientemente domesticado para evitar que inunde el amplio camino. Camino que atravesamos para volver a invadir la quietud del bosque plateado, con sus pinos, sus matorrales y una mayor cantidad de nieve. Una blanca suma que resta facilidad de avanzar tras el hilillo del agua.
Uno de los múltiples hitos |
Tras el parón, toca encarar un nuevo esfuerzo que supere la escurridiza pendiente del pinar, el continuo vadeo del arroyo y más de un combate establecido contra amigables zarzas y resbalones sin necesidad de trineos. Al fin se llega a una nueva pista forestal, donde supuestamente debiera nacer el querido arroyo de la Hilera. Debajo de la nieve, esta pista anda asfaltada y rodea el pinar de punta a punta. Hacia la derecha se llega a la Covacha, pero mi particular hilo retorcido prosigue su camino sobre la pista, con vistas de querer perderse por las faldas de la Carrasqueta. Faldas... Allá que voy, aunque estén sin depilar, ya que el único indicio a seguir es el supuesto regato bajo las enaguas blancas. A estas alturas sobresale más la nieve y tratando de adivinar la senda del agua, me percato de la desaparición de los pinos laricios. Tampoco ayuda una densa bruma que en una vano esfuerzo, intenta ocultar la presencia de un imponente pino albar. Tanta cantinela con el caprichoso bosque plateado, para que después surjan unos pequeños gigantes del gremio a vociferar su escondido protagonismo. Sobre todo el principal, pues anda manco de una de sus ramas más gruesas que yace a sus pies. Tal amputación debió provocar un colérico estruendo que terminó por rizar el resto de sus miembros.
El pino albar con sus ramas retorcidas |
Esta última parada sirve para consultar la tiranía del reloj y para que la mente imponga la serenata de la responsabilidad. Podría haber seguido ascendiendo hasta la Carrasqueta. O perderme entre nieves y pinos por las curvas de la Hilera. O retornar a la Covacha... La niebla se hace más espesa, pero sé que se debe a la cercanía de las cumbres. Sin embargo sirve para arrancar la continua colección de excusas mientras regresamos al punto de partida. Como una lotería a ver cual tiene más crédito. Estaba cansado, mentira. Me dolía la espalda, cierto. Estaba empapado, de simple alegría... hasta que llega otra estúpida idea. ¿Y si volvemos en verano?
Álbum de fotos
Pano del Laricio entronizado
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Bibliografía consultada:
Memoria de reconocimiento de la Sierra de Guadarrama bajo el punto de vista de la repoblación de sus montes. Máximo Laguna y Villanueva. RSEA Peñalara y CAM
101 curiosidades de la historia de la sierra de Guadarrama
Árboles singulares de Guadarrama Ruta 2
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