31 de mayo de 2011

Amor, curiosidad, prozac y dudas.

Regreso a la biblioteca, expendedora gratuita de cultura con dos fines, el primero comprobar que las hojas depositadas en el libro Santuario continuan desperdigadas por sus páginas, esperando pacientemente en la balda la llegada de un nuevo lector. La segunda finalidad era adquirir un nuevo compañero impreso y aprovechando la cercanía del orden bibliotecario busqué en ese mismo estante los libros de Lucía Etxebarría (N EXT amo). Lo cierto es que llevaba tiempo con ganas de descubrir la literatura de esta señora, reconocida en la cultura hispana por sus obras y también por algunas movidas que sobrevuelan de vez en cuando en algún medio de comunicación. Amor, curiosidad, prozac y dudas fue el debut novelesco de la escritora y simplemente escojí este libro porque me sonaba que tenía una adaptación cinematográfica.

La novela esta dividida desde tres puntos de vista, a través de un trio de hermanas antagónicas y que pretende retratar un triple modelo de la mujer contempóranea. El problema es que parte de unos principios tan extremos que en algunas situaciones la narración supera sus propios limites. La fábula parte de la hermana pequeña, Cristina Gaena, como principal reclamo al capitalizar mayor protagonismo en el texto. Un personaje básicamente pasional, juerguista, drogadicta y amante del sexo, una crápula sin más sentido que vivir y disfrutar la vida. Ana Gaena es la heredera de épocas pasadas, donde la mujer compaginaba las labores del hogar con el cuidado de los hijos, algo que ella acata como modelo de vida. Y por último Rosa Gaena, caracterizada como la alta ejecutiva que ha logrado sus objetivos merced a una ferrea disciplina en los estudios que la han convertido en una incansable trabajadora, pero con la condición de ser una mujer solitaria.

En principio la novela quiere completar el retrato de la mujer a través del trayecto vital de las hermanas describiendo su situación actual y deambulando por el pasado de cada una de ellas para descifrar como estas mujeres han llegado al supuesto presente. Las protagonistas rebuscan en sus recuerdos las pistas necesarias para que puedan reconducir sus vidas hacia la tan añorada felicidad. El caso es que las hermanas representan individualmente a un estrato de mujer demasiado extremista, alineadas hacia un modo de ser que supera la personalidad de los personajes, el rasgo que convierte a cada individuo en algo único.

Los capitulos brindados a la libertina Cristina son destacados por la propia autora en número y cantidad, poseyendo la virtud de encadenar algunas historias truculentas que amenan el relato pero con el menosprecio al retrato generacional que se suponía. La parte de Cristina se reduce a una recolección de anecdotas desfasadas, sin ingredientes que ayuden a la construcción del personaje, expuesto para regocijo de los potenciales lectores de esta novela con la única rutina del folleteo, copeo, drogueo y aliñando la función con alguna tragedia de rebote para que parezca más de lo que realmente ofrece. Los episodios destinados a Rosa Gaena, estudiante castrense en su niñez, pretende ahondar en la soledad de la mujer moderna, trabajadora en una importante empresa pero con el sacrificio familiar como contraprestación, una historia sosa, sin los componentes necesarios para esquivar la tentación de buscar mejores palabras en el capitulo siguiente.

Amor, curiosidad, prozac y dudas deja la sensación de que apenas desarrolla una historia común, sin embargo Etxebarria sobresale en la descripción rutinaria de la primogénita. La dulce, sumisa, madre y amante esposa Ana Gaena, en su camino hacia el abismo de la depresión y la excesiva automedicación. La historia de Ana arranca en último lugar y sin fuerza, si se compara con los trayectos de sus hermanas. Pero después cobra vigor, primero con una posición debilitada a la par que inocencia de juventud, esa misma inocencia evoluciona hasta ser el único personaje que avanza en la novela para dar el paso de transformar su vida. Ana Gaena decide dar un sopapo a su triste realidad y poner remedio ante semejante situación, convirtiéndose en un ejemplo para sus hermanas y de la propia novela al constatar una evolución y una historia particular que gana enteros en el conjunto global de la obra.


Pd. No he podido resistirme.

...estrujandome el cerebro para encontrar algo que ponerme, como me ocurre siempre que quedo con un miembro (¿debería decir miembra?,¿mi hembra?) de mi familia,...... Cristina Gaena. Amor, curiosidad, prozac y dudas. Autora Lucia Etxebarria. Ed Plaza y Janés.

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