Hay pasajes donde la escritora concede mayor tiempo a la descripción de esa
historia interesada y sexual, siguiendo un cierto orden cronológico con algunos matices que saltan en el tiempo según le venga en gana. Y por supuesto, aportando su punto de vista, haciéndose pasar por una especie de narradora que transmite el argumento o simplemente metiendo baza desde su particular púlpito sobre lo que concierne a esta historia. Pero a esta pregonera de fatalidades, no le tiembla la voz en poner de vuelta y media al país donde reside: Austria. El supuesto y apacible estado alpino, que esconde las mismas calamidades que sus vecinos europeos, es duramente tratado por Jelinek a través de varios temas tan actuales como el medio ambiente, la corrupción política, la inmigración y las relaciones entre hombres y mujeres. Una crítica que podemos extrapolarla a la sociedad occidental en un ajustado ejercicio de describir el mundo que la rodea. La novela data de 2005, poco después de llegar al poder político, Jörg Haider, el líder de una formación de ultraderecha que avergonzó a media Europa, menos a los alegres votantes austriacos. Este hecho es inevitablemente requerido por la escritora en sus aparentes alegatos dentro de la obra. Citando al político en diversas ocasiones a lo largo de su libro entre otras peroratas personales sobre la susodicha sociedad austriaca.
..., y nos ha faltado tiempo para entregarnos a un nuevo Führer, voluntariamente, como si tuviésemos un año y medio de edad como mucho y no pudiésemos entender lo que nos dice. Como si no hubiese pasado nunca nada.
Las inclusiones personales son una constante a lo largo de todo el libro, disimuladas en algunos momentos por la supuesta historia que nos esta narrando; recuerden, la del tipo que abre piernas femeninas y libretas de ahorro; adornado bajo las reflexiones y discursos de la autora.
Un ejemplo bastante extenso, es el supuesto alegato medioambiental de las montañas huecas, el turismo exagerado o la contaminación de las aguas para enlazarla con un tramo importante de la historia, en teoría principal aunque en ocasiones parezca el adorno de esta señora en cabreo constante. La narración a veces se enroca con el panfleto de turno, en una ida y vuelta de ideas que a veces exaspera y en otras engancha, por la deslenguada facilidad lingüística de Jelinek. La verborrea de la austríaca es tan directa que parece que nos lo está soltando en vivo, y en ocasiones hasta se corrige a sí misma.
¡Por Dios, qué mal ha quedado! Y encima es una repetición. Perdón, a menudo no me sigo a mí misma.
Mientras que en otras se interrumpe para dirigirse directamente al lector.
No sé hacerlo mejor. Por lo menos levántese en silencio y váyanse a casa, allí seguro que habrá algún libro que lo haga mejor.
Superado el trance de si la narradora ha olvidado el uso de los puntos y aparte, queda un libro complejo y con pocas probabilidades de ser recomendado. Al principio, la lectura es bastante fatigosa, solo con paciencia uno termina por aclimatarse a esta lacerante forma de escritura, y maldita la gracia, incluso descubrir que hay tramos en los que se disfruta de ella. Sin embargo, el esfuerzo que requiere se me hace agotador, aunque reconozca el talento de esta señora para encadenar palabras y mejores ideas. Obsesión es un exabrupto perpetuo de la mente de Jelinek sobre la sociedad donde vive, sobre su país y sobre todos los generalistas que encadenan al mundo occidental a los simples datos que rigen nuestra vida.
El gendarme no cree en la leyenda que dice que, cuando uno mata a seres humanos, éstos vuelven como seres perdidos, pues, según dicen, la muerte no tolera que alguien se anticipe a sus planes.
Elfriede Jelinek
Ed. El Aleph
¡Por Dios, qué mal ha quedado! Y encima es una repetición. Perdón, a menudo no me sigo a mí misma.
Mientras que en otras se interrumpe para dirigirse directamente al lector.
No sé hacerlo mejor. Por lo menos levántese en silencio y váyanse a casa, allí seguro que habrá algún libro que lo haga mejor.
Superado el trance de si la narradora ha olvidado el uso de los puntos y aparte, queda un libro complejo y con pocas probabilidades de ser recomendado. Al principio, la lectura es bastante fatigosa, solo con paciencia uno termina por aclimatarse a esta lacerante forma de escritura, y maldita la gracia, incluso descubrir que hay tramos en los que se disfruta de ella. Sin embargo, el esfuerzo que requiere se me hace agotador, aunque reconozca el talento de esta señora para encadenar palabras y mejores ideas. Obsesión es un exabrupto perpetuo de la mente de Jelinek sobre la sociedad donde vive, sobre su país y sobre todos los generalistas que encadenan al mundo occidental a los simples datos que rigen nuestra vida.
El gendarme no cree en la leyenda que dice que, cuando uno mata a seres humanos, éstos vuelven como seres perdidos, pues, según dicen, la muerte no tolera que alguien se anticipe a sus planes.
Elfriede Jelinek
Ed. El Aleph
Busqué opiniones sobre esta novela, porque no pude con ella. Leí Los excluidos y me resultó accesible, pero esta... No! Coincido contigo en que hay que tener mucha paciencia, pues es agotadora. Ahora, he aprendido a dejar libros a medias, a renunciar... Aunque me había propuesto leer todo lo que encontrase de esta escritora, pero no soy tan masoquista como para tolerar más tiempo una lectura que no me conecta. Saludos!
ResponderEliminarDejar libros a medias es un hábito que deberíamos aprender todos. Aunque reconozco que todavía mantengo cierta obstinación en culminar mis lecturas. Saludos.
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